Las dudas permanentes del 'comandante' Bill Clinton
Le gusta y le asusta. La relaci¨®n de Bill Clinton con la guerra es as¨ª de ambivalente. A Clinton le encanta ponerse el casco de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos... siempre y cuando la victoria est¨¦ asegurada y no cueste vidas norteamericanas. Clinton, "el halc¨®n vacilante" como le acaba de llamar The New York Times, est¨¢ ahora metido en un l¨ªo. Si el presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, sigue resistiendo, va a tener que optar entre proclamar victoria sin haber cumplido el objetivo de pacificar Kosovo o enviar fuerzas terrestres norteamericanas a combatir en el avispero de los Balcanes.Clinton, el pol¨ªtico que siempre busca el punto medio, la soluci¨®n menos arriesgada, el aplauso de las encuestas, entr¨® en la Casa Blanca habiendo heredado de George Bush una intervenci¨®n en Somalia que se convirti¨® en un desastre. Las fuerzas de paz norteamericanas terminaron haciendo el petate en 1993, tras haber perdido a 18 de los suyos. Esa retirada ha marcado el resto de su visi¨®n presidencial de la guerra.
Hait¨ª y Bosnia
Si Clinton despach¨® soldados a Hait¨ª en 1994 y a Bosnia en 1995 -30 meses despu¨¦s del comienzo del conflicto- es porque ten¨ªa garantizada su buena acogida. Y lo mismo estaba dispuesto a hacer en Kosovo si los dos bandos lo aprobaban previamente. Pero Milosevic no quiso y Clinton orden¨® la participaci¨®n de EEUU en una operaci¨®n de la OTAN que, en principio, iba a ser como las desencadenadas contra Irak bajo su mando: lanzamiento de misiles Tomahawk y bombardeos por aviones consideradas casi invencibles como los B-52 y los F-117A. Las cosas, sin embargo, se complicaron.El s¨ªndrome de Somalia que pesa sobre la presidencia de Clinton no es sino un rebrote del m¨¢s grave para la conciencia contempor¨¢nea de EE UU: el de Vietnam. "Que j¨®venes compatriotas, aunque ahora sean todos profesionales, mueran en una remota regi¨®n del mundo por una causa dif¨ªcil de entender, es algo muy duro de aceptar para los norteamericanos", dice el profesor universitario Francis Boyle.
Respecto a Vietnam, el comandante en jefe Clinton tiene un problema: borde¨® la ilegalidad en su exitoso esfuerzo para no ser reclutado. Pero no es ¨¦se el ¨²nico asunto que nubla sus relaciones con el Pent¨¢gono. Uno, ya viejo, el fracasado intento de imponerle al Ej¨¦rcito la aceptaci¨®n de los homosexuales. Otro, caliente, es conocido en los cuarteles de EEUU como "el doble rasero": el presidente sali¨® impune de su aventura con Monica Lewinsky, mientras que muchos oficiales pierden sus galones por casos semejantes de adulterio. "A los militares no les gusta Clinton, pero eso no afecta a su trabajo diario", dice el senador republicano y ex prisionero de guerra en Vietnam John McCain.
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