La calculadora electoral
KOLDO UNCETA Inmovilismo. Es sin duda la palabra de moda y el t¨¦rmino m¨¢s manido en muchos de los an¨¢lisis sobre el actual proceso pol¨ªtico vasco. Ha transcurrido m¨¢s de medio a?o desde la declaraci¨®n de tregua por parte de ETA, y las medidas adoptadas por el Gobierno no van m¨¢s all¨¢ del traslado a la pen¨ªnsula de varios presos que estaban en c¨¢rceles insulares o norteafricanas, y del acercamiento de unos pocos m¨¢s hacia el Pa¨ªs Vasco. Sin embargo, esto ¨²ltimo no represente novedad alguna, ya que se enmarca en el proceso de tratamiento individualizado hacia reclusos que han mostrado signos de alejamiento respecto a su pasado, puesto ya en marcha hace a?os. Por lo que respecta a contactos, di¨¢logos o negociaciones, que se sepa, nada de nada. Cualquier observador al que hace dos o tres a?os se le hubiera descrito la situaci¨®n actual -una tregua indefinida que dura ya casi siete meses- habr¨ªa pronosticado seguramente un escenario notablemente distinto: puesta en libertad de la Mesa Nacional de HB, acercamiento de presos, plan de conversaciones, etc., mostrando a la vez su preocupaci¨®n por no desperdiciar una oportunidad como la actual. Sin embargo, nadie parece tener miedo hoy a una marcha atr¨¢s de ETA. Se le golpea policialmente sin complejo alguno ni temor a poner en peligro todo el proceso. Se mantiene la misma pol¨ªtica penitenciaria contra lo expresado por unanimidad por el propio Parlamento vasco. Y se pone el centro de atenci¨®n en la llamada kale borroka, rid¨ªcula para algunos, respuesta l¨®gica para otros, ajena a ETA seg¨²n sus portavoces, y despreciable pr¨¢ctica intimidatoria y antidemocr¨¢tica para la mayor¨ªa de los ciudadanos,. Y parece de pronto que la llave de una pacificaci¨®n que llevamos lustros esperando con ansiedad est¨¢ ahora en manos de quienes -descerebrados o no, dirigidos o no- hacen de pir¨®manos los fines de semana. Sea como fuere, todo parece indicar que quienes tienen en su mano la posibilidad de tomar algunas medidas capaces de apuntalar el actual proceso de paz no tienen demasiada prisa, como dando a entender que tienen todo bajo control. Sin embargo, es l¨®gico pensar que el Gobierno tiene ya un plan de cara a la negociaci¨®n y una idea m¨¢s o menos precisa de los pasos a ir dando. La cuesti¨®n es cu¨¢ndo. ?Despu¨¦s de las municipales? Tal vez, aunque todo depender¨¢ de los resultados. El PP busca dos objetivos: ara?ar alg¨²n espacio electoral a los partidos de Lizarra (por ejemplo ?lava), y aumentar su distancia respecto al PSOE. Si los consigue, tal vez considere que ha llegado el momento de moverse. Si no, tal vez tengamos que esperar a las generales. Negociar s¨ª, pero cuando toque y sin olvidar el objetivo central: tomar ventaja electoral, sabiendo que la tregua tiene una muy dif¨ªcil marcha atr¨¢s, y que el PSOE se encuentra atado de pies y manos. La paz y la negociaci¨®n se preparan a golpe de calculadora. Un portavoz del PP reconoc¨ªa hace unos d¨ªas que la opini¨®n p¨²blica, e incluso bastante gente af¨ªn a su partido, era partidaria de que el Gobierno se moviera y acercara a los presos, pero que, pese a ello, no ten¨ªa dudas sobre la fidelidad electoral de dichos sectores. Dicho con otras palabras, que sus electores eran rehenes de la pol¨ªtica que quisiera seguir el Gobierno pues no ten¨ªan otras opciones donde elegir. Un c¨¢lculo arriesgado, pero que en todo caso demuestra el rol que algunos reservan a la ciudadan¨ªa en todo este proceso: el de ser carne de ca?¨®n en los comicios, un n¨²mero m¨¢s que poner sobre la mesa de la negociaci¨®n, un simple dato para decidir el momento m¨¢s oportuno en que dar el siguiente paso. Triste papel para muchos miles de personas que tenazmente han protagonizado a lo largo de los a?os la movilizaci¨®n contra la violencia, y que, seg¨²n todas las encuestas, demandan ahora otra actitud por parte del Gobierno.
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