La pol¨ªtica econ¨®mica espa?ola dentro del euro
El autor analiza el margen de maniobra que les queda desde enero pasado a los responsables de las econom¨ªas nacionales en el espacio de la moneda ¨²nica
?Qu¨¦ cabr¨ªa hacer para mejorar la capacidad de nuestra pol¨ªtica econ¨®mica para hacer frente a las adversidades del ciclo econ¨®mico dentro del euro, ya sean ¨¦stas espec¨ªficas a nuestro pa¨ªs o comunes al conjunto de la zona del euro? Lo mejor que se puede hacer para que el r¨¦gimen de pol¨ªtica econ¨®mica inherente al euro resuelva satisfactoriamente los futuros problemas de exceso o deficiencia de demanda agregada que pueda sufrir nuestra econom¨ªa es potenciar la capacidad de respuesta de la oferta agregada ante estas perturbaciones. Las medidas m¨¢s eficaces, como bien se sabe y por eso no me detendr¨¦ en su tratamiento, son aquellas destinadas a flexibilizar el mercado de trabajo e intensificar la competencia en los mercados de bienes y servicios. Quisiera proponer aqu¨ª otras medidas que, sin ser tan trascendentales como las anteriores, quiz¨¢ podr¨ªan tambi¨¦n mejorar la eficacia de nuestro sistema de pol¨ªtica econ¨®mica.- La pol¨ªtica impositiva dentro del euro. Desde el punto de vista de la pol¨ªtica de estabilizaci¨®n del gasto agregado, la recomendaci¨®n habitual de la teor¨ªa fiscal es mantener constantes los tipos impositivos a trav¨¦s del ciclo econ¨®mico, idealmente en sus niveles ¨®ptimos, que ser¨ªan aquellos que concilian la ideolog¨ªa distributiva dominante en la sociedad con los deseos de aumentar la renta per c¨¢pita. De esta manera, la pol¨ªtica fiscal descansar¨ªa en el funcionamiento de los estabilizadores autom¨¢ticos, generando d¨¦ficit presupuestarios durante las recesiones y elimin¨¢ndolos durante las etapas ascendentes del ciclo. Las razones son, por un lado, minimizar las distorsiones provocadas por cambios impositivos frecuentes y, por otro, la fundada creencia en que los problemas de informaci¨®n y los m¨²ltiples desfases que median entre la adopci¨®n de las decisiones pol¨ªticas y la realidad econ¨®mica sobre la que se pretende influir son especialmente impredecibles en el caso de la pol¨ªtica fiscal discrecional.
Ahora bien, en contra de los supuestos de comportamiento que implica la regla anterior, se observa que los gobiernos son proclives a realizar aumentos discrecionales de las prestaciones sociales o de la inversi¨®n p¨²blica m¨¢s intensamente en los periodos de auge que en los de recesi¨®n. Por esta y otras razones, la pol¨ªtica impositiva adecuada para nuestro pa¨ªs ser¨ªa la siguiente: cuando el euro est¨¦ en pleno funcionamiento, digamos en el a?o 2002, Espa?a deber¨ªa haber bajado algo m¨¢s los tipos del impuesto sobre la renta y haber reducido a un m¨¢ximo de tres o cuatro los tramos de dicho impuesto. Este recorte tendr¨ªa que respetar el equilibrio intertemporal del presupuesto, esto es, se deber¨ªa pagar idealmente mediante reducciones de gasto p¨²blico en proporci¨®n al PIB o, en su defecto, mediante aumentos de impuestos indirectos.
La principal justificaci¨®n de esta bajada y simplificaci¨®n impositivas reside en asegurar un margen de maniobra que permita las subidas de tipos que puedan ser necesarias o pol¨ªticamente inevitables en ciertas coyunturas dentro del euro. Esto es, no se trata ahora de discutir si se han de bajar los tipos impositivos de forma permanente, un objetivo, por otro lado, que me parece deseable y que se podr¨ªa superponer a esta propuesta. Dejando a un lado esta cuesti¨®n, lo que se propone es bajar los tipos impositivos para abrir un margen de subida cuya utilizaci¨®n puede ser necesaria o inevitable dentro del euro, inevitable por la imposibilidad de disminuir el gasto p¨²blico o por la posible necesidad de reducir otros impuestos, como las contribuciones sociales, en ciertas coyunturas.
