Alicia en Eurolandia
Se viene hablando repetidamente de la fortaleza de la Uni¨®n Europea (Eurolandia) en esta crisis. Sin pretender echar agua al vino, me gustar¨ªa hacer unas anotaciones de tipo estructural, en los dominios financieros y de la econom¨ªa real. Pero antes, y dentro de lo conyuntural, no deber¨ªamos olvidar que en Eurolandia se percibe hoy un divorcio entre el optimismo del consumidor y la reticencia del empresario. Si la reciente relajaci¨®n monetaria europea ha paliado los efectos de la crisis, sin alterar los precios, ha sido no s¨®lo por la disciplina presupuestaria de sus miembros sino tambi¨¦n porque el pulso subyacente de la econom¨ªa continental no era ciertamente acelerado.El mencionado divorcio entre las expectativas de consumidores y empresarios puede que se decante en algo ecl¨¦ctico si no hay complicaciones que luego repasaremos. En todo caso, la pol¨ªtica de tipos bajos en Europa se est¨¢ haciendo necesidad como consecuencia de la fortaleza del euro. Aunque s¨®lo sea por las previsiones de contratos internacionales en euros y por la nueva distribuci¨®n de las reservas mundiales, la pujanza del euro es de esperar que siga, a pesar de sus tipos simult¨¢neamente bajos, todo ello en una espiral de causas y efectos a veces contradictorios.
En cuanto a la inflaci¨®n, variable clave y contenida en Eurolandia, ha de tenerse en cuenta el desplome de los precios del crudo y de los precios de servicios que est¨¢n siendo liberalizados, como los de telecomunicaciones y en menor medida los energ¨¦ticos. Todo lo cual -inflaci¨®n controlada, euro fuerte, cierta coraza ante el exterior, en Eurolandia- debe entenderse en un contexto de alto paro europeo y de la asunci¨®n de que este bloque no es algo aislado del resto. De que Eurolandia no puede ni debe aislarse de los dem¨¢s, y esto me lleva a una consideraci¨®n financiera y a otra real.
Los factores financieros y los fundamentos.
El pasado verano comentaba en este mismo diario, c¨®mo esos monstruos inversores llamados Fondos -apalancados por m¨¢s se?as- y los movimientos de capitales introducen distorsiones en los mercados de un calado tal que acaban socavando los cimientos de la econom¨ªa real de un pa¨ªs. Lo que empez¨® en Asia, en parte ya ven¨ªa de unas monedas artificialmente fuertes por mor de entradas masivas previas de dinero caliente. Lo que sigui¨® despu¨¦s en Latinoam¨¦rica, en parte se debi¨® a salidas incontroladas de capitales, a cambios de posicionamientos inversores y a la necesidad de pagar con tipos astron¨®micos la defensa de sus divisas. Lo que ocurri¨® como remate fue la elevaci¨®n de la prima de riesgo ya en el propio Occidente con el consiguiente deterioro de sus mercados, en parte (por supuesto, siempre es parcial la explicaci¨®n) por los da?ados intereses occidentales en los pa¨ªses emergentes, una parte de los cuales hab¨ªan sido guiados por consideraciones especulativas sin la menor prudencia ni ponderaci¨®n. Al final, la demanda y la capacidad de consumo resultaron muy afectadas v¨ªa precios de valores en declive.Dicho lo cual, no se ve en tales secuencias d¨®nde est¨¢n los fundamentales de un pa¨ªs o de una empresa. Es como si los fundamentales no bastaran cuando fallan las coordenadas que pululan debajo de ellos. Es preciso cierto equilibrio entre la econom¨ªa real y financiera, poner a buen recaudo los demonios de dentro y los de fuera. En Europa puede haber mercados viscosos que no configuran precios adecuados ni dan se?ales claras al cliente. Puede haber regulaciones a mejorar. Sin duda. Pero Europa y sus mercaderes son influidos adem¨¢s por actuaciones de fuera, poco o mal controladas (operatoria de fondos apalancados y de derivados), por programas oficiales con pa¨ªses emergentes mal concebidos y peor vigilados, por regulaciones y pol¨ªticas de pa¨ªses extraeuropeos sin el m¨ªnimo rigor.
Hoy, un dilema capital en Brasil es que su ajuste fiscal, a¨²n cumpli¨¦ndose, no pueda degenar en una recesi¨®n, aparte su devaluaci¨®n desproporcionadas. Yo espero que no ocurra. Pero en todo caso, su deuda p¨²blica de una corta maduraci¨®n y de una dura indexaci¨®n con tipos insoportables est¨¢ asfixiando su presupuesto. Ello es, en parte, consecuencia de movimientos de capital incontrolados. Y a su socaire preguntar¨ªamos: ?C¨®mo se han establecido programas de ayuda en pa¨ªses como Rusia, c¨®mo se han vigilado, c¨®mo la banca japonesa ha podido permanecer durante m¨¢s de diez a?os con ratios de recursos propios ¨ªnfimos o de cr¨¦ditos incobrables inusitados, c¨®mo una divisa se mueve m¨¢s por los tipos de inter¨¦s que por sus fundamentales?
