Argelia: el fiasco electoral
La manera en que se ha saldado el proceso electoral presidencial argelino del pasado 15 de abril no ha constituido, en realidad, ninguna sorpresa si se tiene en cuenta la inquebrantable trayectoria autoritaria del r¨¦gimen, que exig¨ªa hacer pasar al "candidato privilegiado" en la primera vuelta (la segunda ser¨ªa, sin duda, m¨¢s dif¨ªcil de controlar) y para lo cual se desat¨® sin tapujos la maquinaria del fraude. Sin embargo, estas elecciones, tanto por las razones que motivaron su convocatoria anticipada como por el movimiento pol¨ªtico de oposici¨®n que se ha organizado en torno a ellas, han puesto en evidencia importantes elementos a tener en cuenta en la evoluci¨®n futura de Argelia. La anticipaci¨®n de las elecciones presidenciales se debi¨® a la dimisi¨®n de Liamine Zerual, anunciada en septiembre de 1998. Dicha dimisi¨®n era la expresi¨®n del imposible consenso que se daba entre los clanes que controlan el pa¨ªs en la sombra. Las luchas del serrallo durante los meses de agosto y septiembre pasados, agudizadas al extremo, obligaron a Zerual a retirarse. El blanco visible fue el grupo que representaba Zerual y su ministro consejero, el general Muhammad Betchine, en tanto que los que les atacaban no se desvelaron p¨²blicamente, utilizando en su lugar esa prensa "independiente" argelina que, de hecho, en su mayor parte est¨¢ enfeudada a uno u otro clan. No obstante, por todos era sabido que el clan "oculto" era el del poderoso n¨²cleo formado por el jefe del Alto Estado Mayor, Muhammad Lamari, y el jefe de la seguridad militar, Tawfiq Mediene, que reaccionaron ante los intentos de afirmaci¨®n y autonomizaci¨®n de los primeros en un momento en que ten¨ªan lugar dos acontecimientos muy relevantes: el fin del acuerdo trianual con el FMI y los contactos que el entorno del presidente manten¨ªa con el liderazgo pol¨ªtico del FIS. Este hecho desat¨® la rivalidad entre la presidencia de la Rep¨²blica y el Alto Estado Mayor; ¨¦ste no deseaba que el presidente Zerual recogiese los frutos del ¨¦xito de las negociaciones con el FIS y reforzarse as¨ª su posici¨®n ante el alto mando militar. De ah¨ª que cortocircuitase dichas negociaciones concluyendo directamente con el brazo armado del FIS, el EIS, un cese el fuego ilimitado. C¨®mo y bajo qu¨¦ condiciones se lleg¨® a dicha tregua que el EIS mantiene hasta hoy forma parte de un dossier sobre el que no se ha filtrado ninguna informaci¨®n. Las razones pol¨ªticas por las que el EIS y el FIS optaron por el cese el fuego unilateral proven¨ªan de su necesidad de mostrar que son ajenos a la brutal violencia contra civiles, defenderse de la amalgama que se ha hecho con el ambiguo y manipulado GIA y tratar de mostrar qui¨¦nes son los verdaderos autores de la violencia en Argelia. Y, rara coincidencia, todo este proceso se desencadenaba tras las primeras y m¨¢s repugnantes masacres hasta entonces p¨²blicamente conocidas.
La realidad muestra, pues, que el juego pol¨ªtico hoy d¨ªa en Argelia est¨¢ dominado por los intereses de clan, alimentados por una nomenklatura dispuesta a todo para protegerse y mantener sus privilegios, pero minada por celos y luchas intestinas. Paralelamente, la sociedad, en la cual destaca una enorme joven generaci¨®n, padece un ¨ªndice de paro de m¨¢s del 30% (tres de cada cuatro j¨®venes no tienen empleo); el 40% de los argelinos vive bajo el umbral de la pobreza; 600.000 puestos de trabajo han sido suprimidos en dos a?os, lo cual ha provocado una ola de suicidios; el precio de la leche es inasequible para las familias modestas; hay 180.000 hu¨¦rfanos de guerra y una tasa explosiva de mortalidad infantil. S¨®lo el clima de terror por la violencia que vive esa sociedad evita la explosi¨®n social. Violencia y terror que en mucha medida se derivan de la existencia de numerosas milicias civiles armadas y a sueldo del Estado.
As¨ª, pues, la l¨ªnea de fractura entre los clanes no es pol¨ªtica ni religiosa, sino que est¨¢ dada por el acceso al gran business que, adem¨¢s del que se deriva del sector hidrocarb¨²rico, se ha ampliado, gracias a la liberalizaci¨®n salvaje emprendida bajo la batuta del FMI, a un mercado de la importaci¨®n que suma m¨¢s de 10.000 millones de d¨®lares anuales.
En consecuencia, primer factor a tener en cuenta, la crisis que ha forzado el actual proceso electoral ha tenido lugar al margen de las instituciones que desde 1995, combinando autocratismo y fraude con un pluralismo de fachada y mucho cinismo por parte de los aliados exteriores, se han ido constituyendo con el objetivo de mostrar la voluntad "democratizadora" del r¨¦gimen argelino. Los comicios de abril han mostrado el fiasco de dicho proceso pol¨ªtico, que arranc¨® con las presidenciales de 1995 y se continu¨® con la autocr¨¢tica Constituci¨®n de 1996 y los fraudulentos procesos electorales legislativos y municipales de 1997.