?Por qu¨¦ es necesario abrir este margen y por qu¨¦ no se podr¨ªan subir los tipos a partir de los niveles actuales? Porque los tipos impositivos actuales se encuentran en los confines de lo que permite la tradici¨®n fiscal y el nivel de renta y riqueza de nuestra sociedad. ?sta es la raz¨®n ¨²ltima por la que los impuestos directos no crecieron m¨¢s durante las anteriores legislaturas y tambi¨¦n la raz¨®n por la cual un aumento de dichos impuestos dif¨ªcilmente producir¨ªa incrementos proporcionales de los ingresos presupuestarios. En cuanto a la disminuci¨®n de tramos, aparte de que por s¨ª misma contribuir¨ªa enormemente a minimizar las distorsiones que generan los impuestos, su justificaci¨®n radica en que con ello se reducir¨ªa el riesgo de que espurias consideraciones distributivas limiten o anulen los efectos estabilizadores de los movimientos de tipos impositivos.
As¨ª, se puede observar que cuando los gobiernos suben los tipos impositivos estas subidas suelen ser mayores en los tramos m¨¢s altos de renta, y cuando los bajan, son mayores los descensos en los tramos medios y bajos. Si el n¨²mero de tramos se reduce a tres o cuatro, este tipo de actuaciones ser¨ªa m¨¢s dif¨ªcil y, en todo caso, menos relevante, ya que el importe de las rentas cubiertas por cada tramo ser¨ªa mucho mayor. La extraordinaria contribuci¨®n de la pol¨ªtica fiscal de Estados Unidos a la excelente gesti¨®n del ciclo econ¨®mico en dicho pa¨ªs durante la d¨¦cada de los noventa debe mucho a que su punto de partida fue una estructura de tipos impositivos bajos y un reducido n¨²mero de tramos. La reciente reforma fiscal en Espa?a constituye, indudablemente, un avance considerable en la direcci¨®n adecuada.
- El Pacto de Toledo y el euro. Seg¨²n los cr¨ªticos del euro, una amenaza que se cierne sobre nuestro pa¨ªs es que en alg¨²n momento del vasto e impredecible futuro, no pudiendo ya contar ni con el tipo de cambio ni con la pol¨ªtica monetaria, una peculiar ola recesiva se cebe casi con exclusividad en la econom¨ªa espa?ola sin que se haya reformado suficientemente el mercado de trabajo. Esta perturbaci¨®n ser¨ªa peculiar porque, adem¨¢s de ser intensa y espec¨ªfica a nuestra econom¨ªa, tendr¨ªa que tener un car¨¢cter permanente y ser dif¨ªcilmente tratable mediante est¨ªmulos fiscales tradicionales. Mi propuesta para hacer frente a una situaci¨®n de este tipo, cuya probabilidad de materializaci¨®n cada cual puede valorar como desee, consistir¨ªa en flexibilizar las contribuciones a la Seguridad Social, reduci¨¦ndolas intensamente para conseguir una devaluaci¨®n del tipo de cambio real cuando estuvi¨¦ramos ante una verdadera emergencia para subirlas paulatinamente cuando la econom¨ªa vaya remontando la recesi¨®n.
Las cargas sociales representan algo menos del 30% de nuestros costes laborales. Si se presentara una situaci¨®n tan grave como la imaginada por los cr¨ªticos del euro, las contribuciones se podr¨ªan recortar aproximadamente un 30% para reducir nuestros costes laborales relativos, nuestro tipo de cambio real, por un monto cercano al 10%. Este aumento de competitividad ser¨ªa considerable dentro del euro. Ausente de este nuevo mundo la posibilidad de sufrir apreciaciones del tipo de cambio nominal y existiendo una pol¨ªtica monetaria com¨²n, las p¨¦rdidas de competitividad que se puedan acumular ser¨ªan notablemente inferiores a las que se dar¨ªan fuera de la moneda ¨²nica. Si la bajada de las cargas sociales debe ser radical, la subida se habr¨ªa de hacer muy gradualmente, dejando el grueso del aumento para cuando el ritmo de expansi¨®n de la econom¨ªa supere su crecimiento potencial.
