Una familia que vive del cerdo
"Mi padre, que fue el impulsor el negocio, se llamaba Alfonso por Alfonso XIII, el abuelo del Rey". Los Thate son una de las muchas familias alemanas, como los Kn?rr o los Lipperheide, que recalaron en Euskadi. Hermann Thate, el primero de esta saga que lleg¨® a Bilbao, pas¨® antes por San Juan de Luz en la primera d¨¦cada del siglo, donde trabaj¨® como ma?tre en el Hotel Golf y trab¨® amistad, gracias a su trabajo, con el monarca. Tal es as¨ª que uno de sus hijos recibi¨® su nombre en su honor. Hermann, hijo de un guardabosques de Sajonia, estudi¨® el oficio de charcutero en Berl¨ªn y, tras una breve estancia en Londres, recal¨® en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, donde se cas¨® con Magdalena Irazusta. La Primera Guerra Mundial le oblig¨® a cruzar la frontera con destino a San Sebasti¨¢n, de donde pas¨® a Castej¨®n (Navarra). Fue en este pueblo donde conoci¨® a Severo Unzue, due?o del caf¨¦ Iru?a de Bilbao, quien le contrat¨® como encargado de local. A su llegada a la capital vizca¨ªna ya contaba con dos hijas, Alwina y Juana, a las que en breve acompa?ar¨ªan Luis y Alfonso. Pero la inquietud de este alem¨¢n le llev¨® a abrir un bar, el Gambrinus, en la calle Hurtado de Am¨¦zaga. El ¨¦xito del local se bas¨® en los productos de charcuter¨ªa de elaboraci¨®n propia. As¨ª, siguiendo los consejos de la colonia alemana en Bilbao, se decidi¨® a abrir en 1922 La Moderna en la calle Hurtado de Am¨¦zaga, al que luego sigui¨® otro local del mismo nombre en la calle Astarloa. La guerra civil y, posteriomente, la Segunda Guerra Mundial hizo que los Thate se vieran obligados a cerrar su negocio y su casa en Bilbao para volver a Alemania. Terminado el conflicto y en pleno periodo de posguerra, los Thate reabrieron los dos locales de la capital alemana. Hasta 1956, a?o en que muri¨® a los 74 a?os, Hermann sigui¨® al frente de los negocios con la ayuda de sus hijos que, poco a poco, ir¨ªan separando sus caminos. Juanita mont¨® una charcuter¨ªa con el mismo nombre en Santander, que hoy ya no existe. Alwina se retir¨® del negocio, Luis hered¨® la tienda de Hurtado de Am¨¦zaga y Alfonso, que hab¨ªa luchado en la guerra mundial, la de Astarloa. Hoy s¨®lamente queda este ¨²ltimo negocio, que regentan los cuatro hijos de Alfonso: Hermann, de 37 a?os; Enrique, de 36; Carmen, de 33, y Alfredo, de 29. Alfonso, quien estudi¨® primero en Santiago Apostol y luego en la Escuela de Comercio, fue realmente el impulsor y el que dio prestigio al negocio. Hubo unos a?os en los que lleg¨® a haber dos locales de La Moderna en Bilbao, uno en Las Arenas, uno en Algorta y otro en Santander. "Era una hombre muy alem¨¢n", se?ala Enrique, quien confiesa que en su casa han mantenido la lengua de su padre. Pero en los mejores momentos del comercio, en 1982, muri¨® Alfonso de un infarto a los 56 a?os. Su esposa y sus hijos optaron por cerrar la tienda tan solo dos d¨ªas. "No sab¨ªamos nada del negocio. Recuerdo que al d¨ªa siguiente de morir mi padre me dijeron que fuera al banco a preguntar el saldo. As¨ª lo hice y dije que lo hac¨ªa de parte de padre. Recib¨ª como respuesta la p¨¢gina del peri¨®dico en la que estaba la esquela de mi padre", cuenta Enrique. El negocio pas¨® a manos de la madre, quien este mes de marzo, a los 69 a?os, ha decidido jubilarse y dejar todo en manos de sus hijos, quienes han constituido una sociedad de responsabilidad limitada. Los primeros a?os fueron duros. Hermann, el ¨²nico que conoc¨ªa el negocio, estaba en la mili. A Enrique le toc¨® aprender de golpe y cuando lo hizo sigui¨® los pasos de hermann en el Ejercito. Pese a todo, los hermanos, vieron en 1987 que ten¨ªan posibilidades de crecer y montaron en un pabell¨®n de 300 metros cuadrados una f¨¢brica de embutidos. Sin embargo, en 1992 y debido a un cortocircuito su carrera industrial se cort¨®. Un incendio que se repiti¨® en la charcuter¨ªa. Ello no fue excusa para que siguieran pensando en la forma de incrementar el negocio familiar, siempre considerando que su ventaja competitiva era su embutido de elaboraci¨®n propia. Hoy los cuatro hermanos se reparten el trabajo: Enrique est¨¢ en la gerencia, Hermann y Alfredo son los charcuteros y Carmen atiende al p¨²blico. Adem¨¢s cuentan con tres empleados en la charcuter¨ªa y con otros dos en la peque?a cervecer¨ªa de la calle Carmelo San Gil, que se abri¨® en 1997. Desde su obrador para particulares y hosteler¨ªa salen m¨¢s de 2.500 salchichas cada d¨ªa. Ahora, y tras convencer a la cervecera alemana Paulaner, gracias a su ¨¦xito con la txozna de la Academia del Cerdo, Txarriduna, de la que son fundadores, su negocio va dar un salto con las cervecer¨ªas propias.
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