Bruselas afronta la peor crisis de su historia
El informe antifraude de los sabios abocar¨¢ a la Comisi¨®n a la fractura o a una dimisi¨®n colectiva
Los nervios est¨¢n a flor de piel en Bruselas y en las canciller¨ªas. La derrota de la moci¨®n de censura parlamentaria de enero se revela p¨ªrrica. Casi todo el mundo presume que el informe del Grupo de Sabios que investiga el fraude en la Comisi¨®n abrir¨¢ el segundo asalto contra el ejecutivo comunitario. "Todo es impredecible, puede pasar cualquier cosa y en cualquier momento", asegura una comisaria.
Los once comisarios interrogados —entre ellos el presidente, Jacques Santer— podr¨¢n acudir hoy, entre las 14 y las 18 horas, si lo desean, a leer la parte del informe en la que salen mencionado, y formular comentarios. Se trata m¨¢s de "un detalle" del Grupo de Sabios, una especie de tribunal de honor, que de una aplicaci¨®n a fondo del principio de contradicci¨®n. El Grupo fue creado por el Parlamento, sabiendo que ¨¦l mismo carece de la credibilidad de ser imparcial en ¨¦poca preelectoral. Los cinco sabios trabajan en secreto en su sede de Bruselas. Cuando los comisarios salgan de ah¨ª, callar¨¢n, merced a un "pacto de silencio" solicitado por Santer. Ma?ana, a las cinco de la tarde, el Grupo entregar¨¢ su informe a la c¨²pula del Parlamento y a Santer. Luego la Comisi¨®n se reunir¨¢ durante una noche que algunos prev¨¦n sea "de cuchillos largos".
A partir de ah¨ª, se oler¨¢ la crisis. Casi nadie prev¨¦ que el informe sea limpio, que se contente con despachar unas cr¨ªticas generales a los mecanismos de contrataci¨®n y control de la Comisi¨®n, lo que la salvar¨ªa del colapso. Tampoco que atribuya responsabilidades para-penales a alg¨²n comisario, lo que pasar¨ªa a la Justicia y zanjar¨ªa el asunto en sentido inverso. Todos apuestan por el escenario intermedio —el gris—, con descalificaciones de distinto grado.
Varios Gobiernos, parlamentarios y comisarios como Leon Brittan presionan a Santer para que exija a Edith Cresson la dimisi¨®n o le retire la cartera, dando por supuesto que s¨®lo ella ser¨¢ contundemente descalificada por los sabios, mientras los dem¨¢s ser¨¢n presentados como responsables involuntarios o v¨ªctimas m¨¢s o menos h¨¢biles de un mal esquema general de gesti¨®n. Aunque el propio Santer se inclina a ello, ser¨¢ en vano. "No cazar¨¢n mi piel", repite Cresson. La apoyan el presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, y el primer ministro, Lionel Jospin, ha confirmado a este diario otro jefe de Gobierno de los Quince, pidiendo no ser citado. "Francia no dejar¨¢ caer a una ex primera ministra y quiere mostrar su fortaleza ante la desorientada Alemania", a?adi¨®. En ese caso "puede desencadenarse una crisis general en la Uni¨®n", concluy¨®. Pero Cresson puede sorprender, indican en su entorno, "o acudiendo ella al Tribunal de Justicia de Luxemburgo, o bien retando a sus colegas ¨¢ que la lleven ante ¨¦l", acus¨¢ndola por mayor¨ªa de falta grave, supuesto previsto en el art¨ªculo 160 del Tratado. Pero una votaci¨®n as¨ª provocar¨ªa a buen seguro la fractura de la Comisi¨®n.
Si las descalificaciones afectaran individualmente —y no s¨®lo gen¨¦ricamente— a otros comisarios, o podr¨ªan dimitir —posibilidad que siempre ha sugerido el vicepresidente Manuel Mar¨ªn— o se plantear¨ªa una dimisi¨®n colectiva, hip¨®tesis que acaricia Par¨ªs. Pero que horroriza a Madrid, como le horroriza que una posible resistencia del ejecutivo a evaporarse colectivamente o a enviar al infierno a una de los suyos —por considerar que no hay "falta grave"— provoque una nueva moci¨®n de censura, esta vez quiz¨¢ exitosa, del Parlamento. "Me niego en redondo a cualquier operaci¨®n de desprestigio y derribo de la Comisi¨®n", dijo el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, a los parlamentarios del Partido Popular Europeo (PPE). Por razones t¨¢cticas, pues la Comisi¨®n es esencial para concluir bien la Agenda 2000 (el paquete financiero para el primer septenio del siglo pr¨®ximo) pulso en el que es aliada de Espa?a; y porque el PPE correr¨ªa riesgos ante las elecciones de junio si aparece como verdugo de la instituci¨®n m¨¢s europe¨ªsta. Y estrat¨¦gicas, pues socavar la Comisi¨®n "romper¨ªa el equilibrio institucional" frente a un Parlamento crecido en competencias desde el Tratado de Amsterdam.
Mientras la pelota est¨¢ en el tejado de la Comisi¨®n, el hemiciclo avizora. Muy al acecho, pues las delegaciones se reunir¨¢n tambi¨¦n ma?ana por la noche. Sus posiciones van evolucionando desde enero. Los democristianos alemanes, m¨¢s duros a¨²n que entonces, ya han anunciado que siguen exigiendo la dimisi¨®n de Cresson y Mar¨ªn. Sus paisanos socialistas han sugerido que esta vez quiz¨¢ se distancien de una nueva moci¨®n de censura. Entre los socialistas —que apoyaron a la Comisi¨®n durante la censura—, los laboristas brit¨¢nicos empiezan a defender que si hay descalificaciones individuales debe haber dimisiones, mientras los espa?oles responden que si alguien debiera dimitir, lo l¨®gico es que fuera Santer, porque encarna el colegio de comisarios. Los populares espa?oles buscar¨¢n salvar a la Comisi¨®n, como hicieron decisivamente en enero — sinton¨ªa con Aznar—, pero presionar¨¢n a su presidente para que Cresson dimita, le retire la cartera o la lleve ante el Tribunal, si, como est¨¢n convencidos, resulta descalificada de forma especialmente dura —y en solitario— por los sabios.
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