Por un nuevo catalanismo FRANCESC DE CARRERAS
El discurso que va transmitiendo Pasqual Maragall en los ¨²ltimos meses comete, a mi parecer, dos errores de fondo. En primer lugar, no hace una cr¨ªtica concreta a la actuaci¨®n de los sucesivos gobiernos de Pujol, a la obra realizada -o, peor todav¨ªa, a la no realizada- por el Ejecutivo de la Generalitat en estos ¨²ltimos 20 a?os. M¨¢s all¨¢ de algunas ideas muy vagas y generales, no percibimos con claridad la opini¨®n del candidato ni sobre la situaci¨®n actual ni sobre sus alternativas en ense?anza, sanidad, infraestructuras, seguridad p¨²blica, sectores econ¨®micos, cultura, etc¨¦tera. Ciertos te¨®ricos de una actitud pol¨ªtica posmoderna, basada sobre todo en la mera imagen p¨²blica de las personas, recomiendan a los pol¨ªticos decir poco y ocultar al m¨¢ximo sus proyectos. No obstante, quienes creemos que los pol¨ªticos generan confianza y adhesi¨®n por su capacidad de explicar, de manera sencilla, racional y sincera, aquello que pretenden hacer frente a lo realmente existente, no podemos menos que echar en falta estas cualidades en la campa?a de Maragall. El segundo error de fondo consiste en su insistencia en formular un discurso sobre Catalu?a y su relaci¨®n (sic) con Espa?a que, a mi parecer, est¨¢ planteado sobre bases falsas y, adem¨¢s de equivocado, resulta confuso. La falsedad b¨¢sica radica en aceptar la irreal dicotom¨ªa que han ido imponiendo los ide¨®logos nacionalistas al decir que los catalanes nos dividimos en dos: los nacionalistas catalanes y los nacionalistas espa?oles o, con palabras m¨¢s impropias, en catalanistas y espa?olistas. En esta trampa ha ca¨ªdo Maragall y, sabiendo que necesita votos de todos los lados, en sus manifestaciones p¨²blicas pretende contentar a los supuestos unos y a los supuestos otros, sin que en realidad contente a nadie. Un d¨ªa habla del derecho de autodeterminaci¨®n en un sentido cercano a Esquerra Republicana y al d¨ªa siguiente -?para compensar?- dice que Catalu?a debe "ayudar a definir Espa?a". Ambas afirmaciones forman parte de este artificial debate que tantos beneficios da al nacionalismo y en el cual un candidato de la izquierda nunca deber¨ªa entrar. Si Maragall quiere dirigirse a todos los catalanes, no debe caer en esta esquizofr¨¦nica e irreal divisi¨®n entre catalanistas y espa?olistas: debe dirigirse simplemente y sin complejos a todos los ciudadanos de Catalu?a como hizo Tarradellas, desde el balc¨®n de la Generalitat, en el d¨ªa de su llegada. Y para poder dar un contenido real a este concepto de ciudadanos, no basta s¨®lo con la idea abstracta de considerar como tales a todos aquellos que son titulares de iguales derechos, sino que debe trazarse el perfil del ciudadano concreto de la Catalu?a de hoy. Y ah¨ª es donde a la izquierda catalana -y esta responsabilidad no recae en Maragall- le falta una teor¨ªa propia, y desde hace 20 a?os va a remolque de las viejas ideas del catalanismo de principios de siglo, que tan bien cuadran con la mentalidad conservadora. Antonio Santamar¨ªa, en el libro Foro Babel. El nacionalismo y las lenguas en Catalu?a, reci¨¦n publicado, enmarca el debate actual en su contexto hist¨®rico reciente y muestra como, hacia finales de los a?os setenta, en el contexto de la transici¨®n, el PSUC y el PSC, en lugar de construir un modelo de Catalu?a que partiera de la situaci¨®n real de la sociedad catalana del momento -tal como recomendaban en 1974 Alfonso Com¨ªn y Juan Garc¨ªa-Nieto en su libro Juventud y conciencia de clase-, optaron por el modelo asimilacionista defendido a?os antes, entre otros, por Joaquim Maluquer y Jordi Pujol. Posiblemente ah¨ª est¨¢ el origen te¨®rico de este nacionalismo transversal que afecta hoy a la izquierda catalana y que es la causa principal de sus derrotas en las elecciones auton¨®micas sucesivas. A pesar del desgaste que ha sufrido el t¨¦rmino, por la apropiaci¨®n indebida que los nacionalistas han hecho de ¨¦l, sigo creyendo que lo que hace falta es un nuevo catalanismo, sin ra¨ªces en las ideas nacionalistas, que sepa construir un modelo de pa¨ªs adaptado a la realidad de hoy y que sea el punto de partida para una coherente acci¨®n de gobierno. ?ste es el modelo de Catalu?a que Maragall deber¨ªa intentar esbozar en su campa?a si quiere hacer llegar su voz a todos los ciudadanos. Un modelo que no es una simple mezcla de ideas viejas, sino una s¨ªntesis capaz de captar todo lo nuevo que existe en la Catalu?a de hoy.
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