Juan Cambreleng afirma que los abucheos en el Real "no son justos"
El gerente asegura que la Sinf¨®nica de Madrid "est¨¢ mejor que bien"
Al mal tiempo, buena cara. Mientras la orquesta titular del Teatro Real, la Sinf¨®nica de Madrid, sufre bochornosos abucheos, como el recibido anteayer en el recital de Hildegard Behrens, el gerente del teatro, Juan Cambreleng, celebra sus dos a?os al frente del coliseo sin anunciar cambios y elogiando a la orquesta -"est¨¢ mejor que bien y va a m¨¢s"-. Pero cuestiona al p¨²blico, al que culpa de frialdad y de no acoger bien a los artistas.
Juan Cambreleng considera que "no es justo" el abucheo dedicado a la Orquesta Sinf¨®nica de Madrid, titular del teatro, el pasado martes durante la extraordinaria interpretaci¨®n de la soprano Hildegard Behrens. Incluso se oy¨® un grito: "?A ensayar!". El gerente dice: "Nunca se sabe si un fallo de la orquesta es tema de ella, del director, o incluso del p¨²blico".Cuando se le pregunta por la orquesta, cada vez peor aceptada por el p¨²blico, y se le recuerda la propuesta de su antecesor, St¨¦phane Lissner, de hacer audiciones a los m¨²sicos de la Sinf¨®nica de Madrid para una rigurosa criba art¨ªstica -a partir de la llamada "lista de Lissner", donde aparec¨ªa una serie de profesores que presumiblemente no dan la talla-, Cambreleng dice: "Yo, cuando llegu¨¦, opt¨¦ por contratar a esta orquesta, con la que hay relaciones muy buenas porque su disposici¨®n de hacer teatro es grande. Se le exige mejora y perfeccionamiento, y creo que, sin haber llegado al tope de posibilidades, ha mejorado mucho, lo que tambi¨¦n se debe a su trabajo con un director asiduo, como es Garc¨ªa Navarro".
Cambreleng, ajeno a la decepci¨®n del p¨²blico con el coro y la orquesta en el ¨²ltimo t¨ªtulo programado, Tannh?user, de Wagner, considera que la orquesta est¨¢ cumpliendo "mejor que bien las exigencias del teatro, y cada vez va a m¨¢s". Y a?ade: "Estamos negociando una renovaci¨®n por tres a?os m¨¢s, y se est¨¢ estudiando con ellos crear un coro dentro de la orquesta, que ser¨ªa el coro del teatro".
El gerente del Real duda de una parte del p¨²blico que acude al coliseo. "No hay por qu¨¦ despreciar que muchos se acercan por curiosidad o por presunci¨®n, es algo que hay que asimilar, tiene de positivo el aspecto econ¨®mico y que a lo mejor son espectadores que en un futuro se aficionan. Pero tambi¨¦n puede ser negativo, ya que estamos ante un p¨²blico sin conocimiento, y de ah¨ª surge algo que se est¨¢ haciendo evidente, que es la frialdad del p¨²blico del Real. No lo digo como acusaci¨®n, ya que me corresponde subsanarlo". Pero la acusaci¨®n llega: "Son espectadores a los que falta expresividad, afecto, recompensa hacia los cantantes, comprensi¨®n hacia los artistas, y eso debe cambiar, ya que esos profesionales se pueden venir abajo por la indiferencia del p¨²blico. Puede haber un abismo entre una representaci¨®n que se ha ido calentando o que se ha ido enfriando, y los primeros perjudicados son los propios espectadores".
A la pregunta de si est¨¢ dando a entender que el p¨²blico del Real es inculto, se?ala: "Es una manifestaci¨®n de la pr¨¢ctica oper¨ªstica en el teatro, y es posible establecer una comparaci¨®n con lo que ocurre fuera. Tengo cartas de protesta en las que se percibe que est¨¢n escritas por personas que tienen muy poca experiencia teatral y se ve que no son asiduos a la ¨®pera. Tengo respeto por el asiduo, el que viene en invierno, verano, con fr¨ªo y calor, y tengo una cierta reserva hacia el espectador espor¨¢dico, al margen de que mi obligaci¨®n sea captarle".
Cambreleng se muestra euf¨®rico con todo lo concerniente a su gesti¨®n, y s¨®lo aparenta preocupaci¨®n con el p¨²blico, que, dice satisfecho, abarrota el teatro. "La promoci¨®n de p¨²blico hay que abordarla con una cierta precauci¨®n, no se puede generar mucha demanda y atraer a los j¨®venes si luego no se puede satisfacer esa afici¨®n", afirma, al tiempo que se pregunta en voz alta: "?De qu¨¦ sirve crear p¨²blico si luego no se pueden vender entradas?"
Cambreleng est¨¢ convencido de que para la cultura espa?ola hay un antes y un despu¨¦s del Teatro Real, no s¨®lo en el terreno de la ¨®pera, sino en el de la gesti¨®n. Una gesti¨®n para la que emplea el 50% del presupuesto anual, que en 1999 ha sido de 5.800 millones de pesetas. Cambreleng recuerda que los presupuestos ir¨¢n aumentando (para el 2000 se prev¨¦n 6.400 millones de pesetas), y estos aumentos ir¨¢n a parar s¨®lo a la parte art¨ªstica.
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