"P¨®ntelo. P¨®nselo"
Mejor aut¨¦nticos, que simp¨¢ticos. Si se trata de expresar con rigor las propias convicciones morales (las cat¨®licas de toda la vida, seg¨²n su criterio), es evidente que los cardenales Rouco y Carles van a seguir a rajatabla la m¨¢xima vaticana a la que recurri¨® hace cinco meses su predecesor, el arzobispo Yanes, cuando calific¨® de "licencia para matar" una iniciativa parlamentaria sobre el cuarto supuesto despenalizador del aborto.Con el sida se habla de muerte y de miseria, de una tragedia sin medida, que afecta tambi¨¦n a ni?os y ancianos, y a pueblos enteros, y que, en contra de lo que piensan los moralistas m¨¢s radicales, tiene que ver con m¨¢s cosas que el vicio, la castidad o la moral.
Eso es la prehistoria. Han pasado casi quince a?os desde que el imponente actor Rock Hudson apareci¨®, consumido, en todas las televisiones del mundo advirtiendo contra una enfermedad que los conservadores calificaron entonces de "la peste de los homosexuales".
Y han pasado cientos de campa?as, estatales, auton¨®micas, municipales, de todo tipo. Y decenas de documentos eclesi¨¢sticos, incluido aquel del arzobispo de Pamplona, Jos¨¦ Mar¨ªa Cirarda, contra el reparto de 12.000 preservativos por las pe?as durante los sanfermines de 1987.
El sida no se cura con pastorales ni se espanta su peligro con exclamaciones morales. Lo dijo el ex ministro de Sanidad, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, en 1993, a prop¨®sito de la fort¨ªsima ofensiva conservadora y episcopal que sufri¨® la famosa campa?a P¨®ntelo. P¨®nselo. "Si los pecados se quitan en el confesionario, el sida no".
Aquella campa?a se inici¨® en 1990 y fue anulada por la Audiencia Nacional, pero no por cuestiones morales, (al contrario: el fallo judicial declar¨® no lesionadas "la moral, la intimidad ni la libertad religiosa"), como pretend¨ªan los recurrentes, sino por incumplir la ley de Publicidad.
Las campa?as m¨¢s radicales contra el sida se han realizado en Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia o Dinamarca. En ninguno de esos pa¨ªses la Iglesia ha sido tan beligerante como en Espa?a.
Los te¨®logos llevan siglos sorprendi¨¦ndose con el misterio que supone para el hombre hacer compatible a Dios con el mundo, pero los nuevos responsables de la Conferencia Episcopal Espa?ola lo han dejado claro: en aquellos casos en que la doctrina no sea compatible con el mundo, prevalecer¨¢ la doctrina. La religi¨®n, sostienen, es siempre un hecho social, adem¨¢s de personal.
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