La "talla anor¨¦xica" engancha a las adolescentes
Los especialistas estiman que una de cada cinco j¨®venes est¨¢ en riesgo de padecer un trastorno alimentario
Como las antiguas chinas, que vendaban sus pies hasta la tortura para calzar diminutos zapatos, las adolescentes espa?olas se embuchan en tallas de ropa que no corresponden a sus dimensiones. Persiguen una imagen de mujer muy delgada de cadera escasa y pecho generoso que s¨®lo existe en la llamada "talla pasarela". Para conseguirlo no dudan en emprender dietas apenas salidas de la infancia o castigarse hasta la anorexia para alcanzar lo que creen que se exige hoy a la mujer: ser perfecta en todo. Los especialistas achacan a esta presi¨®n social la dimensi¨®n "epid¨¦mica" actual de los trastornos de la alimentaci¨®n y advierten que "una de cada cinco adolescentes" est¨¢ en riesgo de padecerlos. Aseguran que una de cada 22 ya ha desarrollado alg¨²n grado de anorexia (ayuno volunario) o bulimia (ingesta voraz seguida de vomitos y ayunos).Una adolescente rellenita sale de una tienda juvenil con un peque?o paquete. Se habr¨¢ comprado a lo sumo unos guantes porque lo que hay dentro expuesto parece improbable que le sirva. Las diminutas faldas, camisetas, cazadoras y pantalones que se llevar¨¢n la pr¨®xima primavera cuelgan de los percheros, desafiantes como las delgad¨ªsimas y jovenc¨ªsimas dependientas. "Lo que m¨¢s vendemos son la talla 36 y la 38. Tenemos hasta la 42 pero de ¨¦sta s¨®lo nos llega un modelo", explican.
El drama tiene lugar en el probador. "La verdad es que s¨ª. Se ven muchas chicas frustradas", admiten tras pens¨¢rselo unos minutos. "Muchas se llevan la ropa peque?a pensando en adelgazar estos kilos que les sobran".
Si el objetivo es alcanzar la 38 de sus sue?os que se preparen porque nada es lo que parece. Cualquiera puede comprobar como esta talla en la planta juvenil de unos grandes almacenes de Madrid poco tiene que ver con la que uno est¨¢ acostumbrado. Ha mermado. "?Pero c¨®mo pone aqu¨ª que este vestido es una 42 si yo uso la 38 y no me entra?", increpa la clienta a la vendedora. Ella, inc¨®moda ante la insultante miniatura, responde. "Bueno, es que da poca talla".
Jaume Pag¨¦s, rector de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a y presidente de la primera asociaci¨®n de afectados por anorexia que se cre¨® en Espa?a (ACAB), puso sobre la pista. "Nos est¨¢ llamando mucha gente a la asociaci¨®n quej¨¢ndose de que las tallas no tienen nada que ver con la realidad". Pag¨¦s se queja de que en Espa?a no existe una regulaci¨®n que armonice y que acople tallas europeas y americanas a la mujer espa?ola. Pero, es que , adem¨¢s, muchas j¨®venes no encuentran en sus tiendas favoritas el tama?o de prenda que necesita.
La realidad, en boca de Gonzalo Morande, director de la Unidad de Anorexia del hospital Ni?o Jes¨²s de Madrid, es que "las ni?as de hoy en d¨ªa son m¨¢s altas y pesan m¨¢s". El equipo m¨¦dico de esta unidad hizo un estudio comparando las medidas de las chicas de 15 a?os entre el periodo 1985-1986 y 1993-1996. Y el resultado mostr¨® que la media hab¨ªa pasado de 51,72 a 54,73 kilos de peso y de 1,62 a 1,64 metros de altura. La diferencia en estos momentos puede ser mayor. Este desequilibrio entre la talla real y la delgadez que el mercado ofrece y pide de la adolescente es lo que hace a las m¨¢s influenciables caer en la anorexia, explica Morande.
