Y PERIODISTA "Hay un importante d¨¦ficit de pensamiento en la literatura"
Hay momentos en la vida de las personas en que el abismo queda al alcance de la mano, como una posibilidad m¨¢s, nada remota. Momentos en que el tiempo se detiene y el espacio moral del sujeto se desdibuja de improviso. Delante se abre un mar fascinante y terror¨ªfico, un maelstrom que engulle todas las traves¨ªas posibles. A esos instantes de luz blanca, Valent¨ª Puig (Palma de Mallorca, 1949) dedica toda su capacidad de disecci¨®n en Maniobres privades (Ediciones 62), su ¨²ltimo libro de cuentos aparecido recientemente. La obra toma el nombre del relato central del conjunto. En un ambiente de pl¨¢cido veraneo burgu¨¦s, un adolescente observa pasear a dos chicas cogidas del brazo. Quiere hacerse notar, pero cuando se decide a pasar a la acci¨®n se interpone otro hombre, que lo aparta del camino. Un hecho tan intrascendente y vulgar acaba por ser una epifan¨ªa que determinar¨¢ la vida de los cuatro personajes. De fondo, una guerra civil, escenario privilegiado de moralidades en disoluci¨®n. "Esos instantes est¨¢n siempre a la vuelta de la esquina. Recientemente he pasado por una ecorradiograf¨ªa. Est¨¢s tumbado en una mesa, dando la espalda a la c¨¢mara. No ves la cara del m¨¦dico. Te sientes fr¨¢gil y humillado. De repente oyes bullir a tu popio coraz¨®n con el fragor de la lava de un volc¨¢n. Y se me ocurri¨® un poema. Fui feliz: me sent¨ª un individuo libre, capaz de pensar un poema en esa situaci¨®n l¨ªmite". El del escritor es un oficio "de 24 horas al d¨ªa, siempre de guardia". Puig lo practica in extenso. Ha conocido todos los g¨¦neros period¨ªsticos: editorial, cr¨®nica, entrevista, reportaje, corresponsal¨ªa en el extranjero (de 1990 a 1993 estuvo en Londres para el diario Abc), cr¨ªtica literaria (que, en la actualidad, ejerce los jueves en los suplementos Quadern y Babelia de este diario). Ha publicado poes¨ªa, novela (la ¨²ltima, Primera fuga, 1997) y ensayo (L"home de l"abric, premio Josep Pla 1997). "La vida, en general, no nos trae grandes apoteosis. Pero s¨ª se abren de vez en cuando unas franjas de luz en las que cabe la posibilidad de ser feliz. Epifan¨ªas en las que la fragilidad humana se encuentra en un callej¨®n entre la vida y la nada, las ra¨ªces y el vac¨ªo, los amigos y la soledad. Hay all¨ª una rendija donde cabe la felicidad". Escenarios privilegiados de esos momentos de suspensi¨®n son los que el periodista encuentra con frecuencia por motivos de trabajo: los aeropuertos, las estaciones, las habitaciones de hoteles con CNN y minibares cargados de artiller¨ªa para la sangre. "Todas las habitaciones de hotel son iguales, me dijo una vez un periodista brit¨¢nico, en todas siento el deseo de volver a casa. La gran mayor¨ªa de las personas no somos aventureros, pero s¨ª gamberros. Yo lo soy y acabo de cumplir 50 a?os". Uno de los cuentos, en que un grupo de amigos se va de juerga con se?oritas de pago al amparo de un gobernador civil franquista, est¨¢ dedicado, sin citarlo, a Guillermo Cabrera-Infante, gran amigo de Puig. "Le conoc¨ª en Londres, ¨¦ramos vecinos. Yo quer¨ªa establecerme en el barrio de Kensington por un poema de Gabriel Ferrater. Y cuando buscaba casa me lo encontr¨¦ por la calle en compa?¨ªa de su mujer. Fui capaz de romper mi timidez y presentarme. Para mi sorpresa ¨¦l, que estaba escribiendo una obra sobre fumadores, me pregunt¨® si yo era el autor de Mujeres que fuman . Le dije que s¨ª y me invit¨® a su casa. "Venimos en la gu¨ªa, p¨¢sese a tomar caf¨¦", recuerdo que me dijo". Epifan¨ªa. Por timidez Puig nunca conoci¨® a Ferrater ni a Lloren? Villalonga. Tampoco a Pla. "Quiz¨¢ el periodismo sea un oficio para t¨ªmidos, aunque parezca lo contrario". Del contacto con el periodismo anglosaj¨®n cree Puig haber heredado lo mejor de s¨ª mismo. "El periodismo en nuestro pa¨ªs ha vivido m¨¢s de ideolog¨ªa que de historia, cuando yo creo que no se puede hacer periodismo sin saber historia. Aqu¨ª hemos heredado lo peor del Nouvel Observateur y Le Monde. El resultado ha sido un pa¨ªs de conformismos, donde la izquierda se ha mostrado tan convencional como la derecha. Para acabarlo de arreglar, el pensamiento pol¨ªticamente correcto ha introducido una sutil forma de autocensura de la que no queremos darnos cuenta". "Con la guerra en Yugoslavia quiz¨¢ estamos saliendo de ciertas ingenuidades. La rapidez con que la OTAN est¨¢ reconociendo sus errores es una buena cosa. En la guerra del Golfo, por ejemplo, se dijo que los pozos petrol¨ªferos que ard¨ªan no se apagar¨ªan en una d¨¦cada. En dos d¨ªas se extinguieron. El periodismo est¨¢ obligado a ejercer cierto cinismo, pero dentro de unos l¨ªmites. Hay que creer en algunas cosas, pocas, pero buenas: la libertad, el respeto por los dem¨¢s. Y tambi¨¦n hay que aprender a escuchar y a rectificar cuando hay que hacerlo. El periodismo exige a menudo la dimisi¨®n de los pol¨ªticos, pero todav¨ªa es incapaz de rectificar cuando se equivoca". Puig no se muestra optimista sobre el nivel del debate intelectual en este pa¨ªs. "Nos faltan ma?tres ¨¤ penser. No ha habido un solo papel que tratara a fondo, por ejemplo, la corrupci¨®n. Hoy no tenemos a un Joan Fuster. Vivimos una cultura adolescente, end¨®gena, que no produce pensamiento. La literatura se ha hecho minimalista, ha entonado el culto a la juventud. O bien ha ido por los caminos de la nostalgia, que tiende a recubrirlo todo con una espesa capa de az¨²car. A m¨ª, ponerse a buscar el fantasma de Pessoa por Lisboa me parece una pesadez enorme y me produce una profunda insatisfacci¨®n. En cambio, no veo hoy que se siga el camino de, por ejemplo, las propuestas para el nuevo milenio lanzadas por Italo Calvino. Un pa¨ªs peque?o como Catalu?a s¨®lo puede sobrevivir con talento, y siempre que est¨¦ metido en los grandes debates del momento. Eso no est¨¢ pasando, vivimos indiferentes al mundo intelectual. Hay un d¨¦ficit de pensamiento importante en la literatura".
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