Tratado de impotencia
El 'derby' vasco se salda con un f¨²tbol paup¨¦rrimo y un empate que aleja al Athletic y a la Real Sociedad del objetivo europeo
El debate sobre el hermanamiento o el fratricidio, bajo el paraguas del Aberri Eguna (D¨ªa de la Patria Vasca) y con la excusa de la ikurri?a, no resulto ni est¨¦ril ni inocente. A juzgar por lo que ocurri¨® tras los fastos de la presunta diplomacia vasca, Athetic y Real Sociedad aliviaron bajo su manto espiritual toda la impotencia que son capaces de manifestar cuando se trata de ejercer su oficio. En el profundo debate de ideas (?salimos o no con la ikurri?a, todos juntos en alegre romer¨ªa?, ?salimos cada uno por su lado y a quien el gol se la de, la afici¨®n se lo bendiga?) el f¨²tbol pas¨® a un plano tan secundario que parec¨ªa m¨¢s una excusa reivindicativa que el motivo del precio de las entradas.Hoy por hoy, ambos equipos vascos caminan taciturnos por la competici¨®n, escribiendo a menudo sus particulares cap¨ªtulos de un tratado de impotencia que ayer rubricaron de forma clara y legible. Al primer contratiempo se tambalean, se asustan, enmudecen y conducen a sus seguidores a las cavernas del sentimentalismo.
ATHLETIC 0
REAL SOCIEDAD 0Athletic: Imanol Etxeberria; Larrainzar, Roberto R¨ªos, Carlos Garc¨ªa, Felipe; Alkiza, Urrutia (Jorge P¨¦rez, m. 67); Joseba Etxeberria, Guerrero, Ezquerro; y Urzaiz (Lacruz, m. 90). Real Sociedad: Alberto; Jauregi, Loren, Pikabea, Aranzabal; Aranburu (L¨®pez Rekarte, m. 66), G¨®mez, Idiakez, Jos¨¦ F¨¦lix Guerrero; Sa Pinto (Antia, m. 80) y Cvitanovic (Mutiu, m. 45). ?rbitro: Carmona M¨¦ndez, del colegio extreme?o. Expuls¨® a Jauregi por arrollar a Ezquerro, siendo el ¨²ltimo defensor. Amonest¨® a Jauregi, Felipe, Roberto R¨ªos y Ezquerro. Unos 40.000 espectadores en San M¨¢m¨¦s con escasa presencia de seguidores donostiarras.
Ayer ratificaron todas sus penurias con la ¨¦pica que requer¨ªa el acontecimiento. Cuando el colegiado expuls¨® a Jauregi, la Real toc¨® retirada, se agrup¨® en su portal y ofreci¨® una imagen m¨¢s parecida a las de la reuniones de vecinos (confusas y apretujadas) con la ¨²nica ambici¨®n de que el tiempo le diera alguna raz¨®n de supervivencia. No estaba para m¨¢s. Cuando el viento le roz¨® en la camiseta, la Real huy¨® despavorida y rebusc¨® el libreto m¨¢s rancio del catenaccio. No sab¨ªa m¨¢s. S¨®lo ten¨ªa miedo.
El Athletic se alegr¨® tanto con la adversidad del rival que decidi¨® entregar muchos minutos al solaz que proporciona el mal ajeno. Luis Fern¨¢ndez decidi¨® parar el asomo de abordaje de su equipo y el Athletic se fue a la ducha con un tiro al poste de Ezquerro como ¨²nico bot¨ªn. El partido ten¨ªa mala cara. El f¨²tbol tiene algunas exigencias ineludibles. Por ejemplo cuesta trabajo jugar sin imaginaci¨®n y sin ambici¨®n. La Real Sociedad la enterr¨® cuando se vio en inferioridad y se pas¨® el resto del encuentro reordenando filas, apret¨¢ndose asustada y prometiendo tanto derroche energ¨¦tico como ausencia de talento. Cuando estuvo con la alineaci¨®n completa dispuso de una ocasi¨®n de Cvitanovic, lo que significa habitualmente una invitaci¨®n al fracaso. Despu¨¦s no hubo nada que anotar en su bloc que no fueran algunos enredos particulares de Sa Pinto y algunas licencias de Idiakez m¨¢s propias de partidos amistosos que de asuntos profesionales.
El Athletic no fue a la zaga en el patetismo de su juego. Sin imaginaci¨®n alguna, vulgar y tozudo por el centro, impotente por los costados se dedic¨® a entretener el bal¨®n por ambos lados, sin una chispa de lucidez, sin un asomo de remate. No ten¨ªa uno sola idea en el bolsillo.
Apelaba el Athletic a la victoria por abatimiento del rival. Y pudo llegar en remate de Urzaiz o de Ezquerro o de R¨ªos, o por la v¨ªa de un posible penalti a Urzaiz a cargo de Mutiu que no se se?al¨®. La insistencia como ¨²nico voluntad, la rutina como ¨²nico argumento.
El partido resultaba tan vulgar que incluso consigui¨® apagar el sentimentalismo de la grada. Los aficionados donostiarras se apresuraban a celebrar su decimotercer derby consecutivo sin perder; los rojibloancos se resignaban a la fatalidad de sus destino. Pero en realidad lo que ocurri¨® tiene m¨¢s que ver con la absoluta levedad del juego de dos equipos muy mediocres, muy faltos de razones para aspirar a algo importante y demasiado enfrascados en asuntos menores.
El derby fue el espejo exacto de ambos equipos que han hecho de la incomodidad su principal rasgo de personalidad. Se trata de incordiar m¨¢s que de jugar, de correr m¨¢s que de tocar, de abalanzarse m¨¢s que de pensar.
En el Athletic, Julen Guerrero no encontraba ni la pausa, ni el tacto para mover al peonaje frente a un rival que encerr¨® a sus diez jugadores en apenas 40 metros de terreno. De Alkiza no se tienen noticias desde hace alg¨²n tiempo. El recurso al juego a¨¦reo se convierte en asunto prioritario. La Real Sociedad domin¨® esa faceta con demasiada comodidad. Cuando el Athletic apret¨® la dentadura, surgi¨® Alberto y dej¨® las cosas como estaban, es decir en un empate que aleja a ambos de Europa y s¨®lo satisface a las facciones m¨¢s familiares o pendencieras de cada cual. La estad¨ªstica festejer¨¢ a unos y penalizar¨¢ a otros. El f¨²tbol y los objetivos son asuntos peque?os en un d¨ªa tan se?alado...
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