La meticulosa planificaci¨®n de la Operaci¨®n Herradura
Despu¨¦s de permanecer un rato bajo un cuadro de Rembrandt en el palacio presidencial de Belgrado, el general yugoslavo Momcilo Perisic se llev¨® discretamente a un lado a los dos generales supremos de la OTAN, Wesley K. Clark, de Estados Unidos, y Klaus Naumann, de Alemania. Se meti¨® en un despacho, dijo a los hombres de seguridad que se fueran y subi¨® el volumen del televisor para anular cualquier posible dispositivo de escucha. Ten¨ªa algo urgente que decir. Era el 25 de octubre de 1998. Clark y Naumann fueron a Belgrado a negociar los t¨¦rminos de la presencia de tropas yugoslavas en Kosovo. Pero el presidente Slobodan Milosevic y su alto mando militar -encabe-zado por Perisic- se hab¨ªan mostrado bruscos y con una actitud casi despreocupada de desaf¨ªo a Occidente.
Perisic parec¨ªa serio, preocupado: "Dijo que el Ej¨¦rcito era la ¨²ltima instituci¨®n democr¨¢tica en el pa¨ªs y que ser¨ªa un desastre que sus fuerzas acabaran destruidas en un conflicto con la OTAN", recuerda Neumann. "Daba la impresi¨®n de que por razones patri¨®ticas quer¨ªa salvar al Ej¨¦rcito a toda costa".
Pero s¨®lo unas semanas m¨¢s tarde, Perisic fue apartado de su cargo por Milosevic en una depuraci¨®n de oficiales independientes. Y poco despu¨¦s, los nuevos jefes militares de Milosevic y su polic¨ªa de seguridad empezaron a elaborar sigilosamente las bases para un plan secreto, la Operaci¨®n Herradura, destinado a erradicar la amenaza rebelde y, como se ver¨ªa despu¨¦s, alterar por completo el paisaje ¨¦tnico de Kosovo, incluso a costa de una guerra con la OTAN.
En retrospectiva, numerosos analistas occidentales consideran que la salida forzosa de Perisic, hace cuatro meses y medio, fue un momento decisivo en el camino hacia la guerra y una primera pista -que pas¨® inadvertida- sobre las intenciones de Milosevic. Naumann cree que aquella noche de octubre Perisic intentaba enviar una se?al sobre la operaci¨®n prevista por Yugoslavia en Kosovo. Si eso es cierto, no fue la ¨²ltima se?al de ese tipo, ni tampoco la ¨²ltima que la OTAN no supo interpretar.
Desde que empezaron los bombardeos de la OTAN el pasado 24 de marzo, m¨¢s de 40.000 soldados del Ej¨¦rcito yugoslavo, unidades especiales de la polic¨ªa y paramilitares de uniforme han realizado una de las campa?as militares m¨¢s ambiciosas y despiadadas de Europa en el ¨²ltimo medio siglo. Ignorando pr¨¢cticamente el ataque de la OTAN sobre su pa¨ªs, empezaron a aplastar a los rebeldes y civiles cuyo deseo de autogobierno para Kosovo amenaza la integridad de Yugoslavia y su rep¨²blica dominante, Serbia.
Con el apoyo de 300 tanques y 150 piezas de artiller¨ªa, las fuerzas yugoslavas se han desplegado en Kosovo y se han apoderado de los siete baluartes del secesionista Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK). Han atacado m¨¢s de 250 ciudades y pueblos y han incendiado 50 hasta destruirlos. Han ejecutado a decenas de civiles -quiz¨¢ muchos m¨¢s- y se cree que han detenido a varios millares de hombres cuyo destino se ignora. Y han provocado, pr¨¢cticamente de la noche a la ma?ana, la mayor crisis de refugiados en Europa desde la II Guerra Mundial, con una evacuaci¨®n forzosa de aldeas y ciudades que ha enviado a m¨¢s de 500.000 albanokosovares al exilio y ha elevado el n¨²mero de desplazados el a?o pasado a 900.000, la mitad de la poblaci¨®n.
