Los juzgados por la estafa de los coches de lujo vendieron un Mercedes a un juez. Unos testigos dicen que se fiaron por la respetabilidad de los acusados
La red acusada de estafar a varias personas en Vizcaya con la falsa venta de veh¨ªculos de importaci¨®n lleg¨® a vender un Mercedes a un juez de Barakaldo, seg¨²n se conoci¨® ayer en la primera jornada del juicio. El principal acusado, Pedro Franco, declarado en rebeld¨ªa, no compareci¨®. S¨ª se sentaron en el banquillo los otros tres acusados de estafa: el sargento de la Guardia Civil Jos¨¦ Antonio Santamar¨ªa Vinuesa, el polic¨ªa municipal de Leioa Juan Antonio Ortiz de Urbina y su primo, polic¨ªa municipal en Erandio, Eduardo Rodr¨ªguez Ortiz de Urbina. Formaban, seg¨²n el fiscal, "una red ficticia de venta de veh¨ªculos de importaci¨®n, empleando el enga?o de conseguirlos a menor precio, y con la garant¨ªa que daban a sus clientes por su condici¨®n de funcionarios p¨²blicos". Franco, que se hac¨ªa pasar por perito judicial y recib¨ªa a los clientes en el Juzgado de Barakaldo, lleg¨® a poner de cebo para los compradores el Mercedes 190 que hab¨ªa vendido al juez Agust¨ªn Hern¨¢ndez, que estaba aparcado en los s¨®tanos del juzgado. Algunas de las diez personas estafadas, que pagaron casi 20 millones de pesetas a cambio de nada, trasladaron al juez sus sospechas, declararon ayer, pero el magistrado "les tranquiliz¨®" porque con su coche no hubo problemas. El fiscal pide 5 a?os de prisi¨®n.El primer acusado en declarar fue Jos¨¦ Antonio Ort¨ªz de Urbina, polic¨ªa municipal de Leioa, quien asegur¨® que hab¨ªa conocido a Pedro Franco al comprarle tres coches. Posteriormente ¨¦ste le ofreci¨® "veinte mil duros" por cada cliente que consiguiera, a repartir con otro de los acusados, su primo, Eduardo Rodr¨ªguez Ort¨ªz de Urbina. "No cobr¨¦ ni una peseta, aunque le consegu¨ª cinco clientes", afirm¨® el acusado. "Para m¨ª, Pedro ten¨ªa una fiabilidad absoluta, porque le ve¨ªa trabajar en el Juzgado de Barakaldo y hasta el juez, Agust¨ªn Hern¨¢ndez, con el que ten¨ªa amistad, le hab¨ªa comprado un coche", declar¨® Ort¨ªz de Urbina. "Yo s¨®lo le presentaba a los clientes, pero no era su socio", a?adi¨®, aunque seg¨²n avanzaba el interrogatorio reconoci¨® que hab¨ªa llevado 4 millones de pesetas, precio de dos coches, hasta Bruselas, para entreg¨¢rselas a Franco. Eduardo Rodr¨ªguez, polic¨ªa municipal de Erandio, ratific¨® la versi¨®n de su primo y reconoci¨® que hab¨ªa viajado tres veces a Bruselas y trajo tres coches destinados a la venta. Tambi¨¦n afirm¨® que tanto su primo como ¨¦l hab¨ªan conocido al tercer acusado, el sargento de la Guardia Civil Juan Antonio Santamar¨ªa Vinuesa, en el juzgado de Barakaldo, donde compart¨ªa amistad y lugar de trabajo con Pedro Franco S¨®lo por amistad El papel de este agente de la Guardia Civil en la red de venta de veh¨ªculos no qued¨® muy claro, ya que durante su interrogatorio neg¨® que participar¨¢ del negocio, aunque s¨ª haber viajado una vez con Franco a Bruselas, "a pasar un d¨ªa de fiesta" e invitado por ¨¦ste. Tambi¨¦n puso a su nombre uno de los coches que este ¨²ltimo compr¨®, para poder ponerle matr¨ªcula de Valencia y facilitar su venta posterior. Todo ello por "amistad" y sin ning¨²n tipo de compensaci¨®n econ¨®mica. No era esa la impresi¨®n que ten¨ªan los estafados. Uno de ellos, que pag¨® tres millones de pesetas por un Mercedes 190 que nunca lleg¨® a recibir, asegur¨® "que le vendieron la pel¨ªcula" y le dio credibilidad porque todos le daban la garant¨ªa de ser agentes de polic¨ªa y el vendedor, perito judicial. "Franco y Santamar¨ªa se fueron a Bruselas a recoger mi coche con dos billetes de avi¨®n que yo pagu¨¦, y como no sab¨ªa nada del tema, fui yo tambi¨¦n, y me los encontr¨¦ a las seis de la ma?ana en un hotel, bien alegres, a costa del dinero de los dem¨¢s". Cuando les pidi¨® explicaciones, le llevaron "a ver coches", mientras le dec¨ªan: "?Te gusta este? Pues para cuando vuelvas a Bilbao lo tienes all¨ª". La promesa nunca se cumpli¨®, aunque le ofrecieron alquilar un coche hasta que llegara el suyo. Efectivamente, el coche se alquil¨®, pero el testigo lo tuvo que pagar de su bolsillo porque, seg¨²n le dijo Santamar¨ªa, la tarjeta Visa de Franco estaba estropeada, una situaci¨®n que tampoco "le deb¨ªa causar preocupaci¨®n". Este testigo asegur¨® que los Urbina no le cobraron por la gesti¨®n, pero que "le llevaron al matadero". El juicio contin¨²a hoy.
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