El plato de pan o el florero VICTORIA COMBAL?A
Ahora que lo del D¨ªa de la Mujer ya est¨¢ un poco lejos en el calendario y que, salvo en los programas electorales al uso, ya no es motivo de inter¨¦s en los peri¨®dicos, les dir¨¦ que lo primero que se nota al volver de un pa¨ªs desarrollado a uno subdesarrollado como Espa?a es la poca presencia de la mujer en la vida p¨²blica. Un informe reciente publicado por la Fundaci¨®n Encuentro dice que el avance de la mujer en Espa?a es trabajoso, pero firme e irreversible. Aducir como prueba de esta normalizaci¨®n el hecho de que, de entre 1.043.000 empleos p¨²blicos 750.000 fueron a parar a mujeres en los ¨²ltimos 20 a?os no me parece un gran avance: habr¨¢, simplemente, m¨¢s funcionarias. No quisiera hablar de la reivindicaci¨®n femenina en general, un discurso asumido por todos los pol¨ªticos, de uno u otro signo, y que ya se est¨¢ convirtiendo en lo que en franc¨¦s se llama la langue du bois, es decir, mera palabrer¨ªa, meras buenas intenciones. La vida cotidiana, que es donde se cuecen las cosas y donde se interioriza de verdad el comportamiento humano, ense?a cada d¨ªa a la mujer la realidad de su situaci¨®n. En Catalu?a ha habido en este ¨²ltimo a?o un aumento del 34% de mujeres que viven solas. Pero me cuentan que no se concede una hipoteca a una mujer que no posea pareja. En la televisi¨®n y en los peri¨®dicos espa?oles, la mujer no opina, a diferencia de en Francia o Inglaterra. S¨ª, existe una peque?a pl¨¦yade de nombres p¨²blicos, que se repiten hasta la saciedad. Y sin embargo, en la vida real proliferan las buenas abogadas, m¨¦dicas, arquitectas, escritoras (y funcionarias). ?Por qu¨¦ no se les pregunta? Cuando se hacen encuestas, en otros pa¨ªses existe una sensaci¨®n de que se queda mal si no se cita a alguna mujer: supone una falta de sensibilidad y de consciencia de los derroteros que est¨¢ tomando el mundo. Los publicistas, que juegan con ello, saben que las mujeres constituyen la mitad de su mercado y no s¨®lo se dirigen a la mujer como compradora de detergentes, sino tambi¨¦n como alguien con un poder adquisitivo cada vez m¨¢s independiente y en aumento. Pero los publicistas no constituyen, claro, el grueso del pa¨ªs, y adem¨¢s tan s¨®lo nos quieren vender un producto. En un art¨ªculo titulado La uni¨®n hace la moda, en el que se informa sobre la reciente asociaci¨®n de dise?adores espa?oles, pongamos por caso, no aparece ni una sola mujer. Ah¨ª est¨¢n Roberto Verino, Antonio Pernas, Antoni Mir¨®, Joaqu¨ªn Verd¨², de lo cual me alegro, pero ni tan s¨®lo una de las creadoras que asoman por doquier en nuestro pa¨ªs. Efectivamente, el poder est¨¢ en manos masculinas, y todos se han hecho una foto, canosos, sonrientes, medi¨¢ticos y carism¨¢ticos. ?Pero, d¨®nde est¨¢n ellas? ?Relegadas, tal vez, a las revistas femeninas? As¨ª que se supone que ellas no inventan, pero tambi¨¦n se supone que no viajan. En Norteam¨¦rica la revista Paisajes, de Renfe, cuyos hor¨®scopos est¨¢n ¨²nicamente dirigidos a los hombres, ya no hubiera sido motivo de cr¨ªtica, sino de un pleito: todo ah¨ª est¨¢ escrito en g¨¦nero masculino. Y lo mismo sucede con la inform¨¢tica: "?Qu¨¦ ordenador utiliza su marido?", pregunta un encuestador telef¨®nico. Al comprar un rat¨®n, una percibe inmediatamente que su talla est¨¢ pensada para una mano masculina. La segunda cuesti¨®n que una mujer advierte cuando vuelve a Espa?a es que los hombres a¨²n parecen escuchar menos a las mujeres que en otros pa¨ªses europeos. Una vez estuve en una cena con dos decanos de universidad en donde se vertieron comentarios pol¨ªticos de la m¨¢s alta indiscreci¨®n y tuve la total impresi¨®n de que yo era sencillamente para ellos como el plato del pan o el florero: no les cab¨ªa en la cabeza que pudiera pensar, y por tanto repetir, lo que tan alegremente contaban. Me explicaba el otro d¨ªa Paolo Fabbri, el gran fil¨®sofo, que una profesora norteamericana, Dorothea Tannen, ha escrito precisamente un libro sobre esto, un libro que se titula: ?Por qu¨¦ no me entiendes? Y me lo dec¨ªa sin escuchar, claro est¨¢, aunque esta vez yo s¨ª tom¨¦ nota.
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