El fracaso de Van Gaal
Cuando un suceso se repite con contumacia se puede hablar de cualquier cosa menos del azar. Nada m¨¢s lejos de lo imprevisto que las sucesivas derrotas del Barcelona frente al Valencia. En cada uno de los tres partidos se repitieron punto por punto las circunstancias que le llevaron a la ruina. Su dificultad para leer el juego del Valencia ha sido clamorosa.Por supuesto que el Valencia supone un grave problema para cualquier equipo con intenci¨®n protagonista, dispuesto a correr los riesgos que el conjunto de Ranieri no corre de ninguna manera. Nadie sufre m¨¢s este precio que el Barcelona. En la paga de su prestigio va la voluntad de conquistar los partidos sin cicater¨ªas. As¨ª contruyen los grandes su historia.
Tampoco est¨¢ mal que el Valencia se aproveche de la generosa vocaci¨®n del Bar?a. Son dos modelos opuestos que enriquecen este juego. Otra cosa es que el Valencia necesite de equipos como el azulgrana para resaltar todas sus cualidades. Porque cuando sus rivales declinan cualquier responsabilidad en el juego de ataque, el Valencia acostumbra a ofuscarse. En cualquier caso se trata de un equipo que no enga?a a nadie. Se sabe que prefiere entregar la conducci¨®n del partido al adversario, que se defiende con una intensidad feroz, que desprecia la elaboraci¨®n, que busca el contragolpe sin disimulo y que dispone de los jugadores precisos para hacerlo. Sobre todo, cuenta con Piojo L¨®pez, un bal¨ªn en estado de euforia.
El Valencia no modific¨® ni una coma de su gui¨®n en los tres partidos frente al Barcelona. Le tumb¨® con una serie perfecta de contragolpes, casi todos interpretados por Claudio L¨®pez, devastador por su rapidez y por su facilidad para aprovechar los errores defensivos del Bar?a. En este punto la figura de Van Gaal resulta muy cuestionable. ?Qu¨¦ papel cumple un entrenador que no encuentra una f¨®rmula para proteger a su equipo? ?Qu¨¦ recursos manej¨® para desactivar la certera, pero simple, arma del Valencia? ?Qu¨¦ pone Van Gaal en este invento?
Nadie ha salido m¨¢s desacreditado que el t¨¦cnico holand¨¦s en el derrumbe de su equipo frente al Valencia. Los jugadores del Bar?a tienen todo el derecho a sentirse desamparados en estos momentos. Necesitaban un entrenador que les protegiera, y no lo encontraron. Entre resignado y perplejo, el t¨¦cnico azulgrana ha hecho el tancredo. No ha tenido cintura, ni rapidez de reflejos, ni la m¨ªnima agudeza necesaria para limitar los grav¨ªsimos da?os que le ha causado el Valencia.
Cualquier entrenador del Barcelona sabe que dispone de una plantilla lujos¨ªsima. Se sabe, por tanto, a salvo de las desgraciadas contigencias que asaltan al com¨²n de los los t¨¦cnicos, obligados a administrar recursos infinitamente menores. El verdadero trabajo de Van Gaal consiste en molestar poco y buscar respuestas a la media docena de partidos que califican su talento como entrenador. Por citar uno: frente al Valencia, que repetidamente le desacredita.
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