La reconstrucci¨®n de los hechos ocurridos en los ¨²ltimos meses sugiere que la ofensiva yugoslava -que incluye ejecuciones indiscriminadas y el ¨¦xodo forzoso- es consecuencia de un plan coherente elaborado por Milosevic y sus generales y preparado durante muchas semanas por funcionarios yugoslavos. Mediante el uso del terror, el aplastante predominio de sus fuerzas y una acertada interpretaci¨®n del enemigo, tanto interno como externo, las autoridades del pa¨ªs han realizado lo que un alto cargo militar de la OTAN denomina una "campa?a militar planeada, premeditada y meticulosamente ejecutada".
Lo que figura a continuaci¨®n es una descripci¨®n de esas operaciones, basada en decenas de entrevistas y en documentos que incluyen informes de los servicios de inteligencia. Las informaciones proceden de funcionarios de EEUU y de la OTAN, tanto militares como pol¨ªticos, miembros de organizaciones humanitarias y de derechos humanos, y refugiados en Albania, Macedonia y Montenegro.
Preludio a una guerra
Algunos de los primeros signos fueron sutiles, demasiado peque?os, uno por uno, para que nadie se molestara en sumarlos. En enero y febrero, por ejemplo, un peri¨®dico de la capital de Kosovo, Pristina, inform¨® que los funcionarios yugoslavos estaban reuniendo documentos y expedientes fundamentales de varios pueblos en el centro y el oeste de Kosovo. Para protegerlos, seg¨²n el Gobierno. M¨¢s o menos en esos mismos d¨ªas empezaron a sacar de museos y bibliotecas valiosos iconos religiosos, cuadros y manuscritos hist¨®ricos, y los pusieron en camiones con destino a Belgrado. En febrero, varios pol¨ªticos kosovares que sufrieron breves detenciones en las ciudades de Prizren y Decani se quedaron asombrados cuando les dijeron: "Pronto os ver¨¦is obligados a marcharos."
Sin embargo, hab¨ªa otros presagios m¨¢s consistentes de que los serbios se preparaban para una lucha encarnizada, de dimensiones mucho mayores que los combates que manten¨ªan desde hac¨ªa un a?o contra el ELK. ?ste, que propugna la independencia de Kosovo, asegura representar a la poblaci¨®n de etnia albanesa (en su mayor¨ªa musulmana), que antes de la ofensiva constitu¨ªa el 90% de los 1,8 millones de habitantes.
Seg¨²n algunas fuentes, la campa?a actual se inici¨® en realidad durante la pasada Nochebuena, cuando varias unidades yugoslavas atacaron posiciones del Ej¨¦rcito rebelde cerca de la ciudad de Podujevo, al norte de Kosovo. El ataque no obtuvo grandes resultados militares, pero fue un triunfo pol¨ªtico puesto que gener¨® muy pocas protestas de Occidente y demostr¨® que el Ej¨¦rcito pod¨ªa desafiar a los 1.400 inspectores internacionales presentes all¨ª para supervisar el cumplimiento del alto el fuego negociado en octubre.
Durante todo el mes de enero, los inspectores occidentales contemplaron el despliegue de 14.000 soldados del Ej¨¦rcito yugoslavo en Kosovo y la infiltraci¨®n de nuevas unidades de infanter¨ªa procedentes del resto de Serbia. Belgrado empez¨® a trasladar un gran contigente de soldados y veh¨ªculos acorazados hacia el sur, desde las ciudades de Nis, Kraljevo, Kragujevac y Leskovac hacia la frontera con Kosovo. Este Ej¨¦rcito a la espera lleg¨® a ser de 15.000 soldados.
Los analistas de los servicios de informaci¨®n de la OTAN consideraron esta concentraci¨®n como un preludio a otra gran campa?a militar contra los rebeldes, similar a la que hab¨ªan presenciado el verano anterior. La posibilidad de que Milosevic y sus jefes militares estuvieran planeando un ataque para limpiar la provincia de albaneses no era m¨¢s que una "opci¨®n" con la que contaba el Gobierno, y les parec¨ªa poco probable.
Adem¨¢s de las unidades del Ej¨¦rcito regular y la polic¨ªa especial, Belgrado infiltr¨® a luchadores con gran experiencia a la hora de aterrorizar a comunidades ¨¦tnicas. Seg¨²n fuentes occidentales, varias unidades paramilitares controladas por Zeljko Raznatovic, m¨¢s conocido como Arkan, acusado de haber cometido cr¨ªmenes de guerra durante el conflicto de Bosnia, se establecieron en un lugar al noroeste de la ciudad de Kosovska Mitrovica y en la ciudad meridional de Velika Hoca. Tambi¨¦n se desplegaron en Kosovo unidades leales a Franko Frenki Simatovic, otro serbio involucrado en una brutal campa?a de limpieza ¨¦tnica durante la guerra en Bosnia.
