La violencia del g¨¦nero
La Uni¨®n Europea ha se?alado este a?o de 1999 como el "A?o europeo contra la violencia hacia las mujeres", acordando desplegar, a lo largo de dicho a?o, una campa?a en los 15 pa¨ªses miembros de la Uni¨®n Europea que tenga como objetivo modificar las actitudes en la sociedad de manera que se produzca un grado cero de tolerancia de la violencia contra las mujeres a nivel individual, colectivo e institucional.El Parlamento Europeo, en la Exposici¨®n de Motivos de su propuesta, se?ala que "las cuestiones referentes a la violencia contra las mujeres, 1a violencia de g¨¦nero, tienen una relaci¨®n con la igualdad entre hombres y mujeres, el reparto del poder entre los sexos y el concepto que los hombres tienen de las mujeres".
Es hora, se dice, de que la violencia contra las mujeres se haga visible y que se subrayen las consecuencias negativas que tiene para las mujeres y para toda la sociedad. La campa?a, tiene como objetivo la protecci¨®n y la informaci¨®n, as¨ª como la prevenci¨®n, y se centra tanto en los servicios de apoyo a las mujeres afectadas como en la toma de conciencia por parte de la sociedad en su conjunto; para que no quede ni una sombra de duda: la violencia contra las mujeres nos afecta a todos y cada uno de nosotros.
La violencia contra las mujeres forma parte de un comportamiento hist¨®rico de los hombres en una sociedad patriarcal que ha sido impulsado como una forma de dominaci¨®n. La Plataforma de Acci¨®n de la Cumbre sobre la Mujer celebrada en Pek¨ªn en septiembre de 1995 es clara al respecto: "La violencia contra las mujeres es un mecanismo social fundamental por el cual 1as mujeres est¨¢n en una posici¨®n de subordinaci¨®n respecto a los hombres". "La violencia contra las mujeres es una manifestaci¨®n de las relaciones de poder hist¨®ricamente desiguales entre mujeres y hombres, que han conducido a la dominaci¨®n masculina, a la discriminaci¨®n contra las mujeres por parte de los hombres y a impedir su pleno desarrollo".
El origen, pues, de la violencia de g¨¦nero es un problema de poder, de dominio de un sexo sobre otro. En una sociedad masculina, dominada por los hombres, siempre ha interesado mantener los malos tratos contra las mujeres como algo privado, perteneciente al ¨¢mbito familiar, donde siempre ha operado el concepto de autoridad marital y paterna, la idea del hombre cabeza de familia.
Ya desde el a?o 1975, declarado por Naciones Unidas A?o Internacional de la Mujer, se da a la violencia de g¨¦nero el lugar que merece, destacando la importancia de perseguir de oficio, y no s¨®lo a instancia de parte, las agresiones de todo tipo contra las mujeres.
Empieza a tomarse conciencia, en la comunidad internacional, de la necesidad de erradicar la subordinaci¨®n de la mujer, y de impulsar desde Naciones Unidas la toma de conciencia necesaria para la reforma de las leyes discriminatorias. Se marca la necesidad de modificar las leyes, establecer normas sobre igualdad entre hombres y mujeres para el acceso a la educaci¨®n, al trabajo y a la participaci¨®n pol¨ªtica.
La violencia est¨¢ ¨ªntimamente ligada a la subordinaci¨®n y dependencia de siglos de las mujeres en relaci¨®n con los hombres, de ah¨ª que todas las resoluciones de los organismos internacionales al abordar la lucha contra la violencia de g¨¦nero lo relacionan como un todo, con el cambio del papel de las mujeres en la sociedad, con el acceso a la educaci¨®n y al trabajo; en suma, a su autonom¨ªa, a una nueva visibilidad y a la entrada en la toma de decisiones.
La Convenci¨®n de eliminaci¨®n de todas las formas de discriminaci¨®n, aprobada por Naciones Unidas en 1979 y que han suscrito la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos, es el referente fundamental que informa el compromiso de los pa¨ªses democr¨¢ticos con un cambio en la situaci¨®n de la mujer en la sociedad. En dicha convenci¨®n se establecen las l¨ªneas de acci¨®n y los principios fundamentales que deben desarrollar todos los pa¨ªses firmantes para terminar con la subordinaci¨®n hombre-mujer y con una estructura social determinada que lo sostiene, con todo el entramado de normas sociales, culturales y jur¨ªdicas vigentes de forma similar en todos los pa¨ªses.
