Cultura o culturas [HH] ENRIC FOSSAS
En su ¨²ltimo encuentro, los firmantes de la Declaraci¨®n de Barcelona han reivindicado la desaparici¨®n del Ministerio de Cultura por carecer de sentido en el actual Estado auton¨®mico, y por ser innecesario dado que la cultura espa?ola, en singular, no existe. La iniciativa ha suscitado la adhesi¨®n de otras fuerzas nacionalistas en Catalu?a, el rechazo de los populares, que han visto en ello la negaci¨®n de la misma "existencia de Espa?a", y una cierta simpat¨ªa por parte del precandidato socialista, que inicialmente la calific¨® de "interesante" por su connotaci¨®n federal, pero luego, ante la posici¨®n de Borrell, opt¨® por apoyar la existencia de un ministerio de las culturas. Creo que m¨¢s all¨¢ de los leg¨ªtimos proyectos pol¨ªticos de cada partido, ninguno de los argumentos esgrimidos resulta convincente para estar a favor o en contra de la propuesta. En realidad, que un pa¨ªs disponga o no de un Ministerio de Cultura depende de varios factores. En primer lugar, de que exista una tradici¨®n de intervenci¨®n p¨²blica cultural, como sucede en el continente europeo, donde el Estado social reconoce a todos los ciudadanos un derecho de acceso a la cultura que, para ser satisfecho, exige una acci¨®n de los poderes p¨²blicos. Pero ello no es as¨ª en los pa¨ªses anglosajones, donde el fomento de la cultura se ha dejado tradicionalmente a la iniciativa privada. Este es el caso de Estados Unidos, donde el Gobierno federal dispone de un modesto fondo para financiar proyectos culturales (National Endowment for the Arts) o de Gran Breta?a, donde nunca ha existido una clara legitimaci¨®n de pol¨ªtica cultural. En coherencia con sus postulados liberales, el PP deber¨ªa seguir estos modelos, favorables al mercado y a la iniciativa privada, y suprimir el Ministerio de Cultura. Y que no se inquiete por la existencia de Espa?a. Nadie niega la naci¨®n americana o el Imperio brit¨¢nico por no tener un Ministerio de Cultura. En segundo lugar, que un gobierno disponga o no de Ministerio de Cultura depende de criterios de organizaci¨®n pol¨ªtico-administrativa. El Ministerio de Cultura espa?ol fue creado por el Gobierno de UCD durante la transici¨®n pol¨ªtica, siguiendo el ejemplo franc¨¦s del general De Gaulle, que en 1959 estableci¨® por primera vez en Europa un Ministerio de Asuntos Culturales, al frente del cual situ¨® al escritor Andr¨¦ Malraux. Pero existen otros pa¨ªses, como Alemania, donde los asuntos culturales no son gestionados aut¨®nomamente y van unidos a la ense?anza, la investigaci¨®n o los medios de comunicaci¨®n. Dada la dificultad de acotar n¨ªtidamente el sector cultural, su organizaci¨®n depende finalmente de conveniencias pol¨ªticas y administrativas, como puede comprobarse en las distintas administraciones auton¨®micas (y locales), incluida la catalana. En tercer lugar, la organizaci¨®n territorial del Estado puede determinar que el Gobierno central no tenga un Ministerio de Cultura. As¨ª sucede en algunos pa¨ªses federales como la RFA, donde los l?nder poseen la llamada "soberan¨ªa cultural" a partir de una tradici¨®n hist¨®rica y los principios constitucionales. Curiosamente, la victoria de Schr?der en las ¨²ltimas elecciones ha supuesto la creaci¨®n, por primera vez desde la fundaci¨®n de la RFA, de un Ministerio Federal de Cultura, propuesto por el SPD en su programa electoral. Otros gobiernos federales (Austria, Suiza) disponen tambi¨¦n de departamentos culturales, con rango de ministerio o inferior. El argumento federal debe, pues, ser matizado. Adem¨¢s, su traslaci¨®n a nuestro Estado auton¨®mico resulta problem¨¢tica porque la jurisprudencia constitucional ha venido reiterando la doctrina seg¨²n la cual el fomento de la cultura es una competencia concurrente plena, que permite la actuaci¨®n indistinta de todas las instancias administrativas. Finalmente, queda el factor propiamente cultural, es decir, si en un pa¨ªs existe una cultura que pueda ser administrada por un ministerio, o existen dos, como en B¨¦lgica, cuyo ministerio fue dividido en 1968, y posteriormente desapareci¨®. Posiblemente porque all¨ª, para bien o para mal, las cosas est¨¢n m¨¢s claras que aqu¨ª.
Enric Fossas es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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