Un brillante representante del arte ¨¦tnico
Con el rotundo ¨¦xito popular con que ha sido acogida su instalaci¨®n al aire libre de esculturas, junto al parisiense puente de las Artes, el artista senegal¨¦s Ousmane Sow (Dakar, 1935) vive el sue?o dorado de un inesperado triunfo internacional tras medio siglo de trabajo an¨®nimo. En efecto, aunque comenz¨® a esculpir desde la infancia y viaj¨® a Par¨ªs, a los 22 a?os, con la intenci¨®n de estudiar en la escuela de Bellas Artes, debi¨® hacer compatible su pasi¨®n art¨ªstica con el trabajo de fisioterapeuta, una especialidad que indudablemente le sirvi¨® para un mejor conocimiento del que ha sido el tema dominante en toda su trayectoria art¨ªstica: el cuerpo humano. Hasta 1989 no pudo Sow mostrar p¨²blicamente su obra, pero, a partir de esa fecha, cuando exhibi¨® en varias ciudades francesas su muestra titulada Nuba, despert¨® el inter¨¦s simult¨¢neo del p¨²blico y los especialistas. Entre estos ¨²ltimos, fue el prestigioso Jean Hoet quien lanz¨® definitivamente a Sow, pues, nombrado comisario de la IX Documenta de Kassel de 1992, el certamen vanguardista m¨¢s importante del mundo, le seleccion¨® para participar en el evento. Tres a?os despu¨¦s, en 1995, fue Jean Claire el que convoc¨® a Sow para participar en la muestra Capital, identidad y alteridad, figuras del cuerpo 1985-1995, de la 46 edici¨®n de la Bienal de Venecia, la bienal del centenario.?C¨®mo se explica que un artista que pasa desapercibido durante casi medio siglo se convierta s¨²bitamente en una figura internacional de primer orden, logrando adem¨¢s la estima del p¨²blico y de la cr¨ªtica m¨¢s exigente? La respuesta a esta pregunta nos remite al inter¨¦s actual por el llamado arte ¨¦tnico y, sobre todo, por el mestizaje cultural. El valor art¨ªstico de Sow tiene que ver fundamentalmente con lo segundo, puesto que su fuente de inspiraci¨®n principal es la representaci¨®n de los nuba seg¨²n las fotograf¨ªas que hizo la alemana Leni Riesfenstahl, continuando luego con otras series dedicadas a los masai, los zul¨²es y otras tribus africanas. En la escultura de Sow se mezclan los acentos occidentales y africanos, de manera que se tiene la impresi¨®n de contemplar unas expresionistas estatuas de Rodin con tatuajes primitivos. Sus figuras, por otra parte, forman grupos, pero cada uno de sus montajes o instalaciones revelan una intenci¨®n netamente narrativa, de cuentos ¨¦picos legendarios.
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