Violencia y soledad
Sab¨ªa que el mundo puede convertirse en un infierno e intent¨® transmit¨ªrnoslo a su muy personal manera, ech¨¢ndole al estilo tanto ¨¦nfasis como al mensaje y logrando, pese a todo, aceradas im¨¢genes tan alejadas de la pomposidad como de la moralina. Desde pel¨ªculas de sencilla producci¨®n, pero planificaci¨®n genial, como El beso del asesino, su preocupaci¨®n se centr¨® expresar, e incluso anticipar, los fantasmas que acosaban al hombre moderno: la soledad en un entorno hostil, la est¨²pida guerra, el peligro at¨®mico, la violencia, siempre: desde la premonitoria que hace casi insoportable, incluso hoy, la visi¨®n de La naranja mec¨¢nica, hasta el delirio personal de un escritor mediocre encerrado en un hotel aislado, en El resplandor. No era un hombre capacitado para afrontar temas peque?os. Pero no hay poes¨ªa mayor que el ¨ªntimo desmoronamiento del sue?o de Sterling Hayden en Atraco perfecto, y nadie ha contado el cielo, o la paz de la muerte, si es que existen, como en esa secuencia final en que Hayden se reencuentra, por fin y gracias a un balazo, con los caballos salvajes de su perseguida libertad.
Trascendencia
Cierto que sent¨ªa una predisposici¨®n a la trascendencia que pod¨ªa convertirse en un obst¨¢culo en su relaci¨®n con el espectador. Pero semejante inclinaci¨®n s¨®lo fue destacada por los cr¨ªticos. El p¨²blico acudi¨® en masa a ver 2.001: una odisea del espacio, haci¨¦ndose menos preguntas sobre el significado metaf¨ªsico del obelisco que aquellos sesudos analistas de caf¨¦ que se entregaban a la b¨²squeda del sexo de las criaturas espaciales. De esta pel¨ªcula, que marc¨® el camino del cine de ciencia-ficci¨®n, nos queda la primera gran creaci¨®n no humana: Hal, el ordenador que se rebela contra sus creadores y dominadores muchos a?os antes de que los androides de Blade Runner siguieran su ejemplo.Violencia social y b¨¦lica las hab¨ªa, tambi¨¦n, en Barry Lyndon, su trabajo m¨¢s fr¨ªo, preciosista retrato de un trepador atrapado entre oropeles. Pero la m¨¢s hermosa de sus violencias, porque la reflej¨® en leg¨ªtima defensa de la paz, fue su gran pel¨ªcula, extraordinario alegato contra la guerras: Senderos de gloria, con Kirk Douglas en una de sus caracterizaciones m¨¢s emotivas. Era una denuncia implacable y sin remilgos de la carnicer¨ªa que fue la Gran Guerra, en cuyas trincheras, a donde fueron conducidos con enga?os y reclamos patri¨®ticos, dejaron su vida la mayor parte de los hombres de Europa.
Enga?ifa
Todos somos hijos de aquella guerra cruel, y lo que ha pasado en nuestro continente despu¨¦s, incluido el holocausto, desciende de aquella enga?ifa. Kubrick lo cont¨®, como cont¨® el peligro de que a alg¨²n loco se le ocurriera soltar una bomba at¨®mica en Tel¨¦fono rojo: ?volamos hacia Mosc¨²?, esta vez en clave hilarante gracias a un m¨²ltiple Peter Sellers; pel¨ªcula que tuvo dificultades en estrenarse en nuestro pa¨ªs a causa de la bomba que se les cay¨® por error a los norteamericanos en Palomares, a mediados de los sesenta.Violencia, tambi¨¦n, en los sentimientos con que Humbert-Humbert se autodestruye a causa de su amarga pasi¨®n por Lolita. Violencia y soledad. No habr¨¢ nunca otro realizador como Stanley Kubrick.
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