EL DEBATE SOBRE LA PAZ La delgada l¨ªnea roja JAVIER MINA
Cuando el se?or Arzalluz describe en t¨¦rminos de ave los problemas que EH tiene con la violencia, seguro que est¨¢ pensando en la paloma de la paz, por m¨¢s que su met¨¢fora hable de trenes altamente veloces con poca distancia disponible de frenado. Pero, ?se trata de un problema de frenos o bien de combustible? Dicho de otro modo, ?la ruptura de EH con la violencia constituir¨ªa un problema de tiempo, como parece querer entender el se?or Arzalluz, o nos hallar¨ªamos frente a un rasgo estructural y por ello irrompible? De acuerdo con lo primero, EH s¨®lo tendr¨ªa que ir acostumbr¨¢ndose a los modos democr¨¢ticos para deshacerse de su r¨¦mora m¨¢s cavern¨ªcola. Lo segundo implicar¨ªa que la violencia y EH no son sino una y la misma cosa, por lo que el abandono de aqu¨¦lla supondr¨ªa la destrucci¨®n de ¨¦sta. Pues bien, a tenor de los aspectos ret¨®ricos y organizativos que examinaremos a continuaci¨®n, mucho es de te-mer que cobre mayor relevancia la segunda hip¨®tesis. EH forma parte, la m¨¢s novedosa, de lo que ellos mismos han dado en llamar MLNV y que podr¨ªamos denominar simplificando -no lo m¨¢s corto es lo m¨¢s ideol¨®gicamente acertado-, izquierda abertzale, apelaci¨®n que tampoco resulta excesivamente satisfactoria pero que define bien, por su exquisita indefinici¨®n, el entramado de organizaciones que entiende trabajar por la independencia y el socialismo en Euskal Herria de la manera m¨¢s radical. Antes hab¨ªa HB, le dieron la vuelta al guante y les ha salido EH, s¨®lo que mientras EH queda a la vista HB sigue por dentro al par que ambas se inscriben en un entramado que obedece a una rebuscada configuraci¨®n en cajas chinas cuyo primer y principal cometido consiste en despistar. Aceptado que una estructura de ese tipo s¨®lo busca confundir, veremos que carece de alcance comprobar si lo que dice un caj¨®n es suscrito tambi¨¦n por las cajas que contiene, ya que puede que haya silencios pero no disonancias. De hecho, poca o ninguna diferencia existe entre manifestar que "el camino de las condenas (de la violencia, se entiende) es est¨¦ril", como ha hecho HB, o rubricar con PNV y EA, y bajo la apelaci¨®n EH, la famosa frase parlamentaria de "en ausencia permanente de todas las expresiones de violencia", como no sea que ¨¦sta contiene la necesaria y suficiente dosis de sinuosa ambig¨¹edad que la hace apta para un consumo de m¨ªnimos -pero muy m¨ªnimos- democr¨¢ticos. Una trama, sin embargo, lo es tambi¨¦n por sus hombres y aqu¨ª se da la copia cl¨®nica, cuando no la repetici¨®n pura y simple de las mismas cabezas para los diferentes cargos de responsabilidad. Podr¨¢ existir alg¨²n tipo de autonom¨ªa entre las diferentes organizaciones, podr¨¢ haber alg¨²n tipo de jerarqu¨ªa, podr¨¢ darse una misteriosa configuraci¨®n en cajas chinas, pero las caras organizativas y las caras militantes -los diferentes colectivos no multiplican el censo sino que lo recombinan- nos informan de que, sea cual sea la escala a la que examinemos el entramado, nos hallamos ante la misma cosa. Lo dicho concierne tambi¨¦n a ETA. Dejados aparte los comandos y todo el aparato que conllevan, ETA no ser¨ªa sino una caja m¨¢s, otro corte en el sistema, como dej¨® entrever el caso Egin. Tentaciones hay, y muchas, de considerar a ETA como algo aparte y c¨²spide de la pir¨¢mide, pero nada hay menos cierto. Por el contrario, su propia inasibilidad probar¨ªa que su n¨²cleo pensante y pol¨ªtico lo componen ciertos elementos de la red debidamente combinados. Ya s¨®lo por eso -y en el caso de que pudiera probarse m¨¢s fehacientemente- el sistema estar¨ªa impregnado por la violencia, pero hay m¨¢s. El ¨²ltimo de sus actos lit¨²rgicos, considerado por todos los comentaristas como de consumo interno, aunque cabr¨ªa verlo como espejo en el que el conjunto se mira, ha servido para apretar las filas as¨ª como para comunicar la pr¨®rroga del alto el fuego. Cabe que no tarde en deponer las armas -aunque no las entregar¨¢- pero, como ya anunci¨® en los albores de Lizarra, no se responsabiliza de que pueda surgir otra organizaci¨®n armada -otro corte en el sistema- capaz de corregir las desviaciones