Un curioso de a pie SERGI P?MIES
Dec¨ªa William Faulkner que un paisaje se conquista con las suelas del zapato, no con las ruedas del autom¨®vil. Quiz¨¢s por eso, Josep Maria Espin¨¤s lleva algunas d¨¦cadas dedicando parte de su tiempo libre a visitar tierras m¨¢s o menos ignotas con la sana intenci¨®n de contar lo que ve (mientras que la mayor¨ªa de los humanos, indiferentes a lo que pudiera opinar Faulkner, atraviesan el paisaje en confortables y r¨¢pidos b¨®lidos con direcci¨®n asistida, aire acondicionado y elevalunas el¨¦ctricos). La pen¨²ltima imprudencia de Espin¨¤s ha consistido en recorrer a pie, durante 10 d¨ªas de julio del a?o pasado, buena parte del territorio soriano. La ¨²ltima imprudencia, en recoger sus experiencias en un libro, biling¨¹e a ratos, titulado A peu per Castella, terres de S¨°ria. Acostumbrado a comarcas que ten¨ªan el com¨²n denominador del idioma, Espin¨¤s cruza una inexistente frontera y se adentra en un dry p¨¢ramo en el que no se suda al caminar, una topograf¨ªa de clima radical, ajena a los recorridos tur¨ªsticamente correctos. Abejar, Derro?adas, Langosto, Hinojosa de la Sierra, Villaciervitos, Golmayo, Molinos de Duero y Carbonera de Frentes son algunos de los pueblos -a cual m¨¢s peque?o- en los que este cronista pedestre de m¨¢s de setenta a?os (!) mira, escucha y aprende para, m¨¢s tarde, ponerlo por escrito. Sus observaciones, que se esfuerzan por huir del t¨®pico y acuden -?qu¨¦ descanso!- al sentido com¨²n, nos permiten imaginar cada paisaje, escuchar las pocas voces y los muchos silencios que le acompa?an y descubrir poblaciones semidesiertas que, en general, carecen de plazas en las que reunirse y charlar un rato y en las que se vive de puertas para adentro. De vez en cuando, alguna pregunta desconcertante que nos informa m¨¢s acerca de las preocupaciones de quien la formula que sobre lo acertado de la posible respuesta. Ejemplo: "Hi ha un exc¨¦s d"espai a Castella? Aquest exc¨¦s, t¨¦ alguna relaci¨® amb l"expansionisme hist¨°ric castell¨¤? ?s possible que l"impuls imperialista o explorador neixi, en uns pobles, per falta d"espai f¨ªsic, per la dificultat de moure"s en els propis l¨ªmits; i que en altres, al contrari, la possessi¨® d"un territori dilatat, sense obstacles, afavoreixi l"instint de conquista". Apoy¨¢ndose en la virtud interactiva de la literatura de viajes (otro se mata haciendo el trabajo sucio para que uno pueda aprovecharse de ¨¦l c¨®moda y mentalmente, sin moverse del sof¨¢ casero), Espin¨¤s comparte sus descripciones con el lector que, gracias a un estilo conciso y primo hermano del de Miguel Delibes, recorre las distintas etapas de un viaje que pone de manifiesto ciertas evidencias. La primera: a pesar de lo cerca que estamos de Soria, lo ignoramos casi todo de sus circunstancias (sabemos, eso s¨ª, que Antonio Machado anduvo por ah¨ª dejando una estela de cerros, ¨¢lamos, Duero, encinares, murallas y otras muestras de melancol¨ªa oto?al). La segunda: el castellano es una lengua que, de vez en cuando, se saca de la chistera prodigios sonoros tan sabrosos como algunas de sus sopas. A saber: "serrijones", "cambrones", "jarales" (antes de pronunciar palabras de este calibre es recomendable enjuagarse la boca con agua de an¨ªs). La tercera: en Soria saben cuidar los bosques; en Catalu?a, no. La observaci¨®n de geograf¨ªas y culturas diferentes a las suyas le permite a Espin¨¤s (y a las tres personas que, en diferentes momentos del viaje, le acompa?an) reflexionar sobre lo que habitualmente le rodea y, mediante la tentaci¨®n comparativa que dan la distancia, la curiosidad y la capacidad de sorprenderse, elaborar pensamientos que huyen -se agradece- de lo superficial sin agobiarnos con aludes de datos hist¨®ricos. Veamos. En una de las ¨²ltimas curvas de la p¨¢gina 35 de A peu per Castella, el caminante con camino afirma: "Sempre canviar¨¦ un itinerari de cinc castells feudals per un itinerari de cinc expressions populars". Si eso lo llega a escribir Josep Pla, lo estar¨ªamos esculpiendo sobre piedra milenaria a todas horas. Prosigamos. En una larga recta de la p¨¢gina 62, una opini¨®n levanta el vuelo, cruza el alt¨ªsimo cielo castellano y cae a los pies del cazador de im¨¢genes: "La valoraci¨® econ¨°mica d"un paisatge sol ser m¨¦s persuasiva que la valoraci¨® cultural, i a Catalunya potser no ho tenim prou present". Si eso lo llega a decir un candidato a la presidencia de la Generalitat, quiz¨¢s valdr¨ªa la pena votarlo. Acabemos. En plena noche, al final de un cap¨ªtulo que desemboca en las afueras de la p¨¢gina 103, el paisaje se ensancha y el lector adivina, por el sereno equilibrio entre la cadencia de la frase y su contenido, que Espin¨¤s est¨¢ en un momento de forma que le permite describir lo que le da la gana: "Penso, travessant tot sol la fosca, que aquest ¨¦s l"ofici que m¨¦s m"agrada: anar a peu per tenir temps de trobar all¨° que no es troba".
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