El rasero del Concilio Vaticano II
Lejos quedan los tiempos en los que monse?or Guerra Campos, el obispo ultraconservador de Cuenca, promet¨ªa no pisar la sede de las asambleas episcopales, en las que hab¨ªa mandado durante a?os para no encontrarse con el cardenal Taranc¨®n, el eclesi¨¢stico que m¨¢s hizo para alejar de Espa?a, a la muerte de Franco, el secular espantajo del clericalismo y la clerofobia.Ni derecha, ni centro ni izquierda. La mayor¨ªa de los obispos reclaman ahora que se les juzgue por el rasero del Concilio Vaticano II y por su adhesi¨®n mayor o menor al estilo pastoral del largo papado de Juan Pablo II. En todo caso, superados los conflictos de la transici¨®n en la trayectoria que marc¨® el taranconismo, los prelados espa?oles han renunciado a su hist¨®rico papel de poder f¨¢ctico y, salvo matices de car¨¢cter, se mueven ahora en la moderaci¨®n y la discreci¨®n.
Una pregunta les hace fruncir el ce?o: las broncas maneras de la Cope, la cadena radiof¨®nica de la Conferencia. Pero una gran mayor¨ªa de los obispos diocesanos dicen no sentirse concernidos con lo que un prelado gallego llama "las batallas de Madrid". Habr¨¢ que ver la suerte que corre esta semana el poderoso presidente de la comisi¨®n de medios de comunicaci¨®n, Antonio Montero Moreno, que rinde cuentas de su quinto trienio en el cargo.
Sobre el Gobierno
Taranc¨®n dijo poco antes del triunfo del PSOE en 1982 que "con Gobiernos menos cat¨®licos, la Iglesia vive mejor". El poderoso sector democristiano del Gobierno de la UCD hab¨ªa maniobrado para desbancar al valeroso cardenal de la presidencia de la Conferencia Episcopal en 1978 (la alternativa era precisamente Yanes), por negarse a bendecir la existencia de un partido con apellido cristiano.La ofensiva de la derecha cat¨®lica se recrudeci¨® en v¨ªsperas de la asamblea episcopal convocada para el 23 de febrero de 1981. Aquella noche desgraciada, Taranc¨®n se despidi¨® del cargo, cumplidos los tres mandatos estatutarios, pero, mientras los militones sublevados ten¨ªan secuestrado al Congreso y en vilo a los espa?oles, el cardenal tuvo arrestos para sumar los votos necesarios en torno a su candidato, Gabino D¨ªaz Merch¨¢n, cuya gran presidencia complet¨® la transici¨®n de la Iglesia espa?ola.
Con la llegada de la derecha al Gobierno, en 1996, algunos obispos esperaban resolver sin dificultad los contenciosos que no pudieron cerrar durante la Administraci¨®n socialista. Pero dicen sentirse decepcionados. No s¨®lo no se les hace caso en todas sus reclamaciones, sino que tienen la impresi¨®n de que el presidente Aznar, en su viaje al centro, ha llegado a la conclusi¨®n de que el clericalismo quita votos.
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