La oposici¨®n serbia se concentra en el entierro del periodista asesinado
ENVIADO ESPECIAL, Unas dos mil personas acudieron al mediod¨ªa de ayer al Cementerio Nuevo de Belgrado para asistir al entierro del periodista opositor Slavko Curuvija, de 50 a?os, asesinado a la puerta de su casa el pasado domingo por dos desconocidos. El entierro de Curuvija congreg¨® en p¨²blico, por primera vez tras el inicio de los bombardeos de la OTAN, a pol¨ªticos, intelectuales y periodistas opuestos al r¨¦gimen de Belgrado.
La ceremonia se celebr¨® en medio del silencio, la tristeza y la rabia contenida, ante el crimen cometido contra la libertad de prensa en Yugoslavia. Bajo un fr¨ªo sol de primavera, llegaron en silencio al cementerio para enterrar a Curuvija. Eran un pu?ado, no hay m¨¢s, de pol¨ªticos de oposici¨®n, algunos intelectuales y periodistas de los medios que dirig¨ªa el asesinado, del peri¨®dico Dnevni Telegraf y del semanario Evropljanin (El europeo) y otros que han sufrido bajo la represi¨®n de la ley de prensa de Serbia, aprobada el pasado oto?o.Milan Majkic, un ingeniero industrial de 58 a?os, repart¨ªa insignias con la imagen de Curuvija y un texto que dec¨ªa: "Al gran maestro Slavko Curuvija". Para Majkic, el crimen es "un ajuste de cuentas entre serbios bajo los bombardeos. Cuando cesen las bombas, llegar¨¢ el momento de pedir cuentas". No obstante, Majkic piensa que "todo se habr¨ªa arreglado, si la primera bomba hubiese dado en el lugar preciso".
Eliminar a los disidentes
Entre los asistentes se encontraba Danica Draskovic, esposa del viceprimer ministro de Serbia Vuk Draskovic. Danica dice que no es el momento de hacer declaraciones, pero afirma que Curuvija era un amigo. El presidente del Partido Democr¨¢tico, Zoran Djindjic, declara que teme por su seguridad y habla de un plan para eliminar a destacados opositores, del que el asesinato de Curuvija ser¨ªa un anticipo.Ante el f¨¦retro, a la salida de la capilla del cementerio, tom¨® la palabra Ljiljana Smajlovic, jefa de la secci¨®n internacional del semanario Evropljanin y dijo: "Curuvija quiso hacer una revista para la Serbia europea, pero sab¨ªa muy bien que a veces Europa es horrible y que cada europeo aut¨¦ntico a veces se siente antieuropeo. Era un hombre valiente. No como los que le mataron por la espalda y los que nos bombardean desde el aire. El d¨ªa que comenzaron los bombardeos, Curuvija dijo que no quer¨ªa imprimir m¨¢s peri¨®dicos durante la guerra, porque no quer¨ªa hacer un peri¨®dico para la censura".
Ante la tumba, al descender el ata¨²d, se escuch¨® el ¨²nico grito. Un hombre chill¨®: "Soy padre de una periodista suya. Slavko era un hombre valiente y me gustar¨ªa que en estos tiempos todos sean tan valientes como lo era ¨¦l". Despu¨¦s tom¨® la palabra Voja Zanetic, autor sat¨ªrico muy conocido y colaborador del peri¨®dico: "No se puede expresar con palabras lo que sentimos. Si tuvi¨¦ramos que vender el peri¨®dico en los quioscos, no sabr¨ªamos c¨®mo expresar nuestros sentimientos en forma telegr¨¢fica. Si llenamos todo el peri¨®dico con textos sobre el tema, no bastar¨ªa para describir lo que sentimos. ?Qu¨¦ iron¨ªa! ?Sobre la muerte de quien publicaba noticias no podemos hacer ahora ninguna! Y menos, ¨¦sta. El domingo de Pascua le mataron los disparos en la tierra, mientras dos alarmas advert¨ªan del peligro que ven¨ªa del cielo. Por todo lo que significaba para nosotros, y significaba mucho, ?que tenga la gloria eterna!".
El padre de la periodista volvi¨® a gritar: "?No te mat¨® la mano Serbia. Esto fue un crimen organizado!"
El hijo y la hija de Curuvija arrojaron dentro de la tumba un ejemplar de Dnevni Telegraf y otro de Evropljanin, precisamente el que informaba de la ley de prensa de Serbia, la que acab¨® con la libertad de prensa el pasado oto?o. Despu¨¦s, los asistentes salieron del cementerio en silencio.
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