La concentraci¨®n militar se aceler¨® durante las negociaciones de paz de Rambouillet, en Francia. El 10 de marzo, el Ej¨¦rcito yugoslavo traslad¨® m¨¢s tropas y parte de sus acorazados m¨¢s potentes, tanques M-84, a la provincia y, seg¨²n los c¨¢lculos de la OTAN, ocult¨® en dep¨®sitos repartidos por la regi¨®n suficiente combustible como para mantener a los veh¨ªculos durante un mes de operaciones.
A medida que las fuerzas yugoslavas iban en aumento y el proceso de paz se derrumbaba, el diplom¨¢tico estadounidense William Walker, jefe del equipo internacional de vigilancia, decidi¨® retirar a los inspectores de Kosovo, a pesar de que la OTAN no estaba lista todav¨ªa para iniciar las operaciones militares y que muchos opinaban que los observadores eran lo ¨²nico que segu¨ªa frenando al Ej¨¦rcito yugoslavo.
Los serbios se alegraron de que se fueran los inspectores, y facilitaron su salida hacia Macedonia e incluso aplaudieron cuando el ¨²ltimo de sus veh¨ªculos naranjas cruz¨® la frontera, a primeras horas del 20 de marzo. "Ese d¨ªa fue cuando se desencaden¨® la tragedia", asegura un miembro del servicio de inteligencia de la OTAN. "Los serbios estaban preparados, como un resorte, para saltar en cuanto el ¨²ltimo observador abandonara Kosovo".
Las primeras ciudades en las que se atac¨® a civiles fueron las del importante pasillo de abastecimiento cercano a Podujevo y en Drenica central, donde hab¨ªan estado actuando los paramilitares. En Srbica, las fuerzas especiales se dedicaron a recorrer la ciudad, golpeando las puertas con las culatas de los rifles y sacando a la gente a la calle. A primeras horas de la tarde reunieron a ocho hombres y los ejecutaron en un barranco a las afueras de la ciudad, seg¨²n los residentes locales; golpearon o se llevaron a muchos otros. No obstante, esto no era m¨¢s que un presagio de lo que se avecinaba.
Milosevic se hab¨ªa preparado con sumo cuidado para una guerra total. Por primera vez hab¨ªa reunido a decenas de miles de soldados del Ej¨¦rcito y miembros de la polic¨ªa en Kosovo y hab¨ªa creado una m¨¢quina militar muy organizada que combinaba la fuerza material de los tanques y los veh¨ªculos acorazados con una red aterradora de polic¨ªas especiales, cubiertos con m¨¢scaras de esquiadores, y civiles paramilitares.
Las relaciones de Milosevic con el Ej¨¦rcito profesional yugoslavo eran inc¨®modas desde hac¨ªa mucho. En gran medida, hab¨ªa prescindido de ¨¦l en sus campa?as simult¨¢neas para suprimir a los rebeldes de Kosovo y mantener un poder pol¨ªtico indiscutible en Belgrado. Sus apoyos fundamentales eran las tropas uniformadas del Ministerio serbio del Interior -llamadas MUP-, los escuadrones antiterroristas y una red informal de violentos grupos civiles de nacionalistas serbios. Las fuerzas del Ministerio del Interior comprend¨ªan a los boinas rojas dirigidos por Simatovic, que recorr¨ªa Kosovo en unidades de 15 a 25 veh¨ªculos acorazados, y a los tigres de Arkan.
Durante 1998, en Kosovo hubo aproximadamente 10.000 soldados de Interior que luchaban contra los rebeldes, acosaban a los civiles en los baluartes rurales de los rebeldes y, en ocasiones, los mataban en aut¨¦nticas carnicer¨ªas. El ej¨¦rcito regular -cuya presencia en Kosovo alcanz¨® unas cifras similares- sol¨ªa permanecer al margen, acuartelado en barracones o vigilando las fronteras con Macedonia y Albania. "Durante la campa?a de verano, el Ej¨¦rcito yugoslavo conserv¨® las manos bastante limpias", asegura un alto mando militar de la OTAN. Pero a medida que se acercaba la confrontaci¨®n con la Alianza, Milosevic decidi¨® atribuir a los militares un nuevo papel.
