Nuevo triunfo de Teresa Berganza
Cant¨® Teresa Berganza en la Zarzuela para cerrar el V Ciclo de Lied y, como desde hace mucho tiempo, recibi¨® aplausos y homenaje: los primeros, por su actuaci¨®n del momento; el segundo, por su larga trayectoria y significaci¨®n. El hist¨®rico coliseo de la calle de Jovellanos rendir¨¢ a Berganza otro homenaje: la dedicatoria de uno de sus palcos, primero que recibe el nombre de uno de los grandes cantantes espa?oles. Todo ello provoc¨® en la cantante y en el p¨²blico una cierta tensi¨®n emocional, a la que Teresa aludi¨® con gracia al explicar "la comedia de las equivocaciones" o diferencias entre lo programado y lo escuchado. Se sustituy¨® primero el Canto a Sevilla por el Poema en forma de canciones, ambos de Joaqu¨ªn Turina, pero al fin cay¨® el compositor sevillano, tantas veces cantado y grabado por la mezzo madrile?a, y subi¨® Manuel de Falla con sus siete canciones populares. El resto del programa qued¨® como estaba y sirvi¨® como demostraci¨®n de una excepcional naturaleza de artista y una maestr¨ªa que parece fruto de la misma inspiraci¨®n por muchos maestros que intervinieran en la carrera de Berganza, no s¨®lo de canto, sino tambi¨¦n de piano, ¨®rgano, composici¨®n y dem¨¢s materias.
Ciclo de Lied (Zarzuela / Caja Madrid)
Teresa Berganza, mezzosoprano, y ?lvarez Parejo, piano. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 19 de abril.
Las m¨¢s valiosas cualidades de Teresa Berganza no s¨®lo permanecen ahora como hace 40 a?os, sino que han cobrado mayor densidad y m¨¢s reposado sosiego. La cantata de Haydn Ariadna en Naxos, que iniciaba el recital, fue expuesta con acentos dram¨¢ticos perfectamente controlados y una l¨ªnea de gran belleza musical que unificaba recitativos y arias en una sola fluencia. Ya en Haydn, Berganza dict¨® su primera lecci¨®n.
Otra, tambi¨¦n m¨¢s alquitarada que nunca, se desprendi¨® de las melod¨ªas de Reynaldo Hahn, el rom¨¢ntico tard¨ªo entre venezolano y franc¨¦s que conoci¨® a Proust poco despu¨¦s de crear sus poemas sobre Verlaine. Todo un mundo de ¨ªntima y desnuda sensibilidad montado sobre versos de Copp¨¦e, Gautier, Verlaine o Thuriet qued¨® desentra?ado por la cantante madrile?a, que supo pasar, casi sin soluci¨®n de continuidad, a otro cuasi impresionismo menos h¨²medo y m¨¢s soleado: el de Respighi con E se un giorno tornasse; Nebbie, de Ada Negri, o Stornellatrice, de Zangarini. La dificultad conceptual y pr¨¢ctica al modificar el ideal sonoro parece no existir para nuestra cantante, que antes, ani?¨® su esp¨ªritu y remodel¨® su intencionalidad en el genial Cuarto de los ni?os, de Moussorgsky.
Como final, Manuel de Falla y sus canciones populares, recreadas o reinventadas para hacer de lo que Pedrell denominaba "m¨²sica natural" un arte de refinada cultura. "S¨®lo por estas canciones", dijo Strauss cuando las conoci¨® en Barcelona, "este compositor merece un puesto en la historia de la m¨²sica". El secreto que Berganza logr¨® una vez m¨¢s fue el de ennoblecer lo popular, sus temas, modos y cadencias. A la voz se suma un piano singular, precioso e intransferible.
Como de costumbre, se impusieron diversas propinas, en esta ocasi¨®n bien medidas y seleccionadas: Canci¨®n del ¨¢rbol del olvido, de Ginastera; El Vito, de Nin, y un aria de concierto -Addio- de Rossini que asombr¨® a la concurrencia por la perfecci¨®n de las agilidades y la gracia, una pizca melanc¨®lica, del m¨²sico de P¨¦saro y de su excepcional int¨¦rprete espa?ola. Juan Antonio ?lvarez Parejo se comport¨® al piano con dominio y exacta identificaci¨®n. Total, una tarde de gran m¨²sica vocal y de homenaje a una artista de las que hacen historia.
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