Un vergel agoniza
La edificaci¨®n en las riberas del r¨ªo Manzanares es un proceso imparable. El ¨²ltimo hito de este avance de la construcci¨®n en terrenos ribere?os es el proyecto de incluir m¨¢s de 250 viviendas y servicios adyacentes sobre cuatro hect¨¢reas del terreno aleda?o del r¨ªo. El lugar donde se alzar¨¢ el nuevo complejo edificado, se extiende sobre unos viveros y huertas, hoy abandonados, al final de la calle de los Embajadores. La zona, no lejos de la plaza de Legazpi, se encuentra en el ¨²ltimo recodo del Manzanares antes de finalizar su canalizaci¨®n urbana, cercada asimismo por la autopista de circunvalaci¨®n M-30. A¨²n hoy cabe ver la masa de centenares de cipreses donde a¨²n anidan algunos halcones j¨®venes.Apenas cinco d¨¦cadas atr¨¢s, y durante diez siglos, Madrid cont¨® en las riberas del Manzanares con 325 hect¨¢reas de huertos, viveros y praderas. De ellos se abasteci¨® de alimentos y arbolado para nutrir a su creciente poblaci¨®n, ornamentar de vegetaci¨®n los sucesivos ensanches capitalinos y procurar solaz para sus habitantes. La cadena de feraces huertas abarcaba desde los hoy viveros de Migas Calientes, a la altura de Puerta de Hierro, hasta Legazpi, donde se encuentra el ¨²ltimo eslab¨®n verde a punto de ser edificado.
"Grande frescura y amenidad de sotos". Con esta frase, el cronista Jer¨®nimo de la Quintana describ¨ªa a principios del siglo XVII la bondad de las m¨¢rgenes del r¨ªo, donde situaba "quintas, huertos y jardines particulares sin n¨²mero". Adem¨¢s, destacaba la presencia en estos predios de "amen¨ªsimos y apacibles prados, deleitosas riberas y dehesas llenas de sustento y pasto para el ganado, casi infinitas huertas y jardines con variedad de flores y rosas olorosas", como recoge en un reciente estudio Luis Ram¨®n Laca, arquitecto paisajista becario del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, adscrito al panel de especialistas del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid.
Entre el material documental gr¨¢fico utilizado por Laca existe una fotograf¨ªa de principios de siglo, desde la margen derecha del r¨ªo, donde se aprecian encinas y almendros, junto con una profusa vegetaci¨®n de ribera en la que se distinguen olmos, sauces y ¨¢lamos, as¨ª como numerosas huertas de la hoy desolada vega.
A lo largo del r¨ªo, la superficie arb¨®rea y hort¨ªcola se desplegaba dibujando un paisaje singular. De las huertas destacaban las del Marqu¨¦s de Palacios, las Minillas, Leganitos, la Buitrera, la Florida, la Tela y la Huerta de la Puente y Molino Quemado, de acuerdo con el mapa alzado por Pedro Teixeira, en el siglo XVII.Desde entonces, el proceso de edificaci¨®n de Madrid fue reduciendo estas ¨¢reas de cultivos y arb¨®reas hasta proporciones tan exiguas como las que hoy exhibe. Seg¨²n las conclusiones del estudio del paisajista, esta riqueza de vegetaci¨®n arb¨®rea y frut¨ªcola obedec¨ªa al uso generalizado de un ingenio all¨ª utilizado para extraer agua de pozos y para el regad¨ªo de tal vergel. Eran norias de tiro, que existieron en la zona desde la Edad Media hasta comienzos del siglo XX. Un embajador del monarca Felipe II, recoge Luis Ram¨®n Laca, asegur¨® haber visto artefactos similares en la antigua Persia.
Tal juicio es congruente con el origen, tambi¨¦n persa, del dise?o de los famosos viajes de agua, sistemas de canales subterr¨¢neos que abastecieron Madrid de agua desde tiempo inmemorial. De las variedades vegetales existentes en Madrid, otra pauta m¨¢s, destacaba el alf¨®nsigo, de la especie Pistacia vera, el pistacho, fruto t¨ªpico igualmente de las mesetas iran¨ªes.
La remuneraci¨®n de los norieros madrile?os a finales del siglo XVII se fijaba anualmente en 20.325 reales de vell¨®n, algo menos la de los jardineros y un tercio menos la de los podadores, destaca el arquitecto paisajista. Ello da una idea de su importancia en el abastecimiento de productos hort¨ªcolas a la ciudad.
Hoy, apenas quedan dos decenas de hect¨¢reas de aquel vergel magn¨ªfico, una zona de investigaciones agron¨®micas repartida en lotes dispersos junto al cauce fluvial y la Casa de Campo, en los que los viveros municipales ribere?os del r¨ªo, tambi¨¦n afrontan el peligro de desaparecer. De hecho, un proyecto municipal estuvo a punto de ensanchar la depuradora de Migas Calientes a costa del vivero.
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