A finales de noviembre se deshizo del independiente Perisic, que hab¨ªa advertido a Milosevic en p¨²blico que no deb¨ªa "declarar la guerra al mundo entero". En la reorganizaci¨®n posterior, el l¨ªder yugoslavo nombr¨® a uno de sus fieles, el general Dragoljub Ojdanic, jefe de Estado Mayor. En Kosovo encarg¨® el mando de la principal fuerza del Ej¨¦rcito regular yugoslavo, el Tercer Ej¨¦rcito, al general Nebojsa Pvkovic, emparentado con el Presidente por matrimonio. Hasta ese momento, Pavkovic hab¨ªa dirigido el Cuerpo de Pristina, la principal unidad del Tercer Ej¨¦rcito con presencia permanente en Kosovo.
Mientras los diplom¨¢ticos negociaban en Rambouillet, Pavkovic hizo comentarios tempestuosos en los que denunciaba a los "creadores del nuevo orden mundial", amenazaba con la guerra y promet¨ªa que en el caso de que la OTAN bombardeara atacar¨ªa con toda rapidez y energ¨ªa al ELK para que Yugoslavia pudiera prescindir de sus enemigos internos y prepararse para el ataque exterior.
Pavkovic empez¨® a integrar las brigadas del Tercer Ej¨¦rcito con las unidades de Interior y de la polic¨ªa especial en las principales ciudades de Kosovo. Al mismo tiempo orden¨® al Ej¨¦rcito, por primera vez, operaciones conjuntas con las fuerzas de Interior. El nuevo papel del Ej¨¦rcito en Kosovo "estaba tan claro como la luz del d¨ªa", explica un alto funcionario de inteligencia de la OTAN. "En lugar de atacar los bastiones del ELK, el Ej¨¦rcito empez¨® a participar en agresiones sistem¨¢ticas contra civiles y pueblos enteros, disfrazadas de ejercicios de invierno".
La matanza en la aldea kosovar de Racak, el 15 de enero, fue el anuncio de hasta qu¨¦ punto la cooperaci¨®n entre Ej¨¦rcito y polic¨ªa y la participaci¨®n de los grupos paramilitares iban a dar forma a la inminente campa?a. Varias unidades militares rodearon la aldea y la bombardearon. La polic¨ªa, los grupos antiterroristas y los paramilitares entraron y reunieron a los residentes. Asesinaron a unos 45 civiles desarmados, seg¨²n testigos presenciales.
Milosevic sigui¨® reforzando al Ej¨¦rcito y a las fuerzas policiales en Kosovo mientras se aproximaba el plazo dado por la OTAN para iniciar los bombardeos. Fuerzas especiales del Ej¨¦rcito, con sus uniformes blancos caracter¨ªsticos, llegaron a Srbica, Djakovica, Pristina, Suva Reka, Pec y otras ciudades de la regi¨®n.
Seg¨²n fuentes estadounidenses, Pavkovic envi¨® a la 15? Brigada Acorazada del Tercer Ej¨¦rcito al aer¨®dromo de Pristina con un grupo de combate que se iba a encargar de asegurar las comunicaciones entre la capital y Pec, la segunda ciudad de Kosovo. Los soldados empezaron a distribuirse por los pueblos de la regi¨®n y a entrar en contacto con las unidades de la polic¨ªa de Interior y de inteligencia. Otras unidades del Tercer Ej¨¦rcito se agruparon en la frontera nordeste de Kosovo. En v¨ªsperas de la guerra, el personal y el equipamiento militar que Milosevic hab¨ªa destinado a Kosovo -casi 27.000 soldados dentro de la provincia y 15.000 en la frontera, adem¨¢s de los tanques y la artiller¨ªa pesada- eran s¨ªntomas de una acci¨®n mucho mayor que una rutinaria limpieza de primavera de unidades del ej¨¦rcito rebelde.
"No se necesitan tanques para combatir una rebeli¨®n", explica un funcionario occidental. "Los ten¨ªan para atacar pueblos".
Sin embargo, a pesar de la matanza selectiva en las filas de desplazados que sal¨ªan de Kosovo, las fuerzas yugoslavas no imped¨ªan esta huida masiva. Al contrario, pronto empezaron a acelerarla.