En el primer periodo de estudio se ve¨ªan gordas un 22% de las ni?as analizadas. En el segundo, un 43,13%. Por convicci¨®n propia o alentadas por sus familias, el hecho es que las adolescentes vigilan su alimentaci¨®n m¨¢s que antes. "Muchas ni?as no comen pan o cosas que piensen que las puede engordar", cuenta Mar¨ªa A., una jovencita de 13 a?os. Comentarios como "decidme la verdad, ?no me hace mucho culo este pantal¨®n? o ?no me veis gorda?" son diarios en su pandilla. "Y lo gracioso es que siempre se ven m¨¢s gordas las delgadas que las que son gordas de verdad", comenta sin entender muy bien lo que pasa.
El soci¨®logo franc¨¦s Gilles Lipovetsky recoge en su reciente libro La tiran¨ªa de la belleza c¨®mo ha adelgazado el ideal femenino. Si en los a?os 50 las proporciones de las concursantes a cert¨¢menes de belleza eran de 1,71 metros y 55 kilos, hacia 1983 rondaban el 1,76 y los 53 kilos.
Con la modelo Kate Moss, a mediados de los 90, ya se fundieron todos los plomos. En su apogeo, bajo la firma del modista Calvin Klein, sus 44 kilos sustentaban 1,71 metros de altura. La talla anor¨¦xica corri¨® como la p¨®lvora.
El veterano modista Manuel Pertegaz no se atreve a dar una opini¨®n tajante sobre los efectos de esta tendencia. Lo que s¨ª piensa es que ahora en las pasarelas "prima el culto a lo sexy m¨¢s que la distinci¨®n", lo que ¨¦l inculcaba a sus modelos cuando las formaba con mimo en su taller. A ¨¦l le gustan las modelos que considera "en su punto", como Claudia Shiffer.
En contra de lo que opinan afectados y especialistas en anorexia, la industria de la moda rechaza que ¨¦sta sea la primera culpable de las modernas obsesiones adolescentes. La denuncia de que en la reciente Pasarela Cibeles se exig¨ªa una talla 36 a las modelos ha sido rechazada por la organizaci¨®n y negado por las agencias que contratan a las desfilantes.
Puede que el fen¨®meno sea m¨¢s complejo. La sociedad sataniza hoy como nunca la obesidad y el envejecimiento. Y los mensajes proceden tanto de las pasarelas como de las industrias alimentarias o el mercado de la est¨¦tica. A ello se suma un cambio en la identidad de lo femenino. "El papel del cuerpo de la mujer como procreadora se ha devaluado. La mujer ha entrado en el mundo de la competencia del var¨®n y esto puede llevar a algunas adolescentes a querer perder signos de su sexo", opina el psiquiatra madrile?o Jer¨®nimo Saiz.
La mujer no se ha librado de la "presi¨®n social existente para que la gente sea perfecta", dice Saiz. A ella se la exige no s¨®lo que sea bella como anta?o, sino que adem¨¢s destaque como profesional. La anorexia se llega a clasificar hoy como una enfermedad "de g¨¦nero". La padecen 10 chicas por cada chico, aunque ¨¦stos aumentan. Nadie est¨¢ a salvo de esta "nube de contaminaci¨®n", como define Morande a la anorexia actual. Y al igual que sucede con este fen¨®meno que todos respiramos, s¨®lo intoxica a los m¨¢s susceptibles.
La anorexia nerviosa fue descrita a finales del siglo XIX, pero sus caracter¨ªsticas han variado desde entonces. "El ayuno, antes asociado a la salvaci¨®n, la penitencia y la culpa, ahora se relaciona con la est¨¦tica corporal y la aceptaci¨®n social", escribe en El cuerpo como delito Josep Toro, jefe de psiquiatr¨ªa infantil y juvenil del hospital Cl¨ªnico de Barcelona.
Sin negar el influjo de la herencia o de los conflictos familiares en el desarrollo de una anorexia, los especialistas se fijan en un dato para asegurar que est¨¢n ante un fen¨®meno social nuevo y epid¨¦mico: lo que era un trastorno circunscrito a clases acomodadas se ha extendido como el aceite por todo el espectro social. "Estamos ante una epidemia, no hay duda", coincide Morande con otros expertos. El tipo de ni?a m¨¢s susceptible es aquella con baja autoestima, signos de gran exigencia y responsabilidad. Es decir, a la ni?a que hemos hecho entre todos, aquella que arrasa en la vida. Pero es curioso, porque si hasta ahora afectaba a la primera de la clase hoy cae en las garras de la anorexia tambi¨¦n la m¨¢s vaga".
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