Emperador

Giulio Einaudi, el emperador de la edici¨®n que a tantos de nosotros cautiv¨® durante los a?os dif¨ªciles, ha sido uno de los pocos amigos queridos a los que la muerte no le ha dejado media vida por vivir. Desde que en su juventud comenz¨® a reconducir la editorial de Derecho que su padre hab¨ªa fundado, desarroll¨® hasta la perfecci¨®n la imagen y el comportamiento de lo que hab¨ªa de ser un editor literario.Un editor para ser admirado, querido e imitado; con m¨¢s inteligencia que ambici¨®n, con fidelidad extrema a una pol¨ªtica editorial en la que cre¨ªa por encima de todas las cosas; un editor que supo reconocer a sus autores, fueran j¨®venes o ancianos, famosos o rec¨®nditos, rodearse de ellos y crear juntos un ambiente cultural y de compromiso pol¨ªtico a la altura de su impresionante cat¨¢logo, para lo que nunca le falt¨® el talento y mucho menos el coraje. En definitiva, un editor para la posteridad.

A sus 87 a?os, conservaba a¨²n el porte de un emperador, la elegancia de un hombre refinado y la inteligencia de quien ha sabido afianzar con los a?os su propia ideolog¨ªa, fueran cuales fuesen las circunstancias, y que supo aprovechar el azul de sus ojos inocentes para suavizar una voluntad que tantas veces hizo temblar a sus enemigos. Giulio Einaudi fue un maestro para toda una generaci¨®n de una Europa que por lo menos ten¨ªa m¨¢s de cultural que de econ¨®mica. Descansa en paz.