A primeros del pasado mes de octubre se desplom¨® el d¨®lar frente al yen en cuesti¨®n de minutos. Unos fondos de alto riesgo hab¨ªan apostado en plena crisis contra el yen, lo ve¨ªan a 150 yenes por d¨®lar. Pero empez¨® a suceder lo contrario, en parte (siempre en parte) porque los bancos japoneses tuvieron que comprar yenes para hacer frente al recorte de las l¨ªneas occidentales y porque ¨¦stas se hab¨ªan encarecido. Esos Fondos tuvieron que deshacer contra reloj sus posiciones para acotar sus p¨¦rdidas. En la Bolsa espa?ola en agosto y septiembre, esta clase de fondos sobrevendieron paquetones de valores con intereses en Latinoam¨¦rica como una forma de paliar sus inversiones especulativas en aquella zona, pero tuvieron que rescatar despu¨¦s a precios muy superiores ese papel del que no dispon¨ªan. Adem¨¢s vendieron toda clase de activos en que a¨²n ten¨ªan margen o perd¨ªan menos para compensar otros deterioros o para hacer liquidez.
Lo que le econom¨ªa tiene de contingente por el comportamiento humano se exacerba a trav¨¦s de insuficientes controles o regulaciones. Al final, los capitales se mueven por la tensi¨®n entre el margen y la prima de riesgo, lo malo es que esta ¨²ltima es imprevisible porque -parodiando a El halc¨®n malt¨¦s- est¨¢ hecha del material de los sentimientos. Y no creo que esta forma de hablar atente contra el principio de mercado bien entendido. Tengamos en cuenta que los efectos causados con actuaciones como las citadas arriba no son algo anecd¨®tico sino que se enraizan y llegan a trastocar expectativas y realidades. Y Eurolandia habr¨¢ de vivir en tales tesituras, en una posici¨®n no s¨®lo de afectada sino de inductora cada vez en mayor medida.
La econom¨ªa real europea.
Los pa¨ªses de la Uni¨®n Monetaria, especialmente los peque?os y Espa?a, tienen un comercio muy intraeuropeo, de modo que Eurolandia es bastante endog¨¢mica. Esto est¨¢ cambiando en el terreno de las inversiones directa en pa¨ªses, emergentes o no, de fuera de la Uni¨®n, como forma de adquirir una nueva dimensi¨®n en un nuevo contexto. Con independencia de estos posicionamientos empresariales, Europa va a perfeccionar su mercado y a configurarse como un bloque compacto diverso de otros bloques, por lo que se supone habr¨¢ de afirmar su identidad en lo pol¨ªtico y en lo econ¨®mico.En el campo de la econom¨ªa real parece que habr¨¢ que especializarse a escala mundial, tanto por vocaci¨®n como por obligaci¨®n. Y, correspondientemente, sus pa¨ªses miembros tendr¨¢n que subespecializarse en sectores estrat¨¦gicos. De modo que el "enemigo" de un miembro no debiera ser otro miembro, en base a diferenciaciones fiscales o de otro tipo. Una cierta subespecializaci¨®n por pa¨ªses har¨ªa menos perentoria la armonizaci¨®n fiscal plena y la homologaci¨®n de las partidas sociales presupuestarias (su forma de prestaci¨®n y cobertura) o de las pol¨ªticas laborales. Todo ello parece de vital importancia en un momento de revisi¨®n de aportaciones de los miembros y de ampliaci¨®n de la comunidad.
A su vez, una especializaci¨®n de Eurolandia -en uni¨®n de sus inversiones directas for¨¢neas- podr¨ªa corregir el elevado perfil dom¨¦stico actual con el objetivo de controlar mejor los balances de flujos financieros y reales a escala mundial y estar m¨¢s a salvo de las influencias esp¨²reas del exterior. Hoy de hecho ya hay cinco sectores con un peso muy elevado en el PIB europeo, pero algunos de ellos habr¨¢n de reestructurarse y en todo caso actualizarse en su regulaci¨®n (por ejemplo, el de energ¨ªa) y en su pol¨ªtica laboral y de empleo.
Ojal¨¢ Eurolandia sea nuestro pa¨ªs de las maravillas. Cambiar¨¢ muchas cosas pero no har¨¢ que, por ejemplo, las plantas crezcan m¨¢s deprisa, como dicen que ocurre cuando la Naturaleza siente remordimientos tras esos huracanes con nombre de ni?o o de mujer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.