La idea es que los empresarios, ante una situaci¨®n seriamente recesiva, puedan contar con que los costes laborales durante los a?os siguientes al inicio de la recesi¨®n sean sensiblemente inferiores al nivel medio existente antes de la crisis. Tambi¨¦n se puede contemplar la posibilidad de reducciones de las cargas sociales menores si la situaci¨®n fuera menos grave, y tambi¨¦n se puede considerar subir m¨¢s los tipos impositivos que las cotizaciones sociales en la fase ascendente del ciclo. Algunos economistas cuestionan la eficacia de variar las cotizaciones sociales para alterar los costes laborales aduciendo que dichas variaciones ser¨ªan compensadas por movimientos de signo contrario de los salarios. Es cierto que las cotizaciones a la Seguridad Social, incluso las pagadas por los empresarios, terminan recayendo ¨ªntegramente sobre las rentas de los trabajadores. Ahora bien, cuando los salarios reales son r¨ªgidos a la baja, las variaciones de las cargas sociales inciden sobre las rentas de los trabajadores mediante variaciones del nivel de empleo. As¨ª, de la misma manera que si se suben las cotizaciones en momentos en los que el paro est¨¢ cerca de su tasa natural no se registrar¨¢ una reducci¨®n concomitante de salarios, sino una ca¨ªda del empleo, una bajada de cotizaciones cuando la demanda de trabajo est¨¢ muy deprimida no se traducir¨¢ en subidas salariales, sino en incrementos de empleo.
Suponiendo el equilibrio presupuestario al comienzo de la recesi¨®n, un recorte de las contribuciones a la Seguridad Social de esta envergadura aumentar¨ªa por s¨ª s¨®lo el d¨¦ficit p¨²blico hasta cerca del 3% del PIB, ya que el total de contribuciones con cargo a trabajadores y empresarios representa alrededor del 10% del PIB. El d¨¦ficit p¨²blico superar¨ªa el 3% del PIB, ya que con la recesi¨®n se reducir¨ªan otros ingresos p¨²blicos y aumentar¨ªan los gastos, si bien la pol¨ªtica propuesta, al frenar la ca¨ªda de la actividad econ¨®mica y del empleo, suavizar¨ªa algo la expansi¨®n del d¨¦ficit.
En una situaci¨®n tan grave como la aqu¨ª considerada, un aumento del d¨¦ficit p¨²blico por encima del 3% del PIB es perfectamente consistente con el Pacto de Estabilidad. Para que dicha pol¨ªtica fuera tambi¨¦n consistente con el Pacto de Toledo bastar¨ªa con incluir una cl¨¢usula en dicho pacto que alargara la dimensi¨®n temporal del equilibrio entre cotizaciones y percepciones contributivas. Esto es, dicho pacto deber¨ªa contemplar la posibilidad de que, ante circunstancias extremas como las descritas en estos razonamientos, el sistema contributivo pueda incurrir en desequilibrios que ser¨ªan financiados por el presupuesto del Estado.
Con el euro entramos en un nuevo mundo, sin duda inquietante, como todo lo nuevo, pero gr¨¢vido de posibilidades para mejorar nuestras condiciones de vida. En este tr¨¢nsito, el razonamiento econ¨®mico puede ser de suma utilidad, pero cuando se trata del futuro no se debe pedir que aporte mucho m¨¢s que esas primeras im¨¢genes borrosas que aparecen en los umbrales de la vigilia. ?ste es el objetivo de lo aqu¨ª expuesto, proporcionar im¨¢genes de posibles cambios y alertar con ello sobre la necesidad de abrir la mente a modificaciones profundas de nuestro sistema de pol¨ªtica econ¨®mica, porque profundas son las transformaciones que se est¨¢n produciendo en nuestra realidad econ¨®mica.
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