D¨¦ficit de autoridad
La dimisi¨®n de la Comisi¨®n Europea ha puesto de relieve un problema de fondo que aqueja a la UE en todas sus dimensiones: el d¨¦ficit de autoridad. Viene de lejos. En la resaca del primer rechazo del pueblo dan¨¦s al Tratado de Maastricht y de su aprobaci¨®n por los pelos en refer¨¦ndum en Francia, muchos fueron los Gobiernos que buscaron en la Comisi¨®n un chivo expiatorio de aquel malestar que ten¨ªa sobre todo que ver con la crisis econ¨®mica. Se prometieron: ?nunca m¨¢s un presidente como Delors! (que a su propia personalidad a?ad¨ªa el respaldo de un pa¨ªs como Francia). Y as¨ª encontraron al luxemburgu¨¦s Santer. Menos era dif¨ªcil. Tras el tole de los ¨²ltimos d¨ªas, la decisi¨®n vuelve a los Gobiernos y, en parte, al Parlamento Europeo, no s¨®lo por la persona que elijan para sucederle, sino tambi¨¦n por los medios que se le otorguen para desempe?ar su funci¨®n.La Comisi¨®n de Santer naci¨®, pues, pol¨ªticamente muerta por voluntad del Consejo Europeo, a la vez que, sin embargo, se le fue pidiendo m¨¢s, y numerosos eran los Gobiernos que se escudaban tras ella para decisiones impopulares: "Lo impone Bruselas", como si ellos no fueran tambi¨¦n Bruselas. Hay una desproporci¨®n entre lo que ha puesto de relieve el informe -la de por s¨ª grave "p¨¦rdida de control por las autoridades pol¨ªticas sobre la Administraci¨®n que se supon¨ªa gestionaban"; es decir, la crisis de autoridad- y la dimisi¨®n en bloque. Es parad¨®jico que la Comisi¨®n haya ca¨ªdo ahora, y no, por ejemplo, a causa de su pol¨¦mica mala gesti¨®n del asunto de las vacas locas, que afectaba a vidas humanas.
Santer es, ante todo, responsable de haber permitido que la Comisi¨®n se poblara de reinos de taifas y, sobre todo, de haber asumido, sin rebelarse, ese papel disminuido que se le ofreci¨®. Durante alg¨²n tiempo no se not¨® demasiado esta falta de autoridad de la Comisi¨®n, pues se ve¨ªa compensada por, entre otros, una Alemania gobernada por un Kohl que apost¨® mucho por Europa. Hoy, a la falta de autoridad de la Comisi¨®n se une el hecho de que ninguno de los dirigentes nacionales tiene una autoridad suficiente en materia europea. Blair lucha por ella, pero infructuosamente mientras no logre que su pa¨ªs entre en el euro. En cuanto a Schr?der, por ser el canciller del pa¨ªs central de la UE, podr¨ªa aspirar a tal posici¨®n. Hasta ahora no ha podido o no ha querido. A¨²n est¨¢ a tiempo.
Internamente, en la UE, el equilibrio institucional est¨¢ cambiando y habr¨¢ de redise?arse. No va a bastar una simple modificaci¨®n en el n¨²mero de comisarios o en los votos y su ponderaci¨®n en el Consejo de Ministros. La reforma institucional va a tener que ir mucho m¨¢s lejos, pero antes habr¨¢ que reflexionar sobre lo que se quiere que haga la UE. En todo caso, estas instituciones no s¨®lo fueron pensadas para seis pa¨ªses, sino para hacer pocas cosas. Ahora tienen que funcionar con 15 Estados miembros y ocuparse de casi todo. Muchos ven en la derrota de la Comisi¨®n un nuevo reequilibrio de poder a favor del Parlamento Europeo. Pero no hay que pasar por alto que ha sido un comit¨¦ independiente, no una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n, el que ha acabado con este colegio de comisarios. Y si bien el Tratado de Amsterdam otorga a la Euroc¨¢mara m¨¢s poderes, la autoridad habr¨¢ de gan¨¢rsela.
La Comisi¨®n, cuya invenci¨®n es uno de los secretos del ¨¦xito de la construcci¨®n europea, va a seguir siendo central, siempre que recupere su car¨¢cter supranacional, pues en los ¨²ltimos tiempos, consecuencia de su debilidad institucional, se hab¨ªa convertido en buena parte en una instancia en la que, con poco disimulo, los Gobiernos dirim¨ªan algunas de sus diferencias. Y si las instituciones de la UE, y no s¨®lo la Comisi¨®n, requieren un impulso democr¨¢tico, m¨¢s democracia no pasa necesariamente por reforzar sobremanera los poderes del Parlamento Europeo, sobre todo si es a costa de esa instancia b¨¢sica de la democracia en Europa que son los Parlamentos nacionales. Cuidado al vaciar la ba?era, no se vaya a ir el ni?o por el desag¨¹e.
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