Primera fisura en el pueblo serbio
Petar Njegos, el gran poeta nacional montenegrino del siglo XIX, no lo podr¨ªa haber imaginado. En siglos de lucha contra el imperio otomano y contra las tribus albanesas no sucedi¨® nunca, pero Slobodan Milosevic parece cercano a conseguir que Montenegro d¨¦ la espalda a su gran hermana de la historia, Serbia.Ha logrado en 10 a?os hacer pensar a todos los pueblos vecinos que la convivencia con los serbios es imposible. Y est¨¢ a punto de conseguir que se convenza de lo mismo la peque?a naci¨®n de Montenegro, que pasa por ser algo as¨ª como la quintaesencia de la naci¨®n serbia.
Los r¨¦cords de Milosevic en su carrera a la cat¨¢strofe parecen no tener fin. La guerra actual en Kosovo comenz¨® en 1989 cuando Milosevic arrebat¨® su autonom¨ªa a las dos provincias, Vojvodina y Kosovo, y en un golpe de mano derrib¨® al Gobierno de Montenegro en su capital Podgorica, entonces llamada Titogrado. Consumada la destrucci¨®n del estado multinacional por la ofensiva de Milosevic, Montenegro es la ¨²nica rep¨²blica que queda en la actual federaci¨®n con Serbia.
Ind¨®mito pa¨ªs
Este ind¨®mito pa¨ªs fue durante siglos un refugio de la cultura y la espiritualidad ortodoxa y sus remotos parajes escarpados fueron siempre un foco de la resistencia de los eslavos meridionales contra la ocupaci¨®n exterior. Ahora Montenegro, con su presidente Milo Djukanovic a la cabeza, es la ¨²nica pieza que queda institucionalmente en Yugoslavia abiertamente enfrentada con la satrap¨ªa del presidente Milosevic. Y todo hace suponer que ¨¦ste intenta acabar con esta ¨²ltima disidencia que demuestra que es posible gobernar en los Balcanes con un proyecto civilizado y europeo y en contra del crimen medieval en marcha hoy en Kosovo.El relevo hace unos d¨ªas de varios generales y la movilizaci¨®n de los peones de Momir Bulatovic, vicepresidente yugoslavo y rival de Djukanovic en Montenegro, hacen pensar que estamos ante un intento, no el primero, de acabar con el proyecto montenegrino. Pero la manifestaci¨®n de esta gran fisura entre Podgorica y Belgrado demuestra tambi¨¦n que la intervenci¨®n de la OTAN no se entiende entre todos los yugoslavos con la unanimidad que los adversarios de la misma pretenden.
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