"Las pel¨ªculas son cad¨¢veres exquisitos"
Vicente Aranda (Barcelona, 1926) anda esc¨¦ptico y contento a la vez. Entre "la ilusi¨®n y el miedo" que le produce empezar, ma?ana, el rodaje de su nueva pel¨ªcula, Celos, el realizador reconoce que todav¨ªa no ha acabado de superar la amargura del ¨²ltimo trago: La mirada del otro, una pel¨ªcula arriesgada que se convirti¨® en el mayor fracaso de la larga y s¨®lida carrera de Aranda (35 a?os de oficio con casi 20 largometrajes a la espalda).Tan dura fue la ca¨ªda que se dir¨ªa que aquella ¨²ltima pel¨ªcula (primera producci¨®n de Andr¨¦s Vicente-G¨®mez para V¨ªa Digital y ¨²ltima colaboraci¨®n entre director y productor: fue tan denostada por la cr¨ªtica como ruinosa en taquilla), ha acabado siendo una obsesi¨®n para Aranda. "Ojal¨¢ no la hubiera hecho... Y el caso es que estaba bien interpretada, bien rodada... As¨ª que no s¨¦ si era mala o no. Tampoco esperaba mucho de ella, s¨®lo una recaudaci¨®n normal, minoritaria, como cualquier otra pel¨ªcula m¨ªa dif¨ªcil. Pero me dejaron completamente solo, a pesar de que yo advert¨ª antes de rodar de las dificultades. Y eso me hizo da?o. Todav¨ªa hay noches que me acuesto pensando que la cagu¨¦ completamente. Claro que cuando me levanto por la ma?ana pienso que era estupenda.... Y as¨ª andamos. Pasaron muchas cosas raras con ella, pero prefiero no hablar. Las doy por buenas porque ahora me encuentro muy c¨®modo donde estoy. Y parece que se me va pasando".
La curaci¨®n llegar¨¢ probablemente ma?ana. Aunque Aranda dice que su etapa de mayor felicidad haciendo cine es el montaje, se nota que est¨¢ deseando meterse hasta las cejas en Celos, un gui¨®n suyo y de ?lvaro del Amo que van a protagonizar Aitana S¨¢nchez-Gij¨®n y el actor mexicano de padres espa?oles Daniel Gim¨¦nez Cacho.
Torturada historia de amor entre un camionero y una empaquetadora de naranjas de Tabernes (Valencia), la pel¨ªcula abunda en el territorio favorito de Aranda, el drama psicol¨®gico-er¨®tico-sentimental, por decirlo de alguna forma, y ataca el delirio celoso desde un enfoque muy poco frecuente: las sospechas retroactivas, los celos de los amantes pasados.
"He buscado literatura sobre el asunto y s¨®lo encontr¨¦ un libro de Julian Barnes, Antes de conocernos. Pero la traducci¨®n es mal¨ªsima, y enseguida me cans¨¦ de leer. Es terrible tener la sensaci¨®n de que est¨¢s leyendo al traductor en vez de al autor. En cuanto al cine, la ¨²nica referencia que recuerdo es El ¨¢ngel azul, pero tampoco ah¨ª hab¨ªa celos retroactivos...".
Las dificultades de documentaci¨®n se han suplido a base de tiempo y de reflexi¨®n. Aranda y Del Amo han trabajado mucho sobre la idea que tomaron prestada de una informaci¨®n publicada en los peri¨®dicos. "La noticia s¨®lo nos daba el final de la historia. Las noticias pueden parecer absurdas, pero nunca lo son: ocurren y ya est¨¢. Pero, al querer llevarlas al cine, el final parec¨ªa absolutamente absurdo".
As¨ª que hab¨ªa que hacer "de detectives", montar el argumento desde el principio de manera que el final pareciera l¨®gico, o por lo menos, verdadero. "Al fin y al cabo, eso es el cine, hacer que parezcan verdad cosas incre¨ªbles".