en que pueda entrar el proceso de construcci¨®n de Euskal Herria, que es una forma como otra cualquiera de apostar por la paz pero por otros medios. En efecto, el siniestro aviso significa que la violencia siempre va a estar ah¨ª, con el agravante de que ya no har¨¢ falta ni siquiera una organizaci¨®n que la practique, pues lograr¨¢ su cometido en tanto que mera posibilidad. Esta n¨¦mesis metaf¨ªsica situada en alg¨²n lugar del futuro bas-ta para que aqu¨ª, ahora y pese a la tregua de matar -de la que todos nos alegramos, contra lo que piensen los sectores nacionalistas muy inclinados a lamentar que no se les reconozcan unos esfuerzos que en puridad corresponden a la sociedad civil en su conjunto-, pueda cobrar vigencia la cultura de la amenaza, porque s¨®lo cabe ponerla en marcha si hay visos de que se va a llevar a efecto. As¨ª pues, la violencia difusa y fundante de ETA estar¨ªa sosteniendo la violencia actuante del sistema o entramado de la izquierda abertzale, aunque la ejecute alguna de sus mal localizadas partes. Pero la cosa no acaba ah¨ª. En unas declaraciones luminosas, el coportavoz de HB, Joseba Permach, ha establecido la existencia de dos tipos de violencia, la violencia de origen y la violencia de respuesta. La primera no ser¨ªa otra cosa que la propia pol¨ªtica de los estados espa?ol y franc¨¦s, ya que s¨®lo por existir est¨¢ negando los derechos democr¨¢ticos al pueblo vasco. Frente a esa violencia sistem¨¢tica y permanente, la violencia de respuesta no pasar¨ªa de violencia degradada -por cuanto no atenta contra los derechos democr¨¢ticos de pueblo nin-guno-, de acto meramente coyuntural (pues, en apariencia, no dura ni permanece, sino que se manifiesta ocasionalmente) y es-pont¨¢neo, dado que no obedece a ning¨²n plan sino al pronto de quien en un momento dado no puede soportar m¨¢s la violencia que contra ¨¦l se ejerce. La violencia de origen goza del mismo estatuto metaf¨ªsico que la violencia de ETA: siempre estar¨¢ ah¨ª aunque no se manifieste puntualmente. Y mientras est¨¦ ah¨ª exigir¨¢ una respuesta continua, por lo que ya no har¨¢ falta justificarla con ning¨²n tipo de argumento de ¨ªndole global o puntual. De esta manera, la violencia de respuesta se contagia del car¨¢-ter metaf¨ªsico de la propia violencia de origen e impregna teol¨®gicamente todo el sistema de la izquierda abertzale. Por no mencionar el detalle de que, si carece de sentido justificarla, resultar¨ªa todav¨ªa m¨¢s absurdo condenarla. La violencia de origen no es sino el Dios espa?ol actuando contra el pueblo elegido. Pero elegido por otro Dios. En el terreno ideol¨®gico, parece evidente que todo lo que va desde afirmaciones tipo pelota en el tejado espa?ol y condenas est¨¦riles de la violencia, a la simetr¨ªa con que EH quiere que se toque todo cuanto concierna al pueblo vasco, por ejemplo, equiparar en el Parlamento a las v¨ªctimas con sus verdugos (lo que no quiere decir que puedan haber sido tambi¨¦n v¨ªctimas a su vez de malos tratos en comisar¨ªa o en prisi¨®n o por parte de los GAL, s¨®lo que ah¨ª se tratar¨ªa de algunos casos, no de todos como ha sucedido con las v¨ªctimas del terrorismo), obedece a reactualizar constantemente el enfrentamiento de base por la v¨ªa del todo remite a todo. As¨ª, la frase aparentemente anodina del oponer-se "a todas las expresiones de violencia" actuar¨ªa como una sin¨¦cdoque que traer¨ªa a primer plano la ideolog¨ªa al completo de la izquierda abertzale con el agravante de que, al hacer expl¨ªcita menci¨®n de las dos violencias, estar¨ªa consiguiendo, parad¨®jicamente, jalear la violencia so traza de condenarla. El comportamiento si-necd¨®quico de sus mensajes ideol¨®gicos y el car¨¢cter fractal del entramado organizativo (todo es lo mismo, sea cual sea la escala a que se lo observe) nos lleva necesariamente a concluir, por consiguiente, que EH no necesita ni ABS ni margen de frenada. Co-mo no salte la delgada l¨ªnea roja y rompa con el n¨²cleo de violencia que hoy por hoy le constituye todo habr¨¢ cambiado para seguir igual. Claro que entonces ya no podr¨ªa reclamarse de la izquierda abertzale. ?Lo querr¨¢?
Javier Mina es escritor.
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