La limpieza de las ciudades
La expulsi¨®n masiva, sistem¨¢tica y mecanizada de decenas de miles de civiles, a los que se hizo salir de pueblos y ciudades de Kosovo por tren, a pie o en autob¨²s, involucr¨® a todas las fuerzas que participaban en la ofensiva, y agrup¨® las diversas acciones desarrolladas en la provincia en los primeros d¨ªas del ataque. El ¨¦xodo masivo empez¨® el fin de semana del 27 y el 28 de marzo, cuatro d¨ªas despu¨¦s de que la OTAN comenzara los bombardeos. Las expulsiones urbanas -una campa?a meticulosa y organizada, realizada conjuntamente por el ej¨¦rcito, la polic¨ªa y las unidades paramilitares- consistieron en unas evacuaciones forzosas de dimensiones industriales, sin precedentes en Europa desde el final de la II Guerra Mundial.
Muchas preguntas acerca de c¨®mo y por qu¨¦ orden¨® Milosevic las expulsiones permanecen sin respuesta, aunque los indicios disponibles hablan de una planificaci¨®n minuciosa y por adelantado. "Las ciudades representan un giro importante", -afirma Ron, de Human Rights Watch. "Tengo la impresi¨®n de que a medida que se acercaba el fin de semana decidieron vaciarlas. Cuando los historiadores examinen los archivos serbios dentro de 20 o 30 a?os, se encontrar¨¢n con los memorandos que circularon por Belgrado los d¨ªas 26 y 27".
Ese fin de semana, en Prizren, las fuerzas yugoslavas fueron casa por casa diciendo a las familias que deb¨ªan dirigirse a la frontera a pie. En Pec se sac¨® a barrios enteros a la calle y se les llev¨® a la plaza central del pueblo, donde les aguardaban camiones y autobuses.
En el caso de Pristina, la capital, de 200.000 habitantes, los preparativos se hab¨ªan realizado d¨ªas antes. Lo primero que hicieron las unidades del Ej¨¦rcito fue desplegarse hacia el sur y el oeste para cerrar la ciudad. Los paramilitares y las tropas del Ministerio del Interior establecieron controles y estacionaron veh¨ªculos acorazados en las grandes intersecciones. Se destrozaron los veh¨ªculos pertenecientes a organizaciones humanitarias extranjeras con barras de madera. Estas t¨¢cticas consiguieron aterrorizar a la poblaci¨®n civil: la mayor¨ªa de las tiendas cerraron y la gente se qued¨® en casa. Entre los profesionales de clase media de la ciudad, que hab¨ªan permanecido aislados de casi todos los efectos de un a?o de luchas, el asombro dio paso al horror.
Las redadas de civiles empezaron en los barrios de las afueras y siguieron en el centro, seg¨²n han contado posteriormente los refugiados. "Pod¨ªas ver a tu vecino serbio que entraba en las tiendas y cog¨ªa las cosas", recuerda un residente. El Ej¨¦rcito, la polic¨ªa y civiles enloquecidos gritaban y disparaban sus pistolas al aire. Luego vinieron con sus armas y nos dijeron que ten¨ªamos que irnos a Turqu¨ªa". El Ej¨¦rcito entr¨® en las casas abandonadas, el hospital de la ciudad y las escuelas, al parecer con el fin de eludir los ataques de la OTAN.
A partir del 29 de marzo, la polic¨ªa empez¨® a sacar a los residentes de Pristina de sus casas y a llevarlos a la estaci¨®n de tren. Al cabo de dos d¨ªas, las expulsiones se desarrollaban a tal ritmo que una columna de habitantes que recorr¨ªan las calles a pie se prolongaba por espacio de cinco kil¨®metros, desde un mercado de hortalizas situado en el centro hasta los l¨ªmites de la ciudad. La polic¨ªa vigilaba el recorrido mientras emit¨ªa burlas y abucheos.
Como en el caso de las zonas rurales, el terror formaba parte del programa: los refugiados hablan de ejecuciones aisladas en las calles de Pristina mientras se agrupaba a los residentes en el centro de la ciudad.
En la estaci¨®n de ferrocarril, met¨ªan a la gente tan api?ada en los vagones que varios ancianos no sobrevivieron el trayecto de 60 kil¨®metros hasta la frontera con Macedonia. Por el camino pasaron junto a una sucesi¨®n de hogares incendiados. Al terminar la semana hab¨ªan hecho el viaje miles de personas.
