Camarera de mi amor ISABEL OLESTI
Cuenta el padre de un amigo m¨ªo que cuando se estren¨® Gilda en su pueblo, ¨¦l y otros de Acci¨®n Cat¨®lica se plantaban en cada sesi¨®n delante de la puerta del cine y aconsejaban al p¨²blico que no entrara porque aquella pel¨ªcula era inmoral. Pronto el pueblo se dividi¨® en los que hab¨ªan visto Gilda y los que no; o lo que es lo mismo: en pervertidos y preservadores de la moral. Con el tiempo, el padre de mi amigo relaj¨® sus costumbres y ahora es de los que se enchufa delante del Canal + sin codificar las noches que pasan pel¨ªculas porno. Dice que algo se ve y que muchas veces es mejor imaginar a que te lo sirvan todo en bandeja. La otra noche, en Margarita Blue, el padre de mi amigo se lo hubiera pasado en grande. Siguiendo con la buena costumbre de entretener a su p¨²blico con las m¨¢s descabelladas propuestas, los del Margarita organizaron un concurso de strip-tease para celebrar el inicio de la primavera. Se trataba de que cualquier cliente tuviera el valor de subir al estrado e improvisar -o no- un numerito que acabara con sus pa?os menores saltando por los aires. La experiencia del a?o pasado pronosticaba alguna sorpresa, aunque todos tem¨ªan que se presentara el mismo tipo que en la pasada edici¨®n no s¨®lo fue el ¨²nico que se qued¨® en bolas, sino que, previa manipulaci¨®n de sus bajos, se pas¨® el resto de la noche charlando y bebiendo animadamente en la barra vestido s¨®lo con su cazadora. El individuo no apareci¨® y los organizadores se lo agradecieron. A las doce de la noche, con un lleno hasta la bandera, Arnau Vilardeb¨®, micro en mano y con voz de animador de feria, preguntaba qui¨¦n entend¨ªa de culos, rodillas, codos, piernas... para atreverse a hacer las funciones de jurado. Tarea ardua que al instante muchos se vieron capaces de soportar, entre ellos mi vecino de mesa, cliente habitual del bar y siempre dispuesto a esos menesteres. Arnau Vilardeb¨® -experto presentador de lo que se tercie, capaz de encantar a una serpiente con s¨®lo abrir la boca- dio la salida a los artistas reclutados para la ocasi¨®n. Los gritos y aplausos que ven¨ªan del fondo del local hac¨ªan prever algo fuerte, pero nadie se imagin¨® que subir¨ªan al estrado como Dios los trajo al mundo Xefo y Mir, dos de las almas del Margarita blue. La juerga estaba asegurada. Xefo y Mir: gal¨¢n de noche nos hicieron un strip-tease al rev¨¦s, hasta que se colocaron el reloj en la mu?eca y saludaron al p¨²blico vestidos para una fiesta. Y fue cuando aparecieron Pesi y Desi con un deshabill¨¦ ribeteado de plumas y una peluca rubia que a mi vecino le empezaron a rodar los ojos. "Estas chicas me suenan de algo...". Claro que pod¨ªan ser artistas de cine, como las que ten¨ªamos delante: la flamante ganadora de un Goya, Marieta Orozco, y su pandilla, o el veterano Mariscal, que practica de pap¨¢ acompa?ando a su hija, presta tambi¨¦n para concursar. Pesi y Desi -encantadoras en su inocente striptease- caldearon el ambiente hasta extremos de hacer venir a la autoridad competente, o sea la Polic¨ªa Municipal. "?Qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando aqu¨ª? Queremos hablar con el jefe". El jefe, en este caso Xefo, acababa su striptease y as¨ª se lo comunic¨® al guardia, que se fue hecho un l¨ªo. Finalmente, mi vecino de mesa descubri¨® -y no precisamente porque Pesi y Desi quedaran sin su atuendo- que aquellos pimpollos eran dos de las camareras que cada tarde le sirven el caf¨¦ en el Margarita blue y que en sus horas libres estudian teatro. Mi vecino de mesa no daba cr¨¦dito y fue uno de los que aplaudi¨® m¨¢s cuando, previo recuento de votos, salieron ganadoras y tuvieron que repetir el espect¨¢culo. Tambi¨¦n Mariscal aplaudi¨® a su reto?o, o a su obra de arte, porque Silver-Loli sali¨® pintada de arriba abajo por su padre. Gan¨® el tercer premio, pero el a?o anterior se llev¨® el primero junto con un grupo de tres. Mi vecino de mesa seguir¨¢ tomando el caf¨¦ de media tarde en el Margarita, pero es consciente de que sus deliciosas camareras han sido capaces de movilizar hasta la Polic¨ªa Municipal.
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