El artista mani¨¢tico
Hace algo m¨¢s de dos meses recib¨ª, desde su oficina de Londres, un comunicado que s¨®lo pod¨ªa ser de Stanley Kubrick. No creo que el p¨²blico en general sepa que este director con justa fama de perfeccionista lo es no ¨²nicamente rodando y montando sus pel¨ªculas, sino tambi¨¦n a la hora de su empaquetamiento y distribuci¨®n. Desde que pudo controlarlo, imponiendo a veces dr¨¢sticamente su voluntad a la de los grandes estudios, Kubrick exig¨ªa que sus pel¨ªculas se estrenasen, en todos los pa¨ªses del mundo donde existe la costumbre del doblaje, en versiones que ¨¦l supervisaba hasta l¨ªmites inconcebibles, desde la traducci¨®n hasta el director de doblaje y la voz de cada actor principal. Desde que, gracias a una sugerencia de Carlos Saura, fui llamado a Londres para hacer la nueva y definitiva traducci¨®n de La naranja mec¨¢nica, he tenido el honor, y la frase, como se ver¨¢, no es aqu¨ª t¨®pica ni piadosa, de trabajar en las versiones de todas sus pel¨ªculas posteriores, en dos casos compartiendo con el director bastantes horas de trabajo en el estudio anejo a su mansi¨®n de Borehamwood, en las afueras de Londres. Cinco pel¨ªculas en total, entre las que est¨¢n, a mi juicio, dos obras maestras absolutas, la rescatada Senderos de gloria (1957), antes prohibida por la censura espa?ola, y El resplandor.El comunicado de los d¨ªas navide?os iniciaba la colaboraci¨®n en la que hoy sabemos que ser¨¢ su obra final, Eyes wide shut, cuyo posible t¨ªtulo en castellano era, precisamente, el motivo de la circular enviada a todos sus traductores habituales. La obsesi¨®n de este cineasta de que sus pel¨ªculas llegaran a los espectadores en estado y condiciones ¨®ptimos (se sabe que ha llegado a investigar la comodidad del asiento y el aparataje sonoro de las salas donde se iban a estrenar) se extend¨ªa como es natural a algo tan b¨¢sico como los t¨ªtulos, y a¨²n recuerdo las muchas horas dedicadas, tras diversos concili¨¢bulos con un coronel de Artiller¨ªa amigo de mi familia, a buscar el m¨¢s exacto equivalente de Full metal jacket, que aqu¨ª acab¨® llam¨¢ndose La chaqueta met¨¢lica. No dir¨¦, por respeto al muerto e ignorando la decisi¨®n que hubiera podido ¨¦l tomar, el t¨ªtulo que en este caso tan especialmente dif¨ªcil de juego de palabras parad¨®jico propuse al director en mi respuesta, sabiendo adem¨¢s que Kubrick, cuya hija conoce bien el espa?ol y le aconsejaba, pon¨ªa un especial cuidado en la versi¨®n castellana de sus pel¨ªculas. Carlos Saura, Jaime de Armi?¨¢n, Mario Camus (pens¨® tambi¨¦n en V¨ªctor Erice, que no pod¨ªa en ese momento) son los directores espa?oles que Kubrick eligi¨® porque admiraba alguna de sus pel¨ªculas para dirigir fuera de la rutina de los estudios de doblaje esas versiones, y ellos podr¨ªan dar su propia opini¨®n de los niveles de exigencia, rayana a veces en lo mani¨¢tico, del norteamericano. A ese respecto, algunos cin¨¦filos fastidiosos que conocen mi vinculaci¨®n me han recriminado alguna vez (e indirectamente a Saura, que lo dirigi¨®) las voces de los protagonistas de El resplandor, que les sonaron estramb¨®ticas. Siempre digo que fueron las que, entre otras muchas de actores de cine o teatro (y no actores de doblaje), seleccion¨® en Londres Kubrick, siendo en este caso Ver¨®nica Forqu¨¦ y Joaqu¨ªn Hinojosa perfectos veh¨ªculos -raros, por lo poco trillados- para el ingl¨¦s que hablaban Shelley Duvall y Jack Nicholson.
Estas notas escritas bajo el impacto de saber que Eyes wide shut, se llame como se llame al final en castellano, ser¨¢ "mi ¨²ltimo Kubrick" y el primero en que no padecer¨¦ los minuciosos faxes del maestro, me hace tambi¨¦n pensar en ustedes, lectores que admiran su cine. Porque, al margen del legado de genio, independencia, imaginaci¨®n y valor, este autorrecluso, que odiaba volar y so?aba con hacer una pel¨ªcula sobre la guerra civil espa?ola, se preocup¨® de que el cine tuviera, pese a su difusi¨®n masiva y el ruido de los millones de d¨®lares, el rango delicado y artesanal de las grandes obras de arte del pasado.
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