Preocupaci¨®n en China por el auge de una secta budista de corte radical
M¨¢s de 10.000 miembros de Falungong, una asociaci¨®n gigong (adeptos a ejercicios respiratorios), se repartieron el domingo a lo largo de dos kil¨®metros, durante 10 horas, alrededor de la sede del Gobierno chino, en la mayor manifestaci¨®n desde los sucesos de Tiananmen. El poder chino est¨¢ preocupado por el auge de esta secta, cuyo l¨ªder propugna desde Estados Unidos la salvaci¨®n en un mundo corrompido que va hacia el abismo por las drogas, la televisi¨®n, el rock y la homosexualidad.
Esta manifestaci¨®n es un desaf¨ªo in¨¦dito al r¨¦gimen. Los estamentos del poder chino est¨¢n extremadamente nerviosos por la proximidad del d¨¦cimo aniversario del aplastamiento de la primavera de Pek¨ªn (junio de 1989). Su atenci¨®n se hab¨ªa focalizado en los obreros del sector estatal despedidos o los agricultores v¨ªctimas de la extorsi¨®n de los caciques, los grupos sociales identificados hoy d¨ªa como los m¨¢s inestables, una vez controlados los estudiantes. La actividad de las sectas ha sido claramente subestimada. La asociaci¨®n Falungong (trabajo de la rueda de la ley) se cre¨® en 1992 despu¨¦s de una serie de conferencias pronunciadas en el noreste de China por Li Hongzhi. El movimiento se declara gigong (trabajo de respiraci¨®n), se identifican como descendientes de la "escuela budista" del gigong y aseguran que "no tiene nada que ver con la religi¨®n budista".
Desde Estados Unidos
Sus ense?anzas mezclan de hecho el sincretismo chino con aportaciones del budismo y del tao¨ªsmo. Su l¨ªder, Li Hongzhi, predica desde Estados Unidos la salvaci¨®n en un mundo abocado al colapso. Nacido en 1951 en Jilin, al noreste de China, en una familia de intelectuales, Li Hongzhi pretende estar dotado de poderes sobrenaturales desde los ocho a?os. Ten¨ªa la facultad, dice, de volverse invisible durante las partidas de escondite, y sus seguidores le atribuyen facultades curativas. Iniciado por monjes budistas y tao¨ªstas, Hongzhi ha ido elaborando progresivamente su doctrina desde Changchun, la capital de la provincia de Jilin, donde ha creado su basti¨®n.
Mostrando un pacifismo de principios y una doctrina de la resignaci¨®n frente a los males contempor¨¢neos, el Falungong no tiene a priori el perfil de una organizaci¨®n subversiva. Sin embargo, desde hace a?os, el poder est¨¢ preocupado por su creciente influencia en una sociedad hu¨¦rfana de valores.
La moda de las asociaciones gigong no es nueva en China. Su ense?anza se impuso legalmente en las universidades y los hospitales en la d¨¦cada de los 80. La particularidad de Falungong es su buena organizaci¨®n. Sirvi¨¦ndose de un proselitismo agresivo, se introduce en todas las clases de la sociedad. Recluta entre las clases urbanas y entre los campesinos, en casa de los intelectuales de prestigiosas universidades y en la de los desheredados. Cuenta con m¨¢s de 70 millones de adeptos. Ciertos ministerios y el Partido Comunista son incluso permeables a su influencia. Para el r¨¦gimen, que sabe mejor que nadie que las sectas milenaristas han acabado con un buen n¨²mero de dinast¨ªas, esta manifestaci¨®n se considera alarmante.
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