Van Morrison derrama su enorme voz en una gran noche
El cantante comienza en Palma una gira con su nuevo disco
"Una gran noche", pens¨® y dijo Van Morrison al darse cuenta de que derramaba una actuaci¨®n rotunda en Mallorca, este fin de semana de apertura de gira y de primavera, en una isla que ahora posee tonos como los del paisaje de su Irlanda natal. No fue un concierto recurrente -van tres a?os de id¨¦ntica cita ritual-, sino una muestra m¨¢s del gran momento creativo de este caprichoso monstruo de la m¨²sica actual.
Morrison construy¨® su poder est¨¦tico, sin distracciones ni parafernalia -sonri¨® tres veces y reverenci¨® con un gesto la entrega del p¨²blico- y present¨® las piezas del nuevo disco Back on top.Cautiv¨® y emocion¨® en el Auditorium de Palma de Mallorca, que result¨® otra vez una sede adecuada (1.600 butacas en pendiente ocupadas y una gran ac¨²stica) para contener un espect¨¢culo casi ¨²nico: una enorme voz y el profundo sentido de los ritmos y las letras de un poeta multicultural, que muerde ra¨ªces en varios territorios y define est¨¦ticas de vanguardias, que ya son cl¨¢sicas e historia de la biograf¨ªa musical del siglo.
El s¨¢bado -en el primero de los dos recitales en d¨ªas consecutivos-, al final de la noche, cerca del mar, todo el mundo lo celebraba, se retransmit¨ªa las sensaciones por haber presenciado y o¨ªdo una obra cerrada, dicha y dirigida por un solo autor, tantas veces impredecible como extra?o y ausente. Nadie quer¨ªa abandonar la zona. Parec¨ªa que los asistentes pretendieran retener el magnetismo que irradi¨® aquel genio. Por all¨ª se hallaron unas pocas esculturas de mujeres irrepetibles, centenares de treinta?eros de oscuro, bastantes ejecutivos en chaqueta de piel, viejos hippies cincuentones restaurados y embutidos en buena indumentaria.
Morrison se volc¨® y empuj¨® su voz desde la esquima de los ri?ones, al lado del cintur¨®n, arqueando levemente las piernas cercanas a los cuatro palmos. Tras un alarde de fuerza y mixtificaci¨®n, en un subrayado individual final, se persign¨® como en una oraci¨®n, toc¨¢ndose la nuez bajo la papada, la frente y los labios. Nada era alocado o estrafalario. Sin abandonar el centro del escenario oscuro y austero, arropado por un equipo orquestal casi todo nuevo, el irland¨¦s -entonces tranquilo- organiz¨® una fiesta intimista, una celebraci¨®n de nuevas y conocidas preciosidades.
Unos m¨²sicos de relumbr¨®n conforman la nueva banda: John Scott (guitarra), Nicky Scott (bajo), Geraint Watkins (teclados), Leo Green (saxo), Matt Holland (trompeta), Richard Terren y Ralf Salmis (bater¨ªas). Morrison propici¨® notas a pie de p¨¢gina o en letras capitulares y dej¨® que sus m¨²sicos se recrearan en incursiones solistas. De espaldas al p¨²blico, el artista se moj¨® los labios cien veces con alcohol y soda y gast¨® 56 pa?uelos de papel para aguantarse el sudor que emanaba del entorno de la boca y el cuello, sus esenciales m¨²sculos instrumentales.
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