La amabilidad castigada
La sentencia rese?ada el 5 de febrero en la p¨¢gina 27, por la que el Tribunal Supremo condena a m¨¢s de dos a?os de c¨¢rcel y multa de un mill¨®n de pesetas a quien en su casa invit¨® a otros, sin obligarles, a tomar drogas, muestra un car¨¢cter medieval en las leyes antidroga. Una sanci¨®n superior a las que hoy se dan por agredir a la esposa, por ejemplo.Parte de las actuaciones de la justicia medieval se dirig¨ªan a la persecuci¨®n cruel de personas vistas prejuiciosamente distintas por raz¨®n de credo, raza o costumbre, como herejes o jud¨ªos. Ahora son los sospechosos de usar o vender drogas los acosados hasta en los rincones de su casa. En el medievo, la raz¨®n animista era raz¨®n legal para que mar en la hoguera a quien, por ejemplo, se le probaba que hab¨ªa viajado hacia el aquelarre por los aires a lomos de una escoba, y esto se demostraba con frecuencia. Ese esquema de pensamiento m¨¢gico est¨¢ en la base de esa sentencia. Invitar a alguien, que se le supone con voluntad y discernimiento, es tenido por delito contra su salud. Y tener medio gramo de hach¨ªs en el bolsillo es atentar contra la seguridad ciudadana, seg¨²n las leyes actuales. Argumentos de esa ¨ªndole basan la raz¨®n jur¨ªdica en lo irracional. De ah¨ª que leyes basadas en esas razones, afirmando proteger la salud p¨²blica, son factor principal en extensi¨®n de enfermedades, como es el caso del sida, y que, "protegiendo" la seguridad ciudadana, crean ¨¢reas de corrupci¨®n y delincuencia inmensas. Debe ser hora para que pol¨ªticos y jueces hagan sensatas y prudentes las leyes sobre drogas.-
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