Sin memoria, sin grandeza
Convertido en una trituradora de entrenadores, el Madrid busca su duod¨¦cimo t¨¦cnico en nueve a?os, un s¨ªntoma de extrema inestabilidad que no se corresponde con la tradici¨®n de un club que hab¨ªa dispuesto de 18 entrenadores en los cuarenta a?os anteriores. Todo esto se relaciona con el vuelco sustancial que se ha producido durante esta d¨¦cada en el f¨²tbol espa?ol. El Barcelona, aquejado hist¨®ricamente de agon¨ªas sin cuento, se ha convertido en los a?os 90 en el principal referente. Lo ha conseguido por medio de sus ¨¦xitos ( cinco Ligas, tres Copas, una Copa de Europa y una Recopa) y por un sentido institucional del equilibrio traducido en la contrataci¨®n de solo tres entrenadores en diez a?os.Parece que el Bar?a ha traspasado todas sus urgencias al Madrid, donde resulta imposible hablar de ciclos, proyectos, estilo. El club se ha caracterizado durante los ¨²ltimos a?os por una insatisfacci¨®n galopante y por una tendencia cotidiana al dramatismo. Con la perspectiva que produce el tiempo, se puede hablar de una falta de rigor de la instituci¨®n en varios cap¨ªtulos, y especialmente en el relacionado con los entrenadores, asignatura imposible para el Madrid.
Hiddink ser¨¢ la pr¨®xima v¨ªctima de este arrollador proceso de fagocitaci¨®n. Es cierto que el holand¨¦s ha dado s¨ªntomas de flaqueza en varios episodios, pero algo preocupante ocurre en un club que ha liquidado a Toshack (campe¨®n de Liga), Valdano (campe¨®n de Liga), Antic (campe¨®n de Liga y Copa con el Atl¨¦tico) o Heynckes (campe¨®n de Europa). Por no hablar de dos glorias supremas del madridismo: Di St¨¦fano y Camacho. Tambi¨¦n ellos fueron v¨ªctimas del canibalismo feroz.
El retorno de Capello se da por descontado. Entrenador prestigioso, con un historial de primer orden, se caracteriz¨® en su primera etapa en el Madrid por su desd¨¦n hacia el club. Critic¨® la pol¨ªtica institucional, se quej¨® de la falta de diligencia de los directivos, rompi¨® de forma unilateral un contrato de tres a?os, coquete¨® con el Bar?a y tuvo con el Milan la fidelidad que no guard¨® al Madrid. Un rosario de afrentas que, por lo visto, le ayud¨® a ganar la admiraci¨®n del madridismo. En t¨¦rminos freudianos se puede hablar de una respuesta masoquista que invierte la relaci¨®n de poderes en el club, porque as¨ª la verdadera autoridad s¨®lo corresponde a Capello.
El caso Capello vuelve a explicar el problema que supone la dejaci¨®n de responsabilidades. Por lo que respecta a los jugadores se ha convertido en un nuevo signo de ventajismo y debilidad. Quieren a Capello porque eso les evita enfrentarse con el protagonismo que tienen en la crisis del equipo. Desde hace muchos a?os, la mayor¨ªa de ellos cumple un papel parasitario: pretenden la parte golosa del f¨²tbol y desprecian cualquier responsabilidad en los errores. Algo parecido sucede en otras esferas del club. En la secretar¨ªa t¨¦cnica y en gran parte de la directiva. Eligen a Capello como garant¨ªa de comodidad, por un sentido de supervivencia a plazo corto, por la sensaci¨®n de verse protegidos de la ira de la hinchada. As¨ª se escribe la historia en el Madrid: entre urgencias, sin grandeza, sin memoria. Y con una punta de masoquismo.
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