La arquitectura en la barber¨ªa
Nicolau Rubi¨® i Tudur¨ª fue un arquitecto viajero que conoci¨® ?frica y Ocean¨ªa en los tiempos en que hasta all¨ª s¨®lo pod¨ªa llegarse en barco de vapor y a lomos de un camello. Aficionado a elefantes, en Egipto compar¨® la piedra de las pir¨¢mides con la piel de una pata de paquidermo; entre los maor¨ªes de la Polinesia observ¨® que, aunque se mostraban incapaces de concebir la arquitectura tal como ¨¦l la entend¨ªa, los pueblos errantes parec¨ªan m¨¢s libres a la hora de expresarse con las artes menores. Menores s¨®lo por su tama?o, se entiende. La vida de Rubi¨® i Tudur¨ª se mezclaba con el mundo y el mundo llegaba hasta su arquitectura, hasta los jardines que proyect¨® en Barcelona y, sobre todo, hasta las ideas arquitect¨®nicas que el viajero anotaba con cuidado de entom¨®logo. Pasajero infatigable, Rubi¨® ideaba personajes para que ¨¦stos repensaran sus ideas y as¨ª, en 1927, situ¨® en el marco de una barber¨ªa una certera, profunda y llana conversaci¨®n sobre arquitectura. El di¨¢logo entre un barbero, que se siente creador responsable y, por lo tanto, due?o de la barba de un arquitecto, el proyectista y otra serie de personajes habituales en la peluquer¨ªa retrata a una sociedad inquieta y atenta a cuanto ocurre a su alrededor. La esterilidad del movimiento moderno y, en contraposici¨®n, la variedad de respuestas que los proyectistas han sabido encontrar en los l¨ªmites de dicho credo, la necesidad de renovar los estilos arquitect¨®nicos y la incapacidad del ser humano para soportar una frecuencia excesiva de cambios son asuntos que entre crecepelo y espuma de afeitar barajan, sin acicalarse ni ponerse estupendos, los habituales de la barber¨ªa de Calixto. Ochenta a?os despu¨¦s de su primera edici¨®n, Jaume Vallcorba ha recuperado Di¨¤legs sobre l"arquitectura en un cuidado volumen de Quaderns Crema. Hoy, como en 1927, el libro de Rubi¨® i Tudur¨ª reclama, ir¨®nico, que para hablar de arquitectura tal vez se deba llevar un poco de mundo en las suelas y algo de vida, y no precisamente de la de los edificios, en la cabeza. Cuando existen tantas publicaciones especializadas sobre arquitectura, resulta impensable el di¨¢logo socr¨¢tico que tiene lugar en la barber¨ªa de Calixto y m¨¢s dif¨ªcil, posiblemente, ser¨ªa dar con un cr¨ªtico capaz de hilvanar con tanta sencillez, ingenio y profundidad las cuestiones fundamentales de la arquitectura que desgranan el barbero y sus clientes. Adem¨¢s de elefantes, materiales y c¨¢lculos estructurales, Rubi¨® sab¨ªa que tan importante como tener ideas es saber expresarlas y que, seguramente, s¨®lo las cuestiones fundamentales se pueden abordar desde la mayor llaneza. Para recordar al extra?o creador que escrib¨ªa obras de teatro y se preocupaba m¨¢s de ser persona que arquitecto, Vallcorba reuni¨® en la librer¨ªa Laie de Barcelona a otros dos arquitectos at¨ªpicos. ?scar Tusquets podr¨ªa ser el ¨²ltimo representante de una generaci¨®n de ge¨®metras con una concepci¨®n del tiempo y del mundo dividida en dos; el pasado para la mente y el presente para el cuerpo. Gourmet, horticultor, pintor y pol¨¦mico ensayista, Tusquets record¨® con nostalgia a los arquitectos que inauguraron el siglo barcelon¨¦s: cultos inquietos como para leer a P¨ªndaro en griego, formar colecciones de arte, conocer el tacto de los materiales y viajar por el mundo y suficientemente tranquilos como para, a la hora de escribir, ponerse a redactar un libro de dudas como el de Rubi¨®. Enric Miralles, posiblemente el arquitecto m¨¢s creativo del pa¨ªs, coment¨® que no se puede hacer cr¨ªtica arquitect¨®nica sin mezclarla con las propias vivencias. Compar¨® la Barcelona de 1927 con la Barcelona ol¨ªmpica de 1992, y recuper¨® la ense?anza de Rubi¨® cuando ¨¦ste insist¨ªa en el sentido profundo del t¨¦rmino medio y hablaba de extender la flexibilidad deseable en la vida hasta la arquitectura para aprender a examinar entre las cosas. Rubi¨® sembr¨® algunos de los jardines m¨¢s caracter¨ªsticos del paisaje barcelon¨¦s, como el Tur¨® Park (1934) y los que rodean el Palacio de Pedralbes (1925); por eso, Tusquets record¨® que la jardiner¨ªa fue la ¨²nica disciplina arquitect¨®nica para la que la modernidad no supo encontrar propuestas ni recetas. Miralles, por su parte, evoc¨® la sutileza del personaje, que en uno de sus ¨²ltimos trabajos, la plaza de la Sagrada Familia, proyect¨® un gran estanque en el que los paseantes pudiesen ver reflejada, multiplicada y, acaso terminada, la iglesia que Gaud¨ª dej¨® sin concluir.
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