Los fabricantes de armas de EE UU, en el banquillo
Cinco ciudades norteamericanas se revuelven contra una cultura de la violencia que provoca cada a?o m¨¢s de 36.000 muertos.
Ni?os que disparan a ni?os jugando a ser matones, adultos que resuelven a tiros sus problemas, o delincuentes que por un pu?ado de d¨®lares acribillan a sus v¨ªctimas. La cultura de la violencia armada en Estados Unidos deja un saldo anual de m¨¢s de 36.000 muertos que la sociedad, hastiada de tanta sangre, ya no est¨¢ dispuesta a tolerar. En tribunales a lo largo del pa¨ªs se est¨¢n ventilando demandas contra la poderosa industria de las armas que, hist¨®ricamente, ha actuado con carta blanca, comprando voluntades pol¨ªticas o manipulando la opini¨®n p¨²blica. Todo por salvar su imperio de 450.000 millones de pesetas al a?o.El resultado es una industria con menos regulaciones que la de los cochecitos infantiles. Lo ¨²nico que necesita un ciudadano para obtener una licencia para matar son entre 20 y 30 d¨®lares (entre 3.000 y 4.500 pesetas). A falta de un Congreso que legisle y ponga freno a la epidemia de balas, el pueblo americano ha empezado a tomar el asunto por las riendas legales para que sea en los tribunales donde se dirima la pol¨ªtica de seguridad p¨²blica.
En definitiva, en la balanza social han pesado m¨¢s los muertos y, sobre todo -que nadie se llame a enga?o-, los cientos de miles de millones de d¨®lares que cada a?o cuestan esas vidas a los gobiernos municipales, estatales y al federal. Seg¨²n la ¨²ltima cifra de la Agencia Federal pa-ra el Alcohol, el Tabaco y las Armas (ATF), el coste total por muertos y heridos a disparos es de 20.400 millones de d¨®lares (unos tres billones de pesetas).
Cinco ciudades y condados han sentado en el banquillo a los fabricantes de armas por negligencia en la comercializaci¨®n de sus productos, pidi¨¦ndoles que se responsabilicen econ¨®micamente de las muertes que se han registrado. La primera en abrir fuego fue Nueva Orleans en octubre. Luego le siguieron Chicago, Bridgeport, Miami-Dade y Atlanta. Pero hay otras municipalidades que tienen en la mirilla a la industria de las pistolas: Boston, San Francisco, Los ?ngeles, Filadelfia y Newark.
Las posibilidades de que las querellas prosperen aumentaron considerablemente la semana pasada al sentarse un precedente legal en un tribunal federal de Brooklyn, en el Estado de Nueva York. Por primera vez en EEUU, un jurado emiti¨® un veredicto de culpabilidad contra varios fabricantes demandados por las familias de seis v¨ªctimas, y les oblig¨® a indemnizar con 560.000 d¨®lares (82 millones de pesetas) al ¨²nico superviviente.
La sentencia puso muy nerviosa a una industria, que s¨®lo unos d¨ªas antes se vanagloriaba de haber dado un tiro de gracia a la capacidad de Georgia para denunciarla. En un hecho tan ins¨®lito como inquietante, ese Estado sure?o aprob¨® una ley prohibiendo a sus ayuntamientos entablar cualquier tipo de acci¨®n legal contra las empresas de armas. Ocurri¨® por las influencias tras bastidores de la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA), el lobby m¨¢s poderoso en contra del control de las armas, cuyo vicepresidente es el actor Charlton Heston, y entre cuyos tres millones de miembros se encuentra el propio gobernador de Georgia, que sancion¨® la ley. Esta semana se present¨® un proyecto de ley id¨¦ntico en Florida que cuenta con apoyo mayoritario.
Por su parte, los grupos que promueven el control de armas no se han quedado cruzados de brazos. "La de Brooklyn es la primera victoria, pero no va a ser la ¨²ltima", afirma la abogada Kristen Rand, directora de la prestigiosa organizaci¨®n nacional Violence Policy Center. "?ste puede ser", contin¨²a, "el a?o de los litigios contra las armas, porque el veredicto muestra que esa industria, al igual que la del tabaco, son vulnerables en los tribunales".
Ante el paralelismo con las tabaqueras, que han tenido que pagar sumas millonarias para zanjar demandas en los 50 Estados, los fabricantes de armas se han apresurado a advertir que ellos no son "tan ricos" y esto puede llevarles "a la bancarrota", en palabras de Jack Adkins, director del American Shooting Sports Council (ASSC), que representa a 350 empresas. S¨®lo la factura legal puede ascender a un mill¨®n de d¨®lares diario (cerca de 150 millones de pesetas) si llegara a 20 el creciente n¨²mero de ciudades demandantes. Son c¨¢lculos independientes de acad¨¦micos, como el profesor de derecho Lester Brickman, que piensan que puede cambiar la din¨¢mica social en EEUU y, seg¨²n los m¨¢s optimistas, acabar con la epidemia de sangre en las calles.
Aunque el objetivo ¨²ltimo de los pleitos no es s¨®lo recuperar los gastos de hospitales, polic¨ªa, etc¨¦tera, sino forzar a los fabricantes a hacer concesiones en la seguridad y comercializaci¨®n de sus letales artefactos, el calibre de esta guerra es sin duda econ¨®mico. Y no s¨®lo porque las indemnizaciones a los gobiernos municipales por los vecinos muertos o heridos sean millonarias, sino porque la conciencia social en aumento puede forzar un "par¨®n" en la producci¨®n.
El fundamento legal usado en el caso de Brooklyn es precisamente la sobresaturaci¨®n del mercado en los Estados con normativas laxas, como Florida, Georgia, Luisiana, Tejas o Alabama, donde se origina la red de tr¨¢fico ilegal hacia los del norte, como Nueva York, que tiene un control estricto de la venta de armas. En la mayor¨ªa de los Estados sure?os se puede comprar una o m¨¢s pistolas o rifles s¨®lo ense?ando el carn¨¦ de conducir, y hay millones de personas que se han hecho con verdaderos arsenales.
Seg¨²n la ATF y el FBI, el n¨²mero de armas en EEUU se eleva a la escalofriante cifra de 210 millones. Y cada d¨ªa se venden 30.000 m¨¢s. Esto es posible porque la Segunda Enmienda de la Constituci¨®n establece el derecho a poseer armas. En el debate nacional que ha provocado el tema nadie ha mencionado una reforma constitucional.
Los principales lobbies como el NRA o el ASSC se autodenominan guardianes de ese derecho. NRA lanz¨® hace poco una campa?a para captar nuevas generaciones de "soldados", y en la portada de la revista American Rifleman apareci¨® Charlton Heston con el titular: "?Han perdido nuestros ni?os su derecho a las armas?". Lo que no mencionaba es que cada d¨ªa un promedio de 14 a 16 menores mueren por disparos.
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