Para tratar de acercarse a ese verismo, Aranda ha viajado a Valencia, ha visto c¨®mo funciona una empresa de empaquetar y distribuir naranjas, ha redescubierto c¨®mo ha cambiado la vida en provincias... "Me gusta mucho poner a gente com¨²n en medio de problemas trascendentales. Los celos son una situaci¨®n dif¨ªcil en cualquier caso, pero la gente que tiene cultura, estudios, se supone que tiene tambi¨¦n m¨¢s agarre, m¨¢s referencias, libros, lo que sea, para sujetar al ser primitivo, para domesticar ese sentimiento irracional".
En ese tipo de situaciones extremas, ayuda el conocimiento, afirma. "Algunos incluso logran que el sentimiento se duerma y no duela. Otros no lo pueden dominar. Y el desconocimiento suele provocar que las cosas acaben en drama con colisi¨®n. Sobre todo en el caso de los celos retroactivos, que no s¨®lo tienen rival f¨ªsico, sino que se enfrentan con una roca: el pasado. Aunque, como dice Stevenson, "los celos, en ¨²ltima instancia, son una consecuencia del amor".
Para aquellos que les choque la elecci¨®n de la presidenta de la Academia del Cine como int¨¦rprete de una humilde operaria de la naranja, Aranda guarda tres respuestas fulminantes y una broma. Primera: "Yo no creo mucho en eso de dar el tipo para un personaje o no. Es cuesti¨®n de vestuario, de maquillaje y de luz". Segunda: "Vi varias empaquetadoras tan guapas como Aitana". Tercera: "Le d¨ª dos guiones a leer y ella eligi¨® ¨¦ste. Es muy lista y ha preparado muy bien el papel". ?Y la broma? "El ¨²nico fallo que veo es que la historia no se presta demasiado a que la protagonista salga desnuda. Estar¨ªa muy bien desnudar a la presidenta de la Academia ?no? Al fin y al cabo, yo no fui el que la hice presidenta".
Con Celos, Aranda regresa, qui¨¦n sabe si llevado por la superstici¨®n, a un t¨ªtulo de una sola palabra. Como hizo en Amantes, seguramente su obra cumbre y la pel¨ªcula que le consagr¨®, tard¨ªamente, como gran indagador de los sentimientos y casi un erudito del tri¨¢ngulo sexo-amor-pasi¨®n.
El pasado, sobre todo en este momento previo al rodaje, sirve poco. "La experiencia dice que no hay rodaje f¨¢cil. Y por eso siempre da miedo arrancar. Aunque luego se te pasa, como a los toreros".
Y aunque Aranda, metido en obras en su chal¨¦ madrile?o, parece haberse cuidado mucho esta vez de repetir cornada, hace tiempo que sabe esa ley de oro de Broadway que suele recordar Rafael Azcona: el show business tiene unas reglas inflexibles; reglas que nadie conoce. "S¨ª, el resultado final depende de mil cosas. Hay cr¨ªticos que creen que un buen gui¨®n es la clave de una buena pel¨ªcula, y es importante, sin duda, pero no lo es todo. John Ford gritaba "?gui¨®n, gui¨®n, gui¨®n!", pero un d¨ªa fue y le arranc¨® el equivalente a diez p¨¢ginas a un copi¨®n porque el productor le met¨ªa prisa para acabar. Se puede ser muy contradictorio en eso, y no pasa nada. Para m¨ª, el gui¨®n es como una planta: s¨®lo sirve para crecer. Bu?uel dec¨ªa que cinco palabrillas de un gui¨®n pueden convertir cualquier pel¨ªcula en una ruina: uno escribe "barquitos zozobran en la tormenta"; luego ve t¨² y rueda eso...".
"Una pel¨ªcula es la suma de cincuenta frases de distinto origen", contin¨²a. "Un cad¨¢ver exquisito al que contribuye mucha gente y muchas cosas diferentes. Amantes no hubiera sido lo que fue, por mucho que yo hubiera hecho por ella, sin la nevada inesperada que cay¨® un d¨ªa en Burgos. Rodamos la escena as¨ª, y eso cambi¨® la pel¨ªcula. Pero hay muchos m¨¢s ejemplos. Tambi¨¦n en Amantes hice de una criadita un personaje ¨¦pico que de repente se pon¨ªa a decir unas cosas terribles, a hablar en puro lenguaje lorquiano. Era para matarme, pero nadie repar¨® en eso, nadie se dio cuenta...".
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