Un proyecto, mejor que nada
Apenas hace un mes, Arrigo Sacchi fue despedido del Atl¨¦tico en medio de la enemiga de la hinchada, el desprecio de una gran parte de la prensa y el oportunismo de los jugadores, que r¨¢pidamente salieron a expresar su desacuerdo con el ideario del entrenador italiano. Dijeron que se sent¨ªan oprimidos, sin espacio para expresarse con creatividad, abrumados por el sistema y bla, bla, bla. T¨ªpico de los futbolistas actuales, cada vez m¨¢s dispuestos a traspasar responsabilidades al primero que se cruce en su camino. Una semana despu¨¦s, coincidiendo con la eliminaci¨®n del Espanyol y el acceso a las semifinales de Copa, hizo fortuna la idea de la felicidad en la plantilla. Se sent¨ªan libres, pod¨ªan disfrutar del f¨²tbol, nadie limitaba su incuestionable calidad. Eran dichosos.Ahora no hay nadie en el Atl¨¦tico que diga que se siente feliz y liberado. M¨¢s o menos, todo el mundo escurre el bulto en la responsabilidad de una crisis considerable. El equipo s¨®lo ha conseguido un punto en los ¨²ltimos ocho partidos de Liga. Hace tan s¨®lo dos meses, tras la victoria sobre el Celta, el Atl¨¦tico estaba a dos puntos del l¨ªder. En estos momentos, ocho encuentros despu¨¦s, est¨¢ a 20, figura en el puesto 14?, y bajando. Los jugadores, tan parlanchines despu¨¦s de la destituci¨®n de Sacchi, guardan un silencio culpable. Y el club no acierta a explicar su posici¨®n. Quiz¨¢ porque no la tiene. Lo m¨¢s aproximado a un argumento es la voluntad de descargar las culpas sobre el actual entrenador, Carlos Aguiar, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la cadena: hombre de la casa, condenado a un ingrato trabajo de meritorio, saco de los golpes por definici¨®n.
Aguiar no tiene nada que ver con la dif¨ªcil situaci¨®n del equipo. Fue reclamado como una soluci¨®n provisional para un problema que le ha sobrepasado. Es una v¨ªctima de las circunstancias. Es cierto que el Atl¨¦tico ha perdido por el camino a tres delanteros estupendos, pero con la ausencia de Vieri y Kiko tambi¨¦n tuvo que pechar Sacchi. Las carencias de la plantilla son discutibles. Desde luego al Atl¨¦tico no le alcanza para pelear por el campeonato, pero Molina, Aguilera, Chamot, Santi, Jugovic, Valer¨®n, Jos¨¦ Mari, Juninho o Lard¨ªn son gente de prestigio, muchos de ellos internacionales. Por lo tanto, hay razones para hablar de la mala gesti¨®n de una crisis que le ha estallado en la cara al club.
Si la responsabilidad de los jugadores en el desaguisado es innegable, tampoco se cuestiona la de los dirigentes. Ning¨²n club sabe m¨¢s de borrascas que el Atl¨¦tico. Y ninguno tiene m¨¢s experiencia en fracasos como ¨¦ste. Todo porque en el f¨²tbol resulta muy poco razonable cambiar de caballo a mitad del r¨ªo. El Atl¨¦tico ha cambiado demasiados durante la era Gil, con resultados nefastos. Como el actual. Entre apoyar un proyecto impopular o aventurarse a ciegas en el caos, mucho mejor lo primero. No vaya a ser que lo popular te ponga al borde del descenso.
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