M¨¢quinas tragaperras en la estaci¨®n
Ferrocarrils de la Generalitat (FGC) tiene, en un n¨²mero considerable de estaciones, m¨¢quinas autom¨¢ticas para expender billetes, abonos, pases y otros t¨ªtulos que permiten al ciudadano acceder al tren. Estas m¨¢quinas admiten diversas formas de pago: monedas, billetes e incluso tarjetas de cr¨¦dito. En algunos casos, esencialmente en zonas urbanas, estos artefactos han sustituido totalmente a las personas que atend¨ªan al personal encerradas en una diminuta taquilla. Las m¨¢quinas expendedoras funcionan con programas inform¨¢ticos dise?ados de forma expresa, alimentadas por electricidad y conectadas por l¨ªneas telef¨®nicas para el caso de las tarjetas de cr¨¦dito. Demasiados elementos como para que no fallen. Desde su inauguraci¨®n, en septiembre del pasado a?o, se han producido m¨¢s de 2.500 errores que han supuesto un corte en la comunicaci¨®n entre el hombre y el cacharro. Las incidencias (nombre que los t¨¦cnicos dan a lo que el resto de los mortales llama fallos) tienen formas y causas variadas. Desde la tarjeta que no vuelve al billete de banco que se queda sin cambio. En previsi¨®n, las m¨¢quinas est¨¢n dotadas de un interfono que permite al usuario comunicarse con el personal de la empresa. El caso m¨¢s exc¨¦ntrico, de los que consta en los partes, es el que se produjo el pasado 6 de noviembre en una expendedora situada en la estaci¨®n de Tibidabo. El usuario vio perplejo como sus 1.000 pesetas le proporcionaban un cambio desmesurado. Como si se tratara de una m¨¢quina tragaperras de esas cuya m¨²sica molesta en tantos bares, por la ranura sal¨ªan en tropel monedas de 500 pesetas. Una y otra y otra y otra. Y as¨ª hasta sumar la nada despreciable cantidad de 105.500 pesetas. M¨¢s que muchos bingos. Los partes no recogen los motivos por los que el cliente no quiso quedarse el premio. Hay quien supone que por el peso del vil metal; otros razonan que se trataba de una persona honrada; un tercer sector sugiere que el hombre crey¨® que estaba siendo sometido a una broma de indiscreta c¨¢mara televisiva. Sea como sea, apret¨® el bot¨®n del interfono, conect¨® con los empleados de Ferrocarrils de la Generalitat y permiti¨® que se llevaran el bot¨ªn. No es la ¨²nica vez que se ha producido una incidencia favorable al consumidor. Dos semanas antes, esa misma m¨¢quina hab¨ªa facilitado un premio menor de 9.500 pesetas; poco despu¨¦s, un par de m¨¢quinas de la estaci¨®n de Gr¨¤cia dieron premios similares. Pero no hay noticia de que nadie haya obtenido alguna otra vez bingos de m¨¢s de 100.000 pesetas. La direcci¨®n de FGC no est¨¢ preocupada por el asunto. Sus responsables presentan las medias de incidencias (recu¨¦rdese, fallos) y sacan pecho. S¨®lo el metro de Bilbao registra un ¨ªndice de errores m¨¢s bajo que el de Ferrocarrils, afirman. Errores que se reparten entre el sistema inform¨¢tico, ca¨ªdas de luz y de l¨ªnea telef¨®nica y fallos del sistema "mon¨¦tico", es decir, del lector de monedas y billetes. De cada 2.000 operaciones, s¨®lo una tienen problemas y el porcentaje va en disminuci¨®n, advierte el portavoz de la firma, en un intento de disuadir a los lud¨®patas.
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