El Madrid desde?a la goleada
El equipo de Toshack funcion¨® con solidez durante una hora, pero al final volvi¨® a sus viejos h¨¢bitos
El Madrid tir¨® en la ¨²ltima media hora su convincente partido anterior. El equipo desestim¨® la posibilidad de la goleada, que parec¨ªa tan pr¨®xima como apetecible para la hinchada. La gente se quer¨ªa dar un d¨ªa de fiesta, la t¨ªpica tarde madridista de otros tiempos, cuando los sufrimientos eran escasos y los goles abundantes. Pero esta temporada no hay manera. Por fas o por nef¨¢s, el Madrid no termina de dar una satisfacci¨®n. Esta vez desaprovech¨® una oportunidad evidente de darse un paseo militar frente a un rival que le ayud¨® cuanto pudo.Al final del encuentro qued¨® un aire de desaprobaci¨®n, producido por la anarqu¨ªa y la desidia que presidieron los ¨²ltimos minutos. Si los jugadores del Madrid hubieran estado atentos al deseo del personal, habr¨ªan machacado al Extremadura. Pero el equipo se abandon¨® y entr¨® en un periodo de desinter¨¦s que molest¨® a los aficionados. Sin embargo, hubo datos que permiten hablar de una mejora en el estado del Madrid. Durante una hora, hizo algunas cosas notables, por mucho que su adversario se las facilitara. Pero la debilidad del Extremadura no impide valorar ciertos progresos del equipo de Toshack.
REAL MADRID 2
EXTREMADURA 0Real Madrid: Illgner; Karembeu, Iv¨¢n Campo, Hierro, Roberto Carlos; Seedorf (Jarni, m. 80), Redondo, Guti, Ra¨²l; Suker (Morientes, m. 72) y Mijatovic (Sanchis, m. 62). Extremadura: Gaspercic; David, Kalla, Juanito, F¨¦lix (?scar Montiel, m. 56); Belenguer, Toni Velamaz¨¢n (Manuel, m. 79), Viaud, Exp¨®sito (Soto, m. 75); Gabrich y Dur¨¦. Goles: 1-0. M. 29. Ra¨²l resuelve dentro del ¨¢rea tras un libre indirecto. 2-0. 52. Juanito, en propia puerta, desv¨ªa un centro de Roberto Carlos. ?rbitro: D¨ªaz Vega. Mostr¨® cartulina amarilla a Redondo, Seedorf, Kalla y Juanito. Cerca de 70.000 espectadores en el estadio Santiago Bernab¨¦u.
Tiempo atr¨¢s, cualquier equipo llegaba al Bernab¨¦u y met¨ªa al Madrid en problemas. No importaban nombres ni posiciones. Generalmente los partidos se romp¨ªan en el primer tiempo y derivaban hacia el descontrol. En esas circunstancias, no se necesitaban grandes cosas para comprometer al Madrid. A unos les bastaba el contragolpe, otros se beneficiaban de los descuidos defensivos locales, algunos sacaban r¨¦dito de rechaces o de centros al segundo palo.
Es decir, todo aquello que serv¨ªa para considerar al Madrid como un conjunto mal preparado y distra¨ªdo, pendiente de las ocurrencias de sus goleadores. Por lo tanto, los partidos se convert¨ªan en una moneda al aire, y nadie lo pasaba peor que un p¨²blico poco acostumbrado a penar contra cualquiera.
Frente al Extremadura, el Madrid retom¨® un viejo argumento. Llev¨® el encuentro en una sola direcci¨®n: hacia la porter¨ªa de Gaspercic. No hubo distracciones, ni errores apreciables, como no fuera la dificultad de Seedorf para superar a David por el costado derecho. A Seedorf se le vio apagado, sin chispa, inc¨®modo en una posici¨®n que deber¨ªa dominar por sus muchas cualidades. Pero esta vez se movi¨® con pereza, hasta el punto de parecer un poco fond¨®n, como si le sobrara alg¨²n kilo o le hubiera atacado la astenia primaveral.
El resto del equipo estuvo metido en harina durante una hora. De alguna manera, se recuper¨® una organizaci¨®n parecida a la de Capello, con algunos cambios de nombres en las demarcaciones. Karembeu actu¨® en el lugar de Panucci, y s¨®lo por actitud le mejor¨®. Junto a Redondo se situ¨® Guti, que no jug¨® ni bien, ni mal, sino todo lo contrario. Una tarde un poco ins¨ªpida de Guti, a pesar de alg¨²n detalle de consideraci¨®n. Ra¨²l comenz¨® en la banda izquierda, como en los d¨ªas de Capello. Eso significa m¨¢s bien poco. Primero porque Ra¨²l abandona con rapidez su sitio para buscar el ¨¢rea y sacar rendimiento a su instinto frente a la porter¨ªa. Por cierto, as¨ª lleg¨® el primer gol. En segundo lugar, la tendencia de Ra¨²l a salirse de la ¨®rbita izquierda aclara el panorama a Roberto Carlos. El lateral brasile?o es un futbolista de 100 metros. Necesita un gran espacio despejado para aprovechar su velocidad y sus incorporaciones por sorpresa. Si juega de carrilero, se ofusca. Si tiene delante un compa?ero (Jarni o Savio), se siente taponado. El caso es que Roberto Carlos particip¨® en numerosas llegadas en el primer tiempo.
Pero lo fundamental de la estabilidad del Real Madrid -aparte la notoria incapacidad del Extremadura- fue su inter¨¦s en no verse sorprendido. Su rival no lleg¨® nunca, y eso es noticia en Chamart¨ªn. En buena medida se debi¨® a la posici¨®n de la l¨ªnea defensiva, m¨¢s adelantada que de costumbre, y especialmente por la ubicaci¨®n de Hierro, bar¨®metro del equipo.
Cuando Hierro no se f¨ªa de su velocidad y se mete atr¨¢s, las l¨ªneas del equipo quedan desconectadas. Se abren espacios para cualquiera, y el Madrid se convierte en un equipo sufriente. Si Hierro decide aprovechar sus numerosas cualidades para colaborar con los mediocampistas, el Madrid funciona con m¨¢s empaque. Juega m¨¢s agrupado, dispone de un excelente pasador como Hierro para desplazar la pelota y el equipo termina por empotrar a sus adversarios contra el ¨¢rea. Es lo que sucedi¨® contra el Extremadura.
As¨ª las cosas, el partido se convirti¨® en un mon¨®logo del Madrid. Se sucedieron las ocasiones, pero no se aprovecharon. Suker apenas dio se?ales de vida, y la actividad de Mijatovic result¨® un poco gaseosa. Eso limit¨® la cuenta goleadora del Madrid. El Extremadura entendi¨® el partido como un asunto de mera supervivencia. Pareci¨® aliviado por la escasa renta que cobr¨® el equipo de Toshack. Pero, por si acaso, colabor¨® en la victoria de los locales con un gol de Juanito en su porter¨ªa. Ten¨ªa toda la pinta de los equipos que hacen lo posible por perder.
La torpeza del Madrid se observ¨® despu¨¦s de ese tanto. En lugar de hincar el diente, se dio a la molicie. El partido se volvi¨® atropellado y feo. Al p¨²blico no le gust¨® la actitud final de su equipo. Demandaba goles y s¨®lo recibi¨® la vieja raci¨®n de anarqu¨ªa.
Ah¨ª perdi¨® el Madrid la oportunidad de ganarse al personal y convertir el encuentro en una goleada, que era lo que objetivamente se pod¨ªa esperar del encuentro.
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