Horror y rid¨ªculo
H?CTOR M?RQUEZUna ni?a de nueve meses tiene el tabique nasal, las clav¨ªculas, la sangre y el cuerpo todo tan destrozados como la esperanza de que la huella de la brutalidad de sus padres no le deje secuela en el futuro. Hasta hace unos d¨ªas Tamara era un pelele donde descargar ira, monos de jaco, impotencia, miseria, y toda la crueldad de la que un ser humano es capaz: tanta como su capacidad para inventar dioses que juzguen y absuelvan sus actos. A Tamara la han separado por fin del ca?¨®n doliente de esa carne de su carne, de la sangre de su sangre, del genoma que justifica todos los afectos y crueldades. La misma mano que te acaricia te destroza luego la cara, ni?a. Con el aliento indiferente de una guerra absoluta en la nuca, nos hiela la sangre la historia de esa cr¨ªa. Vamos a buscar culpables: quiz¨¢s si alguien dimite, Tamara deje de apartar el rostro cuando el enfermero la acaricie. Antonio Jurado, m¨¦dico jefe del Hospital Materno Infantil de M¨¢laga, ha mezclado ciencia y compasi¨®n en sus palabras: "No he visto nada igual en mi vida, ni un animal merece ese trato", ha dicho. Vamos a buscar culpables. ?La madre de Tamara? Probablemente, en cada pu?etazo sobre el rostro de su hija quisiera reventar ella su maldita vida. ?Es ella m¨¢s cruel que ese se?or al que tanto le cuesta tomar la decisi¨®n de enviar misiles? Tan dif¨ªcil era prever el caso concreto de Tamara como f¨¢cil saber que no es ¨²nico, o sencillo prever el mezquino espect¨¢culo brindado por Mariv¨ª Romero y Ana Paula Montero, responsables municipal y regional de instituciones creadas para proteger a d¨¦biles de sus semejantes. Ya pas¨® con el parricidio de Ana Orantes: el caso de Tamara traer¨¢ una ola temporal de compasi¨®n y de responsabilidad institucional. Entre tanto, los del PP y PSOE seguir¨¢n gritando dimisi¨®n o inocencia, como los galos que se zurran con el pescado en un c¨®mic de Ast¨¦rix. Cada d¨ªa, en el barrio malague?o de El Palo, varios ancianos se re¨²nen en el quiosco de prensa de uno de ellos. Cuentan: somos cr¨ªos huyendo hacia Almer¨ªa en la Guerra Civil. Dicen: esto es lo mismo. Leen Kosovo y escuchan: M¨¢laga 1937, nos disparan desde el mar a los huidos. Hambre. Hermanos delat¨¢ndose. No hab¨ªa televisi¨®n, pero s¨ª el mismo odio. "Los j¨®venes no nos hacen caso, No hace tanto tiempo", se lamentan los viejos pescadores. En la siguiente vi?eta, dos mujeres se piden la dimisi¨®n y se declaran inocentes. Hoy Tamara ha sonre¨ªdo.
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