La Biblioteca de Alejandr¨ªa renace con el nuevo milenio
El edificio, que se inaugurar¨¢ a finales de a?o, recibi¨® ayer una amplia donaci¨®n de fondos bibliogr¨¢ficos espa?oles
Ya no es un sue?o, sino una poderosa realidad: a falta de poco m¨¢s de medio a?o para su inauguraci¨®n, la nueva Biblioteca de Alejandr¨ªa, iniciada en 1995, ha tomado carta de naturaleza en la fisonom¨ªa de la ciudad que amaron Cavafis y Lawrence Durrell. El gran centro, financiado por el Gobierno egipcio y la Unesco, que pretende recoger el testigo de una de las m¨¢s grandes empresas de la humanidad -la colecci¨®n y sistematizaci¨®n de todo el conocimiento, que fue el prop¨®sito de la biblioteca de hace 23 siglos-, avanza hoy a marchas forzadas para encarar su destino de faro intelectual del nuevo milenio. Espa?a hizo ayer donaci¨®n de importantes fondos bibliogr¨¢ficos a la biblioteca.
ENVIADO ESPECIAL
El domingo, en el puerto de Alejandr¨ªa, dos barcos de guerra adornados para conmemorar el aniversario de la devoluci¨®n del Sina¨ª se mec¨ªan en el agua espejeante del crep¨²sculo en un pobre remedo de las trirremes griegas y las cinco flotas que otrora ocupaban la rada. La ciudad parec¨ªa ensimismada en su secular descomposici¨®n, y entonces, desde el viejo fuerte mameluco de Kuaitbey, pudo verse c¨®mo los ¨²ltimos rayos del sol iluminaban una extra?a estructura discoidal, incendi¨¢ndola. Presupuestada en unos 30.000 millones de pesetas, la nueva Biblioteca de Alejandr¨ªa, heredera de la de Euclides, Erat¨®stenes y Arqu¨ªmedes, se alza en plena Corniche, el paseo mar¨ªtimo de Alejandr¨ªa, en el mismo sitio donde se cree que estaba la biblioteca original, en la antigua zona palaciega de los reyes Ptolomeos. El sitio disfruta de una panor¨¢mica espl¨¦ndida sobre el puerto Este y est¨¢ casi enfrente del Quaitbey, edificado donde un d¨ªa se alz¨® el legendario faro. Por cierto, que a la vista de la reencarnaci¨®n de la biblioteca, de la aparici¨®n de fragmentos del colosal faro extra¨ªdos del mar por los esforzados submarinistas de Jean-Yves Empereur y del supuesto hallazgo de restos del palacio de Cleopatra, por no hablar de la nueva epifan¨ªa novelesca de Alejandro Magno, no ser¨ªa de extra?ar que Justine, entre tantos prodigios, se materializara una noche de estas en el Cecil Hotel. Seguramente, al bello personaje del Cuarteto de Alejandr¨ªa le costar¨ªa reconocer su ciudad -la ciudad de las grandes pasiones y las vidas breves, la capital del recuerdo-, abismada gran parte de su l¨ªnea costera en una imitaci¨®n cutre de Benidorm.
La nueva biblioteca queda de momento un tanto encogida en ese contexto. Est¨¢ previsto descongestionar el ¨¢rea, sobre todo derribando un viejo y decr¨¦pito hospital vecino. De todas formas, es imposible que a uno no se le acelere el pulso al verla, tal es el tropel de asociaciones hist¨®ricas y legendarias que provoca. Proyectada por el equipo de arquitectos noruego Snohetta, el edificio principal de la nueva biblioteca es un enorme c¨ªrculo inclinado que mira hacia el mar como la parte superior de un gigantesco cilindro enterrado torcido. Dentro de ese contenedor de 33 metros, en su extremo m¨¢s alto, se hallan los 11 pisos de la biblioteca, que albergar¨¢n en el futuro ocho millones de vol¨²menes -la original ten¨ªa medio mill¨®n de rollos de pergamino-, aunque se inaugurar¨¢ a finales de a?o, seg¨²n las optimistas previsiones oficiales, con unos 400.000. El techo, la superficie del c¨ªrculo, a modo de catalejo que avizora el mar, es un enrejado de lucernarios de aluminio aeron¨¢utico y cristal. La forma del edificio, que estar¨¢ rodeado por una piscina, responde a la idea simb¨®lica del fecundador sol egipcio surgiendo de las aguas para iluminar el mundo. Ya puede verse el muro exterior forrado de placas de granito de Asu¨¢n y decorado en bajorrelieve a base de referencias caligr¨¢ficas de todo el mundo y de todos los tiempos.
La belleza del proyecto arquitect¨®nico queda algo empa?ada al observar el edificio real en su contexto no s¨®lo por la anarqu¨ªa y fealdad circundantes, sino por la existencia como parte del mismo proyecto -aunque realizado por los egipcios y no por la firma noruega- de un mastod¨®ntico centro de conferencias anexo de m¨¢s que discutible est¨¦tica. Al lado de la biblioteca puede verse la esfera peque?a del planetario, redondo como una pelota.
"Las obras de la biblioteca avanzan como estaba previsto", manifest¨® ayer el director del proyecto, Mohsen Zahran, durante una visita a las obras. Cubierto de trabajadores que pululan sobre el disco invertido de la estructura como abejas en una gran colmena, el edificio comienza a mostrar, adem¨¢s de su apariencia externa, lo que ser¨¢n sus entra?as. Un enorme vest¨ªbulo con el nombre de Cal¨ªmaco -el antiguo bibliotecario y catalogador- domina el espacio, organizado en grandes terrazas en funci¨®n de los diferentes servicios de la biblioteca. Altas columnas con referencias a los capiteles papiriformes convierten el centro en un moderno Karnak al servicio de la inteligencia.
Mientras la biblioteca crece, el Mediterr¨¢neo parece observar asombrado el renacimiento de un empe?o universal que ya se reflej¨® en sus aguas hace m¨¢s de dos milenios. Entretanto, el resto de la ciudad se lava la cara para esa explosi¨®n de universalidad que ser¨¢ la inauguraci¨®n de la biblioteca. La coincidencia del proyecto con un activo nuevo gobernador, Mohamed Abd el Salames Mahgoub, nombrado en 1997 y que pretende "devolver a la ciudad su pasada gloria", ha originado un verdadero caos en Alejandr¨ªa: muchas calles est¨¢n levantadas, gran parte de los principales edificios aparece cubierta de andamios, se ejecutan trabajos de acondicionamiento de los monumentos y surgen nuevas construcciones seudomodernas como una plaga de miradores en la Corniche. "No es el mejor momento para visitar Alejandr¨ªa", dice apesadumbrado un residente. Aunque si la ciudad durreliana se define por el polvo que se arremolina en las calles y el olor del lago Mareotis, estamos en casa.
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