Muerte de un etarra
EL PORTAVOZ de Herri Batasuna (HB), Arnaldo Otegi, no alberga ninguna duda sobre qui¨¦nes est¨¢n detr¨¢s de la muerte de Jos¨¦ Luis Geresta Mujika, supuesto integrante del comando Donosti de ETA, al que se imputa el asesinato del abogado y militante socialista Fernando M¨²gica: los aparatos del Estado espa?ol. Seg¨²n la rotunda conclusi¨®n del dirigente abertzale, se tratar¨ªa de "un crimen de Estado". Ninguna hip¨®tesis puede descartarse en casos como ¨¦ste, en el que se desconocen las circunstancias concretas que rodearon el suceso. Precisamente por eso lo prudente es esperar los resultados de la investigaci¨®n judicial. Porque en el pasado se hayan dado casos de guerra sucia no puede deducirse de modo mec¨¢nico que ¨¦ste es uno de ellos. Tampoco estar¨ªa justificado afirmar con id¨¦ntica rotundidad que se trata de un ajuste de cuentas entre terroristas porque hist¨®ricamente se hayan producido muertes de ese tipo en el cerrado mundo del terrorismo y sus contornos. De la misma forma no hay que descartar la hip¨®tesis que en principio parece m¨¢s veros¨ªmil, aunque resulte la menos grata para sus amigos: que Jos¨¦ Luis Geresta se haya quitado la vida por alg¨²n motivo hasta ahora desconocido. Es la hip¨®tesis que la Ertzaintza considera m¨¢s probable, subrayada por los restos de p¨®lvora encontrados en su mano.Adem¨¢s de esclarecer totalmente las circunstancias de la muerte de Geresta M¨²jika, hay que hacerlo del modo m¨¢s r¨¢pido posible. No s¨®lo para evitar utilizaciones pol¨ªticas como la de Otegi, sino sobre todo para asegurar mejor el fin de la investigaci¨®n si la hip¨®tesis de la muerte resultara distinta a la del suicidio. Los familiares del fallecido han exigido personarse en la investigaci¨®n abierta sobre su muerte. Est¨¢n en su derecho. Igual que a la hora de pedir una segunda autopsia del cad¨¢ver, como finalmente se practic¨® ayer, si no se f¨ªan de la primera porque, seg¨²n dicen, todav¨ªa no estaba plenamente identificada la personalidad del fallecido.
Todos los partidos pol¨ªticos han pedido un pronto esclarecimiento del caso, al tiempo que se niegan a sacar consecuencias pol¨ªticas apresuradas. Todos, menos HB. Para los dirigentes de este grupo pol¨ªtico pr¨®ximo a ETA, la investigaci¨®n del juez huelga, pues ellos ya han establecido la verdad de lo sucedido y han sacado las pertinentes consecuencias pol¨ªticas. Es evidente que la muerte de Geresta, aunque se demuestre que no participaron en ella otras personas, ya ha sido utilizada pol¨ªticamente. Y no, desde luego, en el sentido de rebajar el nivel de agresi¨®n que desde el entorno de HB se mantiene contra cargos y militantes de partidos no nacionalistas, ni para dejar de amedrentar a jueces, profesores o periodistas que "no colaboran", como sucedi¨® ayer con Fernando Savater cuando presentaba su ¨²ltimo libro en San Sebasti¨¢n.
Lo m¨¢s llamativo es la presi¨®n que los dirigentes de HB han ejercido sobre sus colegas del Pacto de Lizarra para hacerles comulgar con su tesis de "crimen de Estado" antes de conocer lo que realmente ha sucedido. Quiz¨¢ porque Otegi y los suyos est¨¢n acostumbrados a imponer a menudo sus puntos de vista no sab¨ªan cu¨¢l era el l¨ªmite. Al menos en esta ocasi¨®n los dirigentes de los otros partidos nacionalistas han optado por la prudencia mientras no haya indicios concluyentes en la investigaci¨®n de la Ertzaintza. No as¨ª sus concejales de Zizurkil, que han sumado las siglas de PNV y EA al manifiesto de HB, que no consigue sino crispar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco.
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