La violencia pol¨ªtica vuelve a hacerse cotidiana en las calles del Ulster
Restos de veh¨ªculos calcinados, huellas donde ardieron neum¨¢ticos, el asfalto cubierto de piedras y fragmentos de botellas. Las se?ales de que el proceso de paz en el Ulster atraviesan por una seria crisis abundaban ayer por la ma?ana en Portadown, escenario de nuevos enfrentamientos callejeros entre manifestantes cat¨®licos, sus antagonistas de la Orden de Orange y las fuerzas policiales del Royal Ulster Constabulary (RUC).
Por la tarde, los pron¨®sticos de una repetici¨®n estaban por doquier: grupos de j¨®venes republicanos junt¨¢ndose en las esquinas. En las cercan¨ªas de Garvaghy Road, la principal arteria del enclave cat¨®lico dentro de la ciudad de mayor¨ªa protestante, los equipos de televisi¨®n esperaban el anochecer porque todo el mundo estaba convencido de que las violentas protestas tras el asesinato de la abogada republicana Rosemary Nelson, a manos de terroristas protestantes el lunes pasado, no las para ni Washington ni Londres ni Dubl¨ªn.Los Gobiernos de las tres capitales se unieron ayer por la madrugada en un llamamiento a la calma y pidieron calma y coraje para llevar adelante el proceso de paz en el Ulster. Es un mensaje que no llegaba a ning¨²n rinc¨®n de Garvaghy Road ni a la casamata que los militantes protestantes de la Orden de Orange mantienen desde hace 259 d¨ªas al lado de la iglesia de Drumcree. Esa construcci¨®n de madera es lo que queda de la gigantesca acampada organizada por millares de protestantes que el pasado verano intentaron marchar frente a las casas de los cat¨®licos de Garvaghy Road hasta que el Ej¨¦rcito brit¨¢nico se les plant¨® en medio y prohibi¨® la marcha. El n¨²mero de orangistas ha quedado reducido al m¨ªnimo, pero el desaf¨ªo est¨¢ latente.
A las puertas de la casamata hay un gran letrero con un vers¨ªculo de la Biblia y un cartel insolente: "En 1999 desfilaremos dos veces por Garvaghy Road", dice. Pero el cuartel general de los orangistas duros permanece gran parte del tiempo vac¨ªo. Si hay determinaci¨®n por mantener vivo el esp¨ªritu de Drumcree, ¨¦ste no es f¨¢cilmente visible. La ¨²nica presencia pol¨ªtica de carne y hueso es un orangista bien afeitado que patrulla el entorno en un coche nuevo y que dice llamarse Alan Milligan. Es un disc¨ªpulo del gran maestre de la Orden de Orange de Portadown, Harold Gracey, cuyos seguidores supuestamente provocaron la ¨²ltima ola de violencia en Portadown cuando, horas despu¨¦s del estallido de la bomba que mat¨® a Rosemary Nelson en la vecina ciudad de Lurgan, comenzaron a batir triunfalmente tambores en una sede vecina de cofrad¨ªa ultra a cuyos desfiles se uni¨® m¨¢s de una vez David Trimble, el l¨ªder del Partido Unionista del Ulster y ministro principal del Gobierno en ciernes para el Ulster. "Tiene usted que entender que los ¨²ltimos acontecimientos fueron provocados por esa banda de terroristas republicanos", dijo sin bajarse del coche. "No nos queda otra cosa que defendernos", agreg¨®. Cuando se le pregunt¨® qu¨¦ hab¨ªa pasado con la muchedumbre que apoyaba a la Orden de Orange, dijo: "Cada noche vienen por lo menos 300 personas. Somos el estandarte de una causa noble y justa".
Entrega de las armas
Id¨¦ntica convicci¨®n expresaban unos j¨®venes cat¨®licos a menos de 400 metros de distancia. No parec¨ªan interesados en discutir la reuni¨®n de Washington, donde el presidente norteamericano, Bill Clinton, consigui¨® que Trimble y el l¨ªder del Sinn Fein, Gerry Adams, t¨¦cnicamente el representante pol¨ªtico del Ej¨¦rcito Republicano Irland¨¦s (IRA), se encerraran durante media hora a negociar -sin resultado- una salida a la crisis en el Ulster. "Trimble quiere que el IRA entregue sus armas. El IRA jam¨¢s lo har¨¢ mientras los ingleses controlen el Ulster. Y adem¨¢s, Adams no tiene influencia sobre el IRA", dijo un rapaz pelirrojo. Resumi¨® as¨ª, sencillamente, el dilema que atrapa al Ulster y que Londres, Dubl¨ªn y Washington quisieran ver resuelto antes del 2 de abril para evitar admitir que el Acuerdo del Viernes Santo, firmado hace casi un a?o, se sume a la lista de fracasos en la larga y penosa b¨²squeda de una soluci¨®n al conflicto del Ulster.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.