Las agrupaciones de colegios de pueblo frenan el aislamiento de los maestros y alumnos Andaluc¨ªa celebra este a?o el centenario de las escuelas p¨²blicas rurales
CARMEN MOR?N, Sevilla El invierno ha detenido el tiempo en la sierra de Huelva. A trav¨¦s de la ventanilla del coche la carretera ofrece una foto fija, la de los obreros comiendo un tentempi¨¦. Est¨¢n limpiando de matojos las cunetas de la v¨ªa. En los pueblos la vida tambi¨¦n es una postal inm¨®vil. La furgoneta del maestro llega a la aldea y la escuela quiebra por vez primera la quietud rural. Los ni?os corren en la plaza del pueblo en el tiempo del recreo. Eso pasa en Puerto Moral, en Casta?uelo, en Los Marines y en Cortelazor. Las cuatro aldeas permanecen agrupadas en lo que toca a la educaci¨®n. Estos agrupamientos son una f¨®rmula ya antigua para solucionar las carencias y el aislamiento de los colegios rurales. Los maestros especialistas son los que se desplazan de un pueblo a otro para dar idiomas, educaci¨®n f¨ªsica, m¨²sica o apoyo psicopedag¨®gico. Con la reforma de la ense?anza el problema del desplazamiento de los profesores se ha acrecentado. "Antes se mov¨ªan tres maestros especialistas pero ahora son 10 los que cogen el coche para ir de pueblo en pueblo", explica Juan Jos¨¦ Granero, que es el director de los cuatro colegios, porque comparten equipo directivo. Granero es adem¨¢s uno de esos maestros sobre ruedas. Da clases de gimnasia y cuando le toca, coge su furgoneta, la carga con los balones y las picas, y se va a la escuela de turno. Granero dice que el sistema de agrupamiento rural tiene varias ventajas: por un lado, los chicos salen a otros pueblos y se relacionan entre ellos. Por otro lado, cree que la educaci¨®n que se imparte es casi principesca porque al haber tan pocos ni?os la atenci¨®n es muy personalizada y el nivel que adquieren no es peor que el de las ciudades. "Ahora, cuando van a Aracena para estudiar Secundaria, ya no se quejan de que los que llegan de los pueblos ralentizan el ritmo acad¨¦mico de las clases. Y adem¨¢s son ni?os muy disciplinados y nada conflictivos". Tambi¨¦n hay carencias, pero Granero las afronta con el esp¨ªritu abnegado del maestro de pueblo. "Aqu¨ª tenemos el campo de f¨²tbol m¨¢s grande del mundo porque una porter¨ªa est¨¢ en Los Marines y la otra en Puerto Moral", bromea. El chiste ilustra una tradicional reivindicaci¨®n de los docentes de estos agrupamientos: la Consejer¨ªa aporta material como si fuera para un s¨®lo colegio y son cuatro, por lo que tienen que dividirse o ir rotando el equipamiento pedag¨®gico. Una porter¨ªa de f¨²tbol aqu¨ª y otra all¨ª. Y hay cosas que no pueden transportarse f¨¢cilmente. Otro de los problemas que ven estos maestros es que hay muchos interinos que van y vienen y la continuidad de los programas educativos que emprenden se rompe a menudo. Pero, pese a las dificultades, la implicaci¨®n de estos maestros no acaba en las tareas educativas. Si hace fr¨ªo en el colegio de Casta?uelo, ?ngela lleva un calefactor al aula; si se necesita un ordenador en Puerto Real, Charo Mart¨ªn organiza una rifa y entre todo el pueblo se consigue el dinero; si las picas de pl¨¢stico que manda la Consejer¨ªa se rompen, Granero baja a la ferreter¨ªa de Aracena, "la capital", y compra palos de azadones a 100 pesetas "que son m¨¢s duraderos y pr¨¢cticos". Y as¨ª, con ¨¢nimo, van solucionando los peque?os problemas. Aprender de los mayores Para estos maestros no es un bochorno que en una sala haya dos clases separadas por una estanter¨ªa donde estudian ni?os de dos, tres, o cuatro niveles distintos. "Cuando llegu¨¦ aqu¨ª y vi que los maestros d¨¢bamos clase en la misma aula pens¨¦ que eso era imposible, que nos molestar¨ªamos unos a otros. Ahora, que van a separar las clases, me da pena. Los ni?os aprenden unos de otros, los peque?os de los mayores". As¨ª relata ?ngela su experiencia en Casta?uelo, un pueblo que considera especial por el ansia de conocimientos que tienen los ni?os. Es interina y no sabe el tiempo que estar¨¢ en ese destino, pero est¨¢ segura de que se ir¨¢ llorando. Se siente tan bien que por los Reyes Magos les hizo un regalo a cada uno de sus alumnos: una hucha. Un total de 120 ni?os se han reunido en Casta?uelo este a?o para celebrar el Carnaval que han preparado entre todos conectados por Internet. Eso ha tra¨ªdo locos a los padres durante una semana. "Hay que buscar una capa, habr¨¢ que pedir una corbata". En estos pueblos la escuela es a menudo la ¨²nica se?al de vida. Por eso, los padres se niegan a que los ni?os viajen a la ciudad para hacer Secundaria y son los maestros los que ruedan por las carreteras rurales. "Si al pueblo le quitas la escuela le quitas el alma".
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