Pujol y el poder catal¨¢n
Sin aportar nada nuevo en su listado de agravios y reivindicaciones, Pujol insisti¨® en su conferencia de Esade en la doctrina del hecho diferencial y apel¨® a criterios de eficacia para justificar su reclamaci¨®n de mayor poder pol¨ªtico y econ¨®mico.El fundamento ideol¨®gico del discurso de Pujol es que Catalu?a es diferente y que debemos sacar las conclusiones pol¨ªticas pertinentes de ello. Un argumento recurrente que Pujol agudiza para atacar como unitarista la propuesta federal de su adversario Maragall. En sentido descriptivo el hecho diferencial es una obviedad: todos somos diferentes. En sentido pol¨ªtico significa que cada pa¨ªs tiene una gente, una tradici¨®n, una cultura y una historia que le singulariza. Otra obviedad. En sentido administrativo y competencial me parece problem¨¢tico negar a cualquier otra autonom¨ªa el derecho a tener, si las quiere, las mismas competencias que Catalu?a. Los hechos diferenciales objetivos se acaban pronto: la lengua, el derecho civil, la cultura y poco m¨¢s. ?En nombre de qu¨¦ principio democr¨¢tico se puede negar a Extremadura o a Castilla y Le¨®n una polic¨ªa propia o una competencia exclusiva en la administraci¨®n de justicia, si la quieren? Catalu?a no se puede construir mirando de reojo a las otras comunidades. Esta obsesi¨®n por ser una autonom¨ªa de primera categor¨ªa, adem¨¢s de ser discutible democr¨¢ticamente, contribuye a dar una imagen de Catalu?a profundamente antip¨¢tica.
Pujol se pregunta: ?por qu¨¦ Catalu?a necesita mayor poder pol¨ªtico? Esta pregunta se puede responder de dos maneras: en el orden de los principios o en el terreno de lo pragm¨¢tico. Para un nacionalista no deben caber dudas: Catalu?a necesita mayor poder pol¨ªtico porque es una naci¨®n y toda naci¨®n tiene derecho a tenerlo. Pero Pujol utiliza el argumento pragm¨¢tico: "Si en el t¨¦rmino de unos a?os no se resuelve la doble insuficiencia pol¨ªtica y econ¨®mica de Catalu?a, que ahora vive un presente positivo" puede en cambio "encontrarse con un futuro problem¨¢tico". Dejemos aparte la contradicci¨®n del planteamiento: si en las actuales circunstancias el presente ha sido positivo, ?por qu¨¦ en las mismas condiciones el futuro ha de ser problem¨¢tico? Son contradicciones de quien siempre quiere estar tocando las campanas y presidiendo la procesi¨®n. Al tener que defender su discutible gesti¨®n de gobierno y seguir manteniendo la llama de la reivindicaci¨®n las contradicciones son inevitables. Pero ?en qu¨¦ se concretan las dificultades de futuro? Pujol habla de "una autonom¨ªa disminuida", con riesgo de que incluso la identidad catalana se resienta de ello; una p¨¦rdida de capacidad de modernizaci¨®n y de competitividad; y una enorme dificultad para mantener el Estado del bienestar.
Dejemos de lado la cuesti¨®n esot¨¦rica de la identidad catalana de imposible evaluaci¨®n objetiva, ?qu¨¦ garantiza que con mayor poder pol¨ªtico y econ¨®mico Catalu?a mejore competitividad y bienestar? La gesti¨®n del Gobierno de Pujol no es precisamente una prueba convincente, pero puede pensarse que otros lo har¨ªan mejor. La creaci¨®n en veinte a?os de una administraci¨®n anquilosada, con los vicios de las m¨¢s a?ejas burocracias, es un obst¨¢culo contra el que no les ser¨¢ f¨¢cil luchar a los que lleguen despu¨¦s al poder, pero no es precisamente la burocracia espa?ola un modelo universal de eficacia. El sistema clientelar conocido como modelo catal¨¢n no es un ejemplo de modernidad, en la medida en que lastra considerablemente la innovaci¨®n y la creaci¨®n de valor a?adido indispensables para definir un pa¨ªs con capacidad de adaptaci¨®n a los cambios de escala. La l¨®gica jacobina con que el gobierno nacionalista, tan descentralizador cuando habla con Madrid, ha roturado Catalu?a tampoco es un signo acorde con unos tiempos en que lo local adquiere cada vez m¨¢s fuerza. Y no entremos en los costes sociales del nacionalismo ideol¨®gico, que tambi¨¦n los tiene. Con todo lo cual el argumento pragm¨¢tico escogido por Pujol es por lo menos discutible. Y conduce a lo que su propuesta de un pacto nacional querr¨ªa evitar: el debate sobre su gesti¨®n de gobierno. Catalu?a debe mirar a Espa?a a la cara. Con la franqueza que merece lo mucho que se ha andado juntos. Mirarla de reojo desde la suficiencia del hecho diferencial es, por lo menos, descort¨¦s.
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