Un monumental pueblo perdido
La Comunidad de Madrid declara el casco urbano de Patones de Arriba bien de inter¨¦s cultural
La leyenda ha terminado convirti¨¦ndose en monumento. El Gobierno regional aprob¨® el jueves conceder al casco urbano de Patones de Arriba (30 vecinos) la m¨¢xima protecci¨®n monumental y lo declar¨® bien de inter¨¦s cultural. Con este nuevo t¨ªtulo, Patones, el municipio con la historia m¨¢s enigm¨¢tica de la regi¨®n, se prepara para enfrentarse a un incierto futuro. Su alcalde, el socialista Jos¨¦ Manuel Herrero, que tambi¨¦n lo es de Patones de Abajo (350 habitantes), teme que esta protecci¨®n legal atraiga m¨¢s visitantes a un pueblo de por s¨ª ya abarrotado cada fin de semana o que su crecimiento urbano -hasta ahora peque?o, pero constante- peligre."No s¨¦ si esta protecci¨®n ser¨¢ buena o mala, porque la Consejer¨ªa de Cultura no ha tenido a bien responderme. S¨®lo nosotros hemos impedido que se cometan barbaridades urban¨ªsticas durante estos a?os, porque aqu¨ª la Comunidad nunca ha hecho nada. Ni un duro ha invertido", asegura. Patones de Arriba, municipio que estuvo a punto de desaparecer hace algunas d¨¦cadas a causa del abandono al que le sometieron sus habitantes, fue redescubierto para el turismo a finales de los a?os setenta. En aquellos a?os, los primeros for¨¢neos se acercaron a este entramado urbano compuesto por unos pocos centenares de casas de pizarra negra y restos de antiguas edificaciones. Entre sus calles escucharon entonces las viejas leyendas que hablan de un pueblo que lleg¨® a tener su propio y orgulloso rey. Era conocido como el rey de los patones y su origen lo remontaban los m¨¢s cr¨¦dulos a los tiempos en que los visigodos dominaban la Pen¨ªnsula. Y as¨ª, el pueblo, hundido entre grandes valles de dif¨ªcil acceso, qued¨® durante siglos aislado de otras culturas y sumergido en su endog¨¢mico mundo. De hecho, ni las huestes ¨¢rabes ni las francesas, que alardeaban de haber conquistado toda Espa?a, se dieron cuenta de que detr¨¢s de sus l¨ªneas exist¨ªa un peque?o pueblo que rivalizaba en rebeld¨ªa con la legendaria villa de Ast¨¦rix.
Pero no fue hasta el reinado de Carlos III cuando la Corona, harta de esta molesta competencia real, decidi¨® acabar con el rey de los patones. Carlos III orden¨® que los vecinos m¨¢s j¨®venes fueran enrolados en el Ej¨¦rcito y que los privilegios del municipio desaparecieran.
Y as¨ª empez¨®, seg¨²n la leyenda, el fin de este reino serrano, que dio sus ¨²ltimos estertores a mediados de este siglo, cuando sus habitantes decidieron fundar un nuevo y menos aislado pueblo, que llamaron Patones de Abajo. Y la agon¨ªa se alarg¨® hasta hace pocos a?os, cuando, aprovechando la belleza de las viejas viviendas de pizarra negra, se abri¨® el primer restaurante para visitantes.
Y luego lleg¨® un empresario franc¨¦s, Fran?ois-Henry Fournier, que compr¨® medio pueblo, porque los vecinos de Patones de Abajo segu¨ªan sin entender que el futuro -el tur¨ªstico por lo menos- estaba en el de Arriba. Y m¨¢s tarde arribaron los curiosos, a miles cada fin de semana, y se quedaron prendados del pueblo. Se abrieron siete restaurantes m¨¢s y comercios de antig¨¹edades, pasteler¨ªas, de recuerdos...
El crecimiento fue espectacular. Llovieron las ofertas para comprar casas en el abandonado reino. Pero los precios aumentaron mucho. "Hay m¨¢s demanda que oferta", reconoce el alcalde.
Y ¨²ltimamente, la aristocracia, como cuando gobernaba el rey de los patones, ha decidido volver al pueblo. "Unos de los ¨²ltimos que han comprado casa aqu¨ª han sido Cayetano Mart¨ªnez de Irujo y Mar Flores, que se est¨¢n haciendo una muy grande, aunque ¨²ltimamente las obras est¨¢n algo paradas", anuncia Jos¨¦ Manuel Herrero, al que alg¨²n periodista del coraz¨®n ya ha intentado coaccionar para que le entregue los planos de la vivienda.
"Yo no s¨¦ si la declaraci¨®n de bien de inter¨¦s cultural vendr¨¢ bien al pueblo, porque, hasta el momento, el Ayuntamiento no est¨¢ ganando nada. Como la ¨²ltima revisi¨®n catastral es de 1987, la mayor¨ªa de las fincas est¨¢n exentas de pago, porque estaban en ruinas cuando se hizo la revisi¨®n. Ahora, los nuevos propietarios las han rehabilitado, pero les seguimos cobrando los mismos impuestos que si habitasen una ruina. Hasta la pr¨®xima revisi¨®n del a?o 2000 siguen exentas", se queja el regidor.
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