En la ¨²ltima d¨¦cada despu¨¦s de los encuentros internacionales sobre la mujer de Copenhague y Nairobi se produce un punto de inflexi¨®n, y de la reivindicaci¨®n de una serie de derechos y reformas de leyes civiles, penales, laborales y de todo tipo, se pasa a plantear un proyecto activo de cambio social, que implica un cambio estructural y una sociedad con otros soportes y otros valores; en suma, un nuevo consenso que pasa por la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
Se reclama el "empoderamiento" de las mujeres, su autonom¨ªa, la integraci¨®n de la perspectiva de g¨¦nero en todas las pol¨ªticas, una nueva visibilidad de las mujeres en papeles no dependientes, ni cl¨¢sicos, una participaci¨®n de las mujeres en el poder y en la toma de decisiones en pie de la igualdad; en otras palabras, se demanda en un nuevo consenso, que es un nuevo contrato social.
Se trata de un compromiso pol¨ªtico de enorme magnitud, que han asumido los pa¨ªses que forman parte de lo que llamamos la comunidad internacional. La Uni¨®n Europea, junto con Estados Unidos, es quiz¨¢ el referente m¨¢s positivo para el avance de las mujeres y para la realizaci¨®n, en la pr¨¢ctica, de ese nuevo contrato social. Con el apoyo de las Resoluciones Internacionales, el empuje del Movimiento Feminista, el compromiso p¨²blico de buenos aliados y la valent¨ªa de no pocas mujeres, que se van decidiendo a actuar y a denunciar los atropellos, la violencia de g¨¦nero aparece como lo que es, una relaci¨®n de dominaci¨®n de unos seres humanos contra otros.
La violencia de g¨¦nero deja de ser un tema privado y se considera un tema p¨²blico, de preocupaci¨®n colectiva, sobre el que se toma conciencia y sobre el que se empieza a actuar. La violencia de g¨¦nero, al estar ligada a la dominaci¨®n de un sexo sobre otro y a 1a realidad de siglos de historia, lo impregna todo, desde los gestos, el lenguaje, la comunicaci¨®n, el trabajo, las relaciones familiares, las sociales y hasta las pol¨ªticas.
Por ello, para acometer la lucha contra la violencia de g¨¦nero, no basta con reformar las leyes civiles y penales, que es el ¨¢mbito tradicional de las reformas, sino que es necesario plantear el tema en su globalidad, partiendo de la necesidad de potenciar a las mujeres, facilit¨¢ndoles la capacitaci¨®n y la formaci¨®n necesarias, la seguridad y autoestima, el conocimiento y ejercicio de sus derechos en igualdad de condiciones, como ciudadanas de pleno derecho y como part¨ªcipes y corresponsables en la marcha de la sociedad.
Cuando se insulta a una mujer en una funci¨®n p¨²blica, por g¨¦nero, por ser mujer, o se deval¨²a colectivamente a todas las mujeres, con vejaciones colectivas, cuyos ejemplos tenemos a diario, se est¨¢ contribuyendo al mantenimiento de la violencia de g¨¦nero, al menosprecio de las mujeres como colectivo y a perpetuar una situaci¨®n injusta, contraria a los valores democr¨¢ticos y a los derechos fundamentales que todos defendemos.
Es preciso, pues, impulsar la presencia y valoraci¨®n de la mujer en todos los niveles de la responsabilidad colectiva. De ah¨ª la importancia de la visibilidad de nuevos modelos de mujeres que den seguridad a otras mujeres y al conjunto de todas ellas, sin perder de vista que una gran parte precisa de pol¨ªticas espec¨ªficas de apoyo y asistencia como v¨ªctimas de los atropellos cometidos contra ellas, y para facilitar la alternativa a esas situaciones. Un proceso fundamental ante la violencia es la salida de la victimizaci¨®n, la respuesta firme a estas situaciones, dar apoyo a las mujeres y a sus hijos en situaci¨®n de dependencia econ¨®mica y ps¨ªquica del agresor.
El ¨²ltimo encuentro del Consejo de Europa, que tuvo lugar en Bucarest el 27 de noviembre de 1998, reclam¨® medidas multidimensionales para luchar contra la violencia de g¨¦nero, subrayando que no es suficiente con medidas legales. "La tolerancia cero en el conjunto de la sociedad, la educaci¨®n y la formaci¨®n, los recursos y la ayuda a las v¨ªctimas, deben ir parejas a una legislaci¨®n clara y rigurosamente aplicada y a medidas y pol¨ªticas firmes en materia de igualdad".
Para la erradicaci¨®n de la violencia de g¨¦nero es preciso insistir en la igualdad entre hombres y mujeres como un tema fundamental de derechos humanos y de principios democr¨¢ticos, y, desde luego, de educaci¨®n, que constituye una condici¨®n previa, indispensable, para que las mujeres ejerzan de un modo pleno y efectivo su derecho a la ciudadan¨ªa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.