"Los mejores a?os del nacionalismo fueron los de la Rep¨²blica, con Jos¨¦ Antonio Aguirre"
Cumpli¨® la semana pasada 78 a?os. Con 15 particip¨® en la guerra, siendo el gudari (soldado del Gobierno vasco) m¨¢s joven. Estuvo desde el primer d¨ªa de la movilizaci¨®n en Bilbao, unas horas m¨¢s tarde del golpe militar de Mola en Pamplona. Aquella tarde del 19 de junio, despu¨¦s de o¨ªr el mensaje del gobernador civil de Vizcaya "en contra de los fascistas", cogi¨® el fusil que le dieron en una armer¨ªa, "en la calle Bertendona, junto a la sede del Athletic", y se fue a la guerra. Iba por delante de todos; por eso nadie le imped¨ªa continuar. Naci¨® en el alto del Pagasarri, donde su padre -un republicano que muri¨® enfermo en la c¨¢rcel tras la guerra-, estaba encargado del refugio, y donde su madre, de familia euskald¨²n, influy¨® en ¨¦l y en sus seis hermanos para despertar el sentimiento nacionalista. Aunque en esto tuvo mayor influencia un cu?ado suyo, aquel que se encarg¨® de hacer llegar a Garc¨ªa Vali?o las condiciones para la rendici¨®n de Bilbao y de quien conserva el pa?uelo blanco que agitaba para evitar que le dispararan las tropas de Franco. Toda su vida, anterior a la guerra, en la guerra y despu¨¦s de la guerra, ha estado entregada al nacionalismo de forma activa y cr¨ªtica, a veces muy rebelde. Lo estuvo desde que corr¨ªa por el Pagasarri y estudiaba en la Escuela de Larraskitu. Pregunta. ?Qu¨¦ Aberri Eguna recuerda con m¨¢s satisfacci¨®n? Respuesta. Dos especialmente: el primero de todos, el de 1932, y aquel en el que el partido hizo un llamamiento especial, el de 1964, en Gernika, al que llegaron cientos de personas desafiando todas las prohibiciones. Para m¨ª, el m¨¢s emotivo y que a¨²n vivo profundamente fue el primero -no hab¨ªa cumplido 11 a?os- en el Ganekogorta. La v¨ªspera, de noche, se organiz¨® una gran fiesta, con hogueras y c¨¢nticos. Habr¨ªa unos 200 j¨®venes, no m¨¢s, pero fue una concentraci¨®n hermosa, participativa y sentida. Entonces el nacionalismo se viv¨ªa intensamente, se recib¨ªa formaci¨®n adecuada. P. ?Mejor que ahora? R. Sin ninguna duda. Aquellos de la Rep¨²blica fueron los mejores a?os del nacionalismo, con Jos¨¦ Antonio Aguirre de l¨ªder y lehendakari aut¨¦ntico. Se viv¨ªa la doctrina de Sabino Arana, aquella que dec¨ªa que "la patria no es el suelo que se pisa, sino quienes pisan ese suelo". Fue tras la ca¨ªda de Primo de Rivera y la uni¨®n de las dos ramas del nacionalismo. Yo era un cr¨ªo y comenzaba a sentir la identidad diferenciada de este pueblo. Valent¨ªn Herr¨¢n habla y no para de hablar, documentando en ocasiones cuanto dice. Conserva, por ejemplo, una carta del capit¨¢n Jos¨¦ Mar¨ªa Anzola, el de su compa?¨ªa, y una foto en la que aparecen ambos. "Es en octubre del 36, en la posici¨®n Belaustegi, de Markina". Aquel capit¨¢n, que result¨® gravemente herido poco despu¨¦s, fue el ¨²nico que trat¨® de convencer a este "txiki", como le llamaban, para que desistiera de participar en la guerra: "Con 15 a?os no puedes estar aqu¨ª, tienes que volver a casa. ?Imag¨ªnate que te matan!, ?como justificamos tu presencia en el frente?". Y Valent¨ªn, el Txiki, le respondi¨® que sus padres conoc¨ªan sus sentimientos y los aprobaban y que, desde luego, no se iba a dejar matar. P. ?C¨®mo empez¨® su participaci¨®n en la guerra? R. En Bilbao se conoc¨ªa el levantamiento de ?frica y se hab¨ªa extendido el rumor de que hab¨ªa tropas fascistas por