Un viejo modelo
Hace unos d¨ªas, Milosevic declar¨® a trav¨¦s de los medios de comunicacion estatales que la ofensiva hab¨ªa terminado y que "la paz hab¨ªa prevalecido en Kosovo". Era una afirmaci¨®n falsa. Las luchas contin¨²an en ciertas ¨¢reas y algunos analistas creen que muchos rebeldes se han retirado a Albania con el fin de aguardar a un momento mejor para combatir. Los malos tratos a la poblaci¨®n civil contin¨²an. Lo m¨¢s preocupante son el paradero y las condiciones de cientos de miles de albanokosovares desplazados en el interior de la regi¨®n y que quedaron atrapados cuando se cerraron las fronteras. No obstante, en varios aspectos importantes Belgrado puede presumir de victoria. Para empezar, la velocidad de la operaci¨®n ha permitido que las fuerzas yugoslavas se protegieran cuando el tiempo empez¨® a mejorar y los pilotos de la OTAN tuvieron m¨¢s libertad de acci¨®n sobre el sur de los Balcanes. En ese momento, las tropas que unos d¨ªas antes se encontraban alrededor de pueblos y ciudades, se dispersaron, con lo que constitu¨ªan objetivos mucho m¨¢s dif¨ªciles de alcanzar desde el aire.
Las fuerzas yugoslavas volvieron a actuar en las fronteras de Kosovo la semana pasada, cuando sembraron de minas y piezas de artiller¨ªa los mismos l¨ªmites por los que hab¨ªan expulsado a miles de personas en los d¨ªas anteriores.
Como consecuencia de la meticulosidad serbia en la erradicaci¨®n de las poblaciones ¨¦tnicas, la gran mayor¨ªa de los refugiados tienen ahora muy pocas cosas por las que regresar a Kosovo. Sus casas han desaparecido. Los robos y saqueos sistem¨¢ticos en las rutas de evacuaci¨®n se ha llevado lo que, para muchos, eran los ahorros de toda una vida.
Y las fuerzas serbias fueron muy minuciosas a la hora de confiscar o destruir cualquier v¨ªnculo documental entre los refugiados y sus lugares de origen, incluyendo certificados de nacimiento, t¨ªtulos de propiedad y documentos de identidad. Algunos refugiados han declarado que se les oblig¨® a firmar la renuncia a su "derecho" a volver, como precio por salir de la provincia.
El embajador de Estados Unidos en Macedonia, Christopher Hill, encargado del problema de Kosovo desde el verano pasado y tal vez el norteamericano que m¨¢s estrechamente ha trabajado con Milosevic durante ese periodo, ha comparado las actuaciones del dirigente yugoslavo con los programas de ingenier¨ªa social del antiguo l¨ªder de Camboya, Pol Pot.
Un funcionario de la OTAN, al intentar hallar una explicaci¨®n para las acciones de Belgrado, ha propuesto otra comparaci¨®n. Cuando Serbia arrebat¨® por primera vez Kosovo al Imperio Otomano en 1912, sus fuerzas militares mataron a miles de personas de etnia albanesa en una operaci¨®n de incendio de aldeas muy semejante a la actual, y que reflej¨® un cronista ruso llamado Le¨®n Trotsky, que escrib¨ªa para un peri¨®dico de Ucrania.
Trotsky escribi¨® que, aunque algunos criminales profesionales se hab¨ªan incorporado al Ej¨¦rcito serbio con la intenci¨®n de cometer saqueos y pillajes, "los serbios de la Vieja Serbia, en un esfuerzo nacional para corregir los datos de las estad¨ªsticas etnogr¨¢ficas, que no les son muy favorables, se limitan al exterminio sistem¨¢tico de la poblaci¨®n musulmana".
"Es el mismo modelo que se ha seguido en tres ocasiones" en Kosovo, seg¨²n el funcionario de la OTAN. Serbia es una rep¨²blica predominantemente conservadora, obsesionada con el pasado. A juicio de este funcionario, es posible que la direcci¨®n del pa¨ªs, al reflexionar sobre la ofensiva, llegue a esta conclusi¨®n: "Con esto hemos conseguido 20 o 30 a?os de paz y podemos seguir dominando a los albaneses".
Los autores de este informe son periodistas de
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