Segundo factor relevante, no ha habido un candidato de consenso por parte del Ej¨¦rcito, lo cual signific¨® una importante fisura, que es la que han tratado de aprovechar los candidatos de la oposici¨®n para ocupar el espacio p¨²blico y relanzar un proceso que integrase una posibilidad de cambio pol¨ªtico real. La c¨²pula militar argelina siempre hab¨ªa tomado las grandes decisiones hist¨®ricas por consenso, a fin de asegurar la perennidad del sistema (la designaci¨®n de Chadli Benyedid a la presidencia en 1979, la democratizaci¨®n vigilada de 1989, el golpe de Estado en 1992, la candidatura de Liam¨ªn Zerual a la presidencia en 1995), lo cual no ha podido o querido llevar a cabo en esta ocasi¨®n. Esa nueva situaci¨®n es la que anim¨® a los dem¨¢s candidatos a presentarse, y al FIS, por primera vez desde 1992, a no pedir el boicot del proceso electoral. El 4 de abril la instancia del FIS en el extranjero ped¨ªa el voto para Ahmed Taleb Ibrahimi, al que, sin ser islamista, le consideraban "el m¨¢s apto para reagrupar a los argelinos y el m¨¢s h¨¢bil para sacar al pa¨ªs de su tragedia", aunque "sin tomar partido contra los otros candidatos, a los cuales respetamos", incluyendo en dicha consideraci¨®n a Abdelaziz Buteflika.
"?Qu¨¦ queda del FIS en Argelia?", se preguntan muchos. Cierto es que el r¨¦gimen militar argelino ha dominado la guerra militar y pol¨ªtica contando para ello con un gran dispositivo econ¨®mico y trenzando una h¨¢bil estrategia psicol¨®gica contra el FIS para dividirlo, aislarlo y demonizarlo, pero dif¨ªcilmente podr¨¢ ganar la guerra sociol¨®gica; y es ah¨ª donde el FIS, o el valor de oposici¨®n y cambio que ¨¦ste representa ante una populosa nueva generaci¨®n que detesta al r¨¦gimen, se vuelve ineludible para cualquier futuro estable en Argelia. Prueba de ello ha sido lo codiciado que ha estado ese voto potencial que representa: la mayor parte de los candidatos a las presidenciales se han aproximado a los l¨ªderes del FIS y la cuesti¨®n de su rehabilitaci¨®n ha sido un tema central en la campa?a.
Otro factor relevante de este particular acontecimiento electoral ha sido la din¨¢mica pol¨ªtica unitaria que ha generado entre los seis candidatos que aspiraban a competir frente a Buteflika, concret¨¢ndose en su com¨²n denuncia del fraude y su retirada para deslegitimar al candidato predestinado al ¨¦xito. La afirmaci¨®n de dichos l¨ªderes como oposici¨®n es un significativo inicio de recuperaci¨®n de los actores pol¨ªticos frente al predominio de los militares. Los cuatro principales ex candidatos -Ait Ahmed, Hamruch, Djaballah y Taleb Ibrahimi-, tras comprobar que el "sistema" no cuenta con ellos al continuar el proceso electoral como si nada hubiese pasado y humill¨¢ndolos con unos resultados en los que no superaron el 25% de los votos entre todos, deben ahora ser capaces de organizarse (s¨®lo Ait Ahmed cuenta con un partido pol¨ªtico), desmarcarse definitivamente del "sistema" (Hamruch e Ibrahimi proceden de ¨¦l) y mantener su unidad de manera que, por encima de las rivalidades personales y las diferencias ideol¨®gicas, lideren un movimiento democr¨¢tico que d¨¦ forma activa al gran divorcio que existe entre el poder y la poblaci¨®n en Argelia.
La crispaci¨®n que la progresiva lucha de clanes genera en el seno del poder ha impuesto la indudable realidad de que si bien el "sistema" se acab¨® inclinando a favor de Abdelaziz Buteflika, ¨¦ste, a diferencia del pasado, no ha contado con la aprobaci¨®n de todos los componentes del mismo. A lo que se une tambi¨¦n el hecho de que Buteflika, si bien es hombre de la vieja guardia poco adepto a los usos democr¨¢ticos, no es, sin embargo, tan f¨¢cilmente manipulable como el simple pe¨®n que muchos quieren en la presidencia del pa¨ªs. Son esas brechas dentro del sistema, unidas a la capacidad de respuesta conjunta que la oposici¨®n sea capaz de generar, las que quiz¨¢s, y con muchas dificultades, puedan desbloquear la situaci¨®n en Argelia ?La comunidad internacional considerada democr¨¢tica ayudar¨¢ en este sentido o seguir¨¢ limit¨¢ndose a defender los valores morales en otros horizontes en los que parece descubrir con mucha m¨¢s facilidad qui¨¦nes son los malos y qui¨¦nes los buenos?
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