Orozko. Luego, hubo una llamamiento del gobernador a trav¨¦s de la radio. Sent¨ª aquella primera llamada de uni¨®n de los antifascistas y me col¨¦ a la cabeza. Estuve en los lugares de las primeras decisiones: concentraci¨®n en San Francisco, luego en la Diputaci¨®n, despu¨¦s en La Casilla, en los cuarteles. All¨ª, un oficial pidi¨® voluntarios para ir a Miravalles y me traslad¨¦ en una furgoneta. Permanec¨ª all¨ª, con otros compa?eros del partido, no muchos, hasta mediados de agosto. A ra¨ªz del brutal bombardeo de Otxandiano, me enviaron al primer hospital de campa?a. Desempe?¨¦ diversas tareas hasta que en septiembre fui nombrado oficialmente gudari. Antes de eso, el PNV hab¨ªa hecho un llamamiento en Artxanda, donde el 5 de agosto desfilamos 11 columnas de 500 soldados. Ah¨ª se vio la fuerza de convocatoria del partido, que sorprendi¨® a todos. P. ?Comenz¨® sin preparaci¨®n? R. No, no. El 26 de setiembre, ya con los fusiles checos, nos encerramos en Bidarte (Deusto) para entrenarnos y aprender t¨¢cticas de guerra. Despu¨¦s, me trasladaron a Markina. Nos toc¨® una posici¨®n muy mala, muy cerca del enemigo. Ya en el Batall¨®n Otxandiano, estuvimos hasta el 8 de enero, cuando volvimos a Bilbao para recuperarnos los que a¨²n permanec¨ªamos con vida. P. Estuvieron tambi¨¦n en Gernika poco despu¨¦s del ataque. R. S¨ª, fuimos desde Markina, con muchas dificultades, que salvamos gracias a un pastor que nos hizo de gu¨ªa. Llegamos a Gernika despu¨¦s del bombardeo, cuando a¨²n estaba en llamas. En Gernika ayudamos a la gente. Al regresar a Bilbao me ingresaron en el hospital porque ca¨ª sin conocimiento. P. ?Por agotamiento f¨ªsico o tambi¨¦n psicol¨®gico? R. No, s¨®lo f¨ªsico. Psicol¨®gicamente ten¨ªa un gran esp¨ªritu y el convencimiento de que lo que estaba haciendo era lo que deb¨ªa por mi pueblo. Adem¨¢s, lo compart¨ªamos todos y sab¨ªamos contra qui¨¦n luch¨¢bamos. Mi caso no era aislado. Ten¨ªamos entonces una juventud preparada para la guerra. Desde el a?o 30, el PNV hab¨ªa tratado de formar debidamente a sus j¨®venes, y sin tapujos. Hay un texto del EBB que es escalofriante, en el que se dice que no se admite a nadie en el partido si no hay plena seguridad de que es nacionalista. Eso evit¨® que entraran intrusos. Ahora no ocurre lo mismo... P. Le toc¨® tambi¨¦n el final de la guerra en Euskadi. R. Estuve en varios frentes en los alrededores de Bilbao. Luego el partido nos dio la orden de bajar a Bilbao para impedir que volaran algunos edificios como La Alh¨®ndiga y el Dep¨®sito Franco, donde pasamos la ¨²ltima noche antes de la rendici¨®n. Fue aquella madrugada cuando volaron los puentes y mi batall¨®n fue el encargado de hacer efectiva la entrega de Bilbao. Unas horas antes yo mismo estuve en la sede del Gobierno vasco, en el despacho de Jos¨¦ Antonio Aguirre. P. Hecho prisionero, ?cu¨¢l fue su odisea? R. Muy larga. La empezamos 3.000 soldados en el Teatro Arriaga, luego Vitoria, Logro?o, en la plaza de toros, Burgos y Zaragoza. De all¨ª nos llevaron al frente del Ebro, y en Alca?iz estuvimos varios meses colocando traviesas del ferrocarril. Luego a Teruel y a Guadalajara. Termin¨® la guerra, pero a m¨ª no me soltaron y estuve en Sabi?¨¢nigo todo el invierno del 39. Al a?o siguiente me pusieron en libertad, pero al volver me encontr¨¦ con la sorpresa de que a¨²n me quedaban m¨¢s de dos a?os para